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Las recurrentes demostraciones de apoyo a los palestinos en Europa y especialmente en España, que alcanzan alturas de paroxismo al calor de alguna operación militar israelí de cierta envergadura, ponen de manifiesto una vez más la profunda confusión de los espíritus en aquellas poblaciones que han perdido literalmente el norte y vagan a la deriva por los páramos de su encallecida estúpidez.

Hacer manifestaciones de apoyo a una causa que ni les va ni les viene a aquellos que las realizan, y justo en el momento en que los hermanos y los primos de los receptores de esa solidaridad nos están invadiendo y conspirando para nuestra destrucción, es una demonstración más del desvario generalizado de los europeos, que tienen serias dificultades para identificar a sus enemigos y tomar consciencia de sus propios intereses.

En estos momentos, en plena colonización musulmana de España y Europa, toda manifestación de apoyo a una causa árabe o musulmana no puede ser tomada más que como un síntoma de debilidad e interpretada como una invitación a seguir en la empresa de conquista de nuestros países. Estamos literalmente locos. El mensaje que se les da a los musulmanes, los que están aquí y los que están por venir es que: “Estamos con vosotros. Vuestra causa es la nuestra”. Pues los que apoyan públicamente a los palestinos son también los que no se oponen a la invasión musulmana de nuestro continente. Las calles de Europa y de España llenas de idiotas vitoreando a los palestinos son un poderoso espaldarazo moral a los que nos están colonizando.

Centenares de miles de personas, no todas musulmanas, muchos europeos entre ellas, salieron a las calles para protestar contra las acciones militares israelíes contra Hamás en la última gran ofensiva contra los palestinos (en diciembre 2008). El balance de muertos y la destrucción fueron ciertamente impresionantes, así como la cantidad de víctimas civiles de esta operación. Podríamos pensar que los “humanitarios”, los “solidarios”, las “buenas almas” se sentieron conmovidos por esta matanza y salieron a manifestar su apoyo a las víctimas y expresar su repulsa a los verdugos.

Pero es interesante comprobar que cuando se hizo lo mismo con los serbios durante la guerra de Kosovo, bombardeando las fuerzas de la OTAN día y noche toda Yugoslavia (la que quedaba en ese entonces) con su cortejo de víctimas inocentes y de destrucción masiva de un país europeo, cristiano y altamente civilizado, ni en España ni en el resto de Europa nadie salió a manifestarse contra esa agresión injusta e ilegítima contra un pueblo hermano, que además no había agredido a nadie ni declarado la guerra a ningún miembro de la coalición que se echó sobre ella como una jauría.

Muy por el contrario se vivió una campaña de solidaridad con los musulmanes kosovares (los agresores) sin precedentes en Europa y en España. Morían niños serbios, mujeres y ancianos y hombres de toda condición y el país era sometido a los bombardeos más brutales en suelo europeo desde la Segunda Guerra Mundial. España participó en esa criminal empresa, no lo olvidemos. Pero eran “los malos” y se lo merecían. Esa era la verdad oficial. (Más tarde, cuando la guerra de Irak, todos esos pacifistas con código de barras que se quedaron en casa mientras se machacaba a los serbios salieron a vociferar ¡NO A LA GUERRA! por todo el mundo).

Estos mismos descerebrados españoles y europeos son los que también salen cada dos por tres a gritar por las calles a favor de los palestinos, los primos y los hermanos de los que nos están invadiendo. El moro adueñándose a marchas forzadas del país y del continente, y este rebaño de cretinos satisfechos codo con codo con sus futuros verdugos berreando por las calles. Se avecinan malos tiempos.