SAMUEL LEBENS/ HAARETZ/ FRAGMENTO

El filósofo político de Oxford, David Miller, tiene un estudio excepcional simplemente titulado “Sobre la Nacionalidad”. Define una nación en términos de cinco características:

1) Los miembros de una nación tienen que ser conectados de alguna manera, o incluso responsables unos de otros. Los Judíos siempre han expresado esos sentimientos con su dicho “Kol Israel arevim ze ba-ze”. Cada miembro del pueblo judío actúa como garante de los demás.

2) Una nación tiene que verse en términos de una historia colectiva y, como tal, tener una historia que los defina. Por ejemplo: “Fuimos esclavos en Egipto.”

3) Una nación se ve como algo activo. A diferencia de cualquier grupo religioso, que puede considerarse pasivo ante la voluntad de Dios, una nación se ve como un actor de la historia. Desde luego, nosotros mismos somos ( entre otras cosas) un pueblo activo, que se sobrepone a la adversidad, que hizo florecer el desierto de Israel, que introdujo el monoteísmo en el mundo, que valora la educación y contribuye a las artes y las ciencias.

4) Una nación se asocia con un país que aspira a gobernar: incluso en sus años de exilio, siempre anhelamos nuestra tierra prometida.

5) Una nación tiene una cultura pública distinta, con sus subsecuentes subculturas. Y, por supuesto, existe la cultura judía, a menudo formada por textos religiosos judíos, pero no exclusivamente. Ciertamente tenemos una religión (si creemos en él y se adhiera a ella, o no), pero no somos una religión. Muchos de nosotros podrían tener genes similares, ( nariz y cabello), pero cualquier persona puede unirse a nosotros.