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¿Quién es más efectivo para detener una guerra civil? ¿Una aseguradora británica o un general de un país de la OTAN con 300 militares a su mando y con un mandato de la ONU?

El general noruego Robert Mood estaba anoche (tarde de Nueva York) tratando de convencer al Consejo de Seguridad de la ONU de que él, sus tropas y esa organización internacional influyen más en la guerra en Siria que la aseguradora del Reino Unido Standard Club. Los hechos, al cierre de esta edición, cuestionaban esa tesis.

Standard Club había decidido, en cumplimiento de las sanciones de la ONU, retirar el seguro del barco de bandera rusa Alaed, que se dirigía desde el puerto de San Petersburgo a Siria. Y el Alaed, según había declarado ayer el ministro de Exteriores británico, William Hague, había dado la vuelta y puesto rumbo a Rusia. Justo ayer, Moscú había admitido que las acusaciones de EEUU eran ciertas, y que el barco transportaba helicópteros de ataque Mil Mi-24 para el régimen de Damasco.

Los Mil Mi-24 son armas excelentes para liquidar guerrillas y masacrar civiles, como saben, mejor que nadie, los rusos, que los emplearon con una eficacia espantosa durante ocho años en Afganistán.

El cambio de ruta del Alaed causó sorpresa en el sector del transporte marítimo, donde se consideraba extremadamente improbable que Standard Club fuera responsable de la decisión, y más bien se atribuía ésta a las conversaciones entre los presidentes estadounidenses, Barack Obama, y ruso, Vladimir Putin, en la cumbre del G-20 de Los Cabos, en México.
Entretanto, en Nueva York, Mood acudía al Consejo de Seguridad, arropado por la controversia tras su decisión, el sábado, de suspender las actividades del equipo de 300 observadores que debían supervisar la aplicación de un alto al fuego en la guerra civil siria y retirarlos a sus acuartelamientos. También lo hacía precedido por las noticias de un nuevo bombardeo de las fuerzas del dictador sirio Bashar Asad sobre la ciudad de Homs, uno de los principales bastiones de la resistencia al régimen.

El informe de Mood llega en un momento crucial para la guerra civil siria. Por un lado, la cumbre del G-20 ha abierto la puerta a la posibilidad de que Rusia acepte una solución al conflicto y algún tipo de transición. Pero, por ahora, sólo se trata de una posibilidad. Sobre el terreno, la guerra se ha recrudecido, y el alto al fuego forjado por el ex secretario general de la ONU, Kofi Annan, ha sido un fracaso integral: desde que el 12 de abril se alcanzó el acuerdo han muerto al menos 2.000 personas en el país.

Misión de paz

Por ahora, lo que está claro es que Mood se desenvuelve mucho mejor en los despachos que en el terreno. El general noruego ya protagonizó una controversia en el Consejo de Seguridad de la ONU en abril, cuando estuvo presente, vistiendo su uniforme, en una de las reuniones en las que, precisamente, se decidió su nombramiento como máximo comandante de la misión de paz en Siria.

Mood tiene una amplia experiencia en misiones de paz, ya que sirvió en los Balcanes y en Líbano—una época en la que, precisamente, residió en Siria, lo que le permite tener un cierto conocimiento del país—, pero a veces recuerda más al general francés Philippe Morillon, una ‘estrella mediática’ de la Guerra de Bosnia que, sin embargo, no fue capaz de impedir la matanza de miles de civiles bosnios en la ciudad de Srebrenica, en 1995.

Mood ha comparado su trabajo con “una buena ópera”, en la que “se combinan diferentes elementos en una pieza que finalmente resulta impresionante”. Por ahora, sin embargo, su serenata en Siria no suena nada afinada: el régimen de Asad continúa sin mostrar fisuras, dispuesto a resistir lo que haga falta frente a una oposición heterogénea que, si gana, podría borrar a sus miembros del mapa, mientras se extienden las noticias sobre violaciones de los derechos humanos por ambas partes. La ONU acusa al régimen de Asad de haber asesinado a más de 10.000 civiles, y éste replica atribuyendo a la oposición 2.600 muertes de miembros de las fuerzas de seguridad desde que estalló la crisis hace 15 meses, en plena ‘Primavera Árabe’.