EL CORREO.COM

18-Julio-2012.-La localización por unos periodistas británicos en un barrio de clase media de Budapest del criminal de guerra nazi de origen húngaro László Csatáry, de 97 años de edad y acusado de complicidad en la muerte de 15.700 judíos durante la Segunda Guerra Mundial, ha generado una agria polémica en Hungría. El Gobierno de Viktor Orban y la Justicia están en el punto de mira de Europa e Israel.

Csatáry, que utiliza el apellido Smith para pasar desapercibido, lleva 17 años viviendo en su país natal tras haber residido en Canadá. Según el Centro Simon-Wiesenthal, que se dedica a la búsqueda de antiguos criminales nazis, Csatáry sigue en libertad gracias a los apoyos que ha tenido en los estamentos políticos, policiales y judiciales de Hungría. Para el presidente de la Asociación de Hijos e Hijas de Deportados de Francia, Serge Klarsfeld, «seguramente no habrá ningún juicio en Hungría. Ellos le han protegido, la prueba está en que la Policía y la Justicia sabían muy bien dónde estaba y no hicieron nada al respecto».

La Fiscalía General de Budapest reconoció que investiga desde septiembre de 2011 a László Csatáry, y muchos observadores se preguntan por qué la Policía no lo ha detenido. Según el Gobierno húngaro, la detención no ha sido posible porque la Justicia está intentando contactar con testigos que sobrevivieron a las barbaridades que cometió Csatáry, exjefe de la Policía nazi en el gueto judío de la ciudad eslovaca de Kosice y condenado a muerte en rebeldía en 1948 por Checoslovaquia. El fiscal adjunto de Budapest, Jenö Varga, anunció que será entonces cuando se tomarán «los próximos pasos», porque ahora «hay una investigación en curso. La Fiscalía está estudiando las informaciones recibidas».

Diversas asociaciones de víctimas del nazismo han pedido a Budapest que actúe enérgicamente y el Ministerio francés de Asuntos Exteriores declaró que Csatáry tendrá que responder de sus actos ante la justicia, porque «los crímenes nazis no prescriben». Pero el Gobierno de Orban no parece estar por la labor, a pesar de que el pasado mes de abril Csatáry encabezó una lista de criminales nazis realizada por el Centro Simon-Wiesenthal.

Hacia el autoritarismo

Hasta cierto punto tiene su lógica, porque Hungría está dirigida por un primer ministro que hace todo lo posible por conducir al país hacia el autoritarismo mediante la aprobación de una nueva Constitución y leyes antidemocráticas, compitiendo electoralmente con el poderoso partido de extrema derecha Jobbik, defensor del antisemitismo y el racismo que simpatiza abiertamente con las ideologías fascista y nazi.

Serge Klarsfeld se basa en esta situación para asegurar «que no habrá una investigación judicial con este Gobierno conservador». Efraïm Zuroff, director del Centro Simon-Wiesenthal de Israel, expresa su frustración con Hungría, porque «hasta ahora no ha pasado nada. A la edad de Csatáry, la salud puede degradarse de un día para otro. Hay que actuar rápidamente. El tiempo que pasa no disminuye en nada la culpabilidad y la vejez no es una protección para los autores del Holocausto».

Mientras, el criminal nazi sigue viviendo plácidamente en su cómodo apartamento del distrito XII de Budapest, y no parece importarle que desde hace tres días se produzca un interminable desfile de periodistas y familiares de víctimas del Holocausto delante del moderno edificio donde vive. Él ya no abre la puerta a nadie y su coche, un Ford Escorpio gris oscuro, está aparcado en el estacionamiento del inmueble. El criminal de guerra, que fue un hombre cruel y sin piedad, vive ajeno al dolor y la preocupación de los demás.