Artículo de septiembre de 2011

PERENGANA

 

Después de acudir al templo, shul o knis, en Shabat, me propuse rezar con fervor para sentirme acorde a mis tradiciones y creencias, porque quiero decirles que, aunque mis ideas se rigen por conceptos que dicta la modernidad, mi tranquilidad espiritual se basa en los preceptos que marca la religión.

Se preguntarán cómo es posible que una persona que ha vertido ideas agudas acerca de la represión del individuo, pueda estar tan cercana a la religión. Quiere decir que a veces me considero precisamente una persona altamente reprimida, sin embargo, si los grandes filósofos o científicos o pensadores que hablan de un estado mental adverso por reprimir nuestros impulsos o instancias psíquicas gracias a  la cultura y a las premisas moralistas, considero que no han tenido efecto en mi conducta, a menos que la alta angustia que a veces me domina sea causada por ese parámetro.

A pesar de todo, quiere decir que puedo seguir deambulando por el mundo con recato, aunque mi pensamiento y mis ideas, muestren una perspectiva o visión de alguien que parece ser que no es como es, en el punto final de la congruencia existencial.

Creo, en el fondo de este auto análisis, que esto nos sucede a muchos, porque en nuestra condición es precisamente como nos extendemos y tenemos aptitudes para todo, porque ya lo decía Kant: “los principios de la razón son universales y necesarios”. Por eso tenemos la facilidad de regresar cuantas veces queramos a los espacios de un lugar para encontrarnos con Dios, aunque nuestro discurso quizás no parezca tan afín.

Dejo descansar un poco mis neuronas y cambio de canal para sugerirles humildemente que después de hacer este ejercicio de conciencia, no sientan tanta frustración ante un texto que les pueda parecer incongruente en su concepción. A la idea que pretendo llegar es a que somos, cada uno de nosotros, varios personajes a la vez, y eso no quiere decir que tengamos problemas de personalidades distintas, más bien, parece que es un mecanismo de defensa que da posibilidad de destapar nuestro Yo y encontrar más recursos en nuestra existencia.Me voy a lo llano y les recuerdo que ya nadie me ha escrito, quiere decir esto que nadie se identifica con lo que digo o nadie se atreve a comentar nada, porque ésta es la nueva tendencia social, ver, oír y callar.

Esas nuevas modalidades de moral se han establecido para el individuo en pleno siglo XXI, y nos han sido impuestas en la mayoría de los entornos en los que nos desarrollamos; sólo les recuerdo que el silencio y el miedo de hablar es una postura represiva y denota debilidad e inseguridad.