RABINO ELIYAHU BIRNBAUM

Luego de la guerra, Leo Beck contestó negativamente, pero la inmigración rusa actual está reviviendo a las comunidades en extinción.

Hay quienes definen este fenómeno como un milagro y hay quienes lo vean como una tragedia histórica y anti-sionista. Sin embargo, todos reconocen la nueva realidad del mundo judío: la judería alemana revive, y el número de judíos en ella crece en forma significativa.

En 1991, la comunidad alemana tomó una decisión histórica: abrir las puertas a los judíos de la Unión Soviética que hace poco se había colapsado. Desde ese entonces, cerca de 230,000 judíos aprovecharon la oportunidad, y pasaron a ser la mayor parte de la comunidad judía local (en la víspera de la caída del muro había en Alemania solo28.000 judíos). En los últimos cuatro años, Alemania absorbió a más judíos que Israel. Estos números increíbles, transformaron a Alemania en la comunidad en mayor crecimiento del mundo judío, luego de Israel, y en la tercera comunidad judía más grande de Europa Occidental. Y aún así, hay en Alemania solo un tercio de los judíos que había allí antes de la shoá.
Es interesante recalcar, que la mayoría de los judíos que llegaron a Alemania, son judíos de acuerdo a la halajá y no solo de acuerdo a la ley de retorno. El motivo de esto, es porque el gobierno alemán, con el objetivo de agrandar las comunidades, brindó permiso solo a aquellos judíos que de acuerdo a las reglas de la comunidad, podían ser aceptados como miembros de la comunidad (y por supuesto a sus parejas). En distintas ciudades, los judíos de la Unión Soviética representan del 80 al 100 porciento de los miembros de la comunidad. Incluso el lugar de los judíos “sefaradíes” fue preservado, con judíos del Cáucaso, Georgia y Bujará.

¿Por qué el gobierno alemán decidió atraer a los judíos de la unión soviética? Es importante recordar que dicha decisión tiene grandes consecuencias presupuestarias, debido a que el gobierno alemán apoya a cada inmigrante con una canasta de absorción, seguro social, alquiler, estudio del idioma, capacitación, en adición al presupuesto para que las comunidades puedan realizar actividades culturales para los mismos. El gobierno alemán, pidió en forma clara y directa, fortalecer a la comunidad judía del país la cual se encontraba hasta los años `90 en un proceso de envejecimiento y reducción. Pareciera ser que es posible decir que hoy hay judíos en Alemania y no hay antisemitismo. Aunque quizás, sería más exacto decir que hay antisemitismo, pero intentan no darle lugar. El gobierno y sus ciudadanos hacen todo el esfuerzo posible para cambiar la imagen del pasado. En el año 2003, el gobierno federal firmó un acuerdo con la comunidad judía, el cual le da al judaísmo un status equitativo al de la iglesia católica y luterana. El acuerdo fue firmado el día del aniversario de la liberación de Auschwitz, y bajo el mismo, se comprometió a apoyar la religión y la cultura judía en Alemania.

Luego de este acuerdo, surgieron nuevas comunidades de manera sumamente ligera. Para poder implementar su objetivo, los inmigrantes fueron enviados a distintas comunidades, sin capacidad de elección. El gobierno distribuyó a los judíos en 16 estados y decenas de ciudades, y de esta forma, se formaron más de 100 comunidades judías.
Pareciera ser, que Alemania y la comunidad judía de la misma, se enfrentan nuevamente al problema de la “integración” y la “culturización”, problema que sufrieron muchos judíos alemanes antes de la shoá. La mayoría de los judíos rusos desean integrarse a la comunidad alemana local, pero preservando la identidad rusa. Hay quienes preservan el idioma en la casa, y otros intentan preservar la cultura rusa en público y sociedad. Una encuesta que fue realizada hace poco tiempo, demuestra que más del 60 porciento no se siente en absoluto integrado a la sociedad alemana, y el 29 porciento se siente “un poco” integrado. Sin embargo, es de suponer, que respecto a los jóvenes, la situación es un tanto diferente y la integración de ellos es mucho más relevante.

Esta situación, crea una diferenciación entre el público judío alemán “original” y el público de habla rusa, formando así dos comunidades dentro de una. Al comienzo, los judíos alemanes intentaron influenciar a los judíos rusos, para que adopten el idioma alemán y la cultura del país. Muchas comunidades prohibieron a los rabinos predicar en ruso y realizar festejos y actos especiales en ruso (como el 9 de mayo, el día de la victoria del ejército comunista sobre la Alemania nazi), sin embargo no lo lograron. En las grandes comunidades aun se preserva la hegemonía del idioma alemán; en las comunidades más pequeñas, se realizan prédicas en ambos idiomas al mismo tiempo.

Los judíos de Rusia que llegan en los últimos años a Alemania, no vivieron en Rusia una vida comunitaria judía o religiosa. No se parecen a sus hermanos que llegaron de Rusia a Berlín y Nueva York a comienzos del siglo XX, los cuales tenían conocimiento judaico y experiencia en la dirección de una comunidad. En este momento, las comunidades no siempre saben cómo recibirlos, tanto a nivel social como comunitario. Las mismas, no estaban preparadas para números tan grandes de nuevos integrantes; hay comunidades que se duplicaron e incluso triplicaron y hay comunidades pequeñas que crecieron diez veces más.

Una de las comunidades que representa un gran ejemplo sobre el increíble proceso que se está produciendo en Alemania, es la comunidad de Dortmund, en el estado de Westfalia en el sur oeste de Alemania, en la zona del Río Ruhr. En esta comunidad, hay cerca de 4000 judíos, 92% de ellos de habla rusa. El rabino de la comunidad, el Rabino Avijai Apel (egresado del Instituto Straus-Amiel), el cual llegó a la comunidad luego de desempeñarse allí como rabino liberal durante varios años, tiene conciencia de la situación de los judíos rusos y divide sus prédicas entre el ruso y el alemán.
En el mes de Shvat, tuve el honor de ser parte de un acontecimiento histórico único: el ingreso de un rollo de la Torá, a la sinagoga, por primera vez desde la Shoá.

La sinagoga principal de Dortmund, fue construida en el año 1897 y destruida antes de la noche de los cristales rotos, en 1938, de acuerdo a la decisión de la municipalidad, con la excusa de que “el edificio no es adecuado, a nivel estético, con el resto de la ciudad”. En lugar de la sinagoga fue construido un teatro municipal el cual existe hasta hoy en día. La nueva sinagoga fue construida en otro lugar de la ciudad, en el año 1960.

La procesión con el rollo de la Torá comenzó en el teatro municipal, donde antes se encontraba la sinagoga, y caminó por las calles de la ciudad, cerca de diez kilómetros, hasta la nueva sinagoga. Cientos de personas que acompañaron a la Torá bajo la jupá de las calles de Alemania, lloraron de la emoción y la alegría al ver judíos caminar desde el lugar de la destrucción hacia el nuevo Beit Kneset. Los ciudadanos alemanes, observaron la procesión estupefactos, debido a que es la primera vez que algo así sucede en la ciudad. Sin embargo lo hicieron con respeto y en silencio. El rabino Apel dijo en su prédica: “incluso en este lugar se oyó la voz de la Torá, hasta que la sinagoga fue destruida por el gobierno nazi.

B“H, hoy en día, luego de 68 años, vuelve a oírse la voz de la Torá. En el lugar donde se encontraba la Gran Sinagoga, la cual representa sin ninguna duda el pasado judío de Dortmund con sus 4000 judíos que vivían en ella hasta que fueron expulsados y asesinados, recibimos nosotros el libro de la Torá que les corresponde a aquellos 4000 judíos que vivieron acá y que atestiguan que el pueblo de Israel vive”.

¿Cómo se siente un judío que llegó de Rusia a Alemania? Las investigaciones demuestran que la mayoría de los judíos se ven a sí mismos ante todo rusos y luego judíos, y no se definen en absoluto como alemanes. La vida religiosa y la tradición judía la ven como parte de su identidad personal. Su judaísmo es para ellos una identidad étnica, parecida a la de los vascos o los armenios.