RICARDO ALEMÁN/EL UNIVERSAL

El uso sistemático de la mentira y el engaño empiezan a ser moneda corriente entre la clase política mexicana, sobre todo entre los políticos y medios de comunicación, de la mal llamada izquierda partidista.

Sin pudor, mienten líderes y dirigentes —como Andrés Manuel López Obrador, Jesús Zambrano y Ricardo Monreal—, que parecen dispuestos a lo que sea con tal de cobrar venganza contra aquellos que los derrotaron en las urnas. Y no ven que, en realidad, lanzan su vendetta contra los ciudadanos, en su papel de electores.

De igual manera, y sin ética alguna, mienten medios afines al lopezobradorismo, en tanto que una porción de periodistas e intelectuales adictos a esa tendencia política juegan la versión electoral de “la gallina ciega”. Es decir, con los ojos y los oídos cerrados, buscan un fraude que saben que no existió.

En realidad no es ninguna tragedia que algunos reputados políticos de las izquierdas —y sus cajas mediáticas de resonancia— conviertan en moneda de uso corriente la mentira y el engaño. ¿Por qué, porque podrán engañar a muchos mucho tiempo, pero no a todos todo el tiempo. Y tarde o temprano los aplastará la montaña de mentiras.

Pero no, lo verdaderamente grave es que esos mismos políticos —sus partidos, sus intelectuales y medios orgánicos— también pretenden dar carta de naturalización a la violencia y la agresión lanzada no sólo contra las personas y sus bienes, sino contra la vida de aquellos que se atreven a disentir y criticar al lopezobradorismo y su clase.

Y es tal la “normalidad violenta” que intentan imponer, que las amenazas de muerte son el pan de cada día —a través de redes sociales y ofensivos anónimos—, para todos aquellos que se atreven a criticar los delirios y mentiras de AMLO. Y si bien en la izquierda todos, o casi todos, conocen el origen de las agresiones, también es cierto que todos o casi todos hacen como que “la Virgen les habla” y en el colmo del cinismo, juran y perjuran que ellos nada tienen que ver con los violentos que —amparados en el anonimato de las redes sociales— insultan, ofenden y suben a la red su diaria dosis de amenazas de muerte.

López Obrador, Monreal, Zambrano y muchos otros —además de los medios a su servicio— saben de dónde salen las amenazas, conocen la identidad de sus aliados políticos que las estimulan. Pero no sólo prefieren el silencio, sino que recurren a la complicidad de la negación.

Y frente a la creciente violencia lanzada por el lopezobradorismo contra sus críticos —contra periodistas que, según la delirante interpretación de Ricardo Monreal, son adversarios de AMLO y su movimiento—, no hay autoridad que valga. No hay Poder Ejecutivo, Legislativo o Judicial.

Y el asunto es aun peor cuando, por ejemplo, todos los días se comprueba que a las comisiones de Derechos Humanos —domesticadas por el poder— les vale madre que la violencia estimulada por un político, su claque y sus partidos sea creciente contra periodistas, ciudadanos, empresas e instituciones.

¿Quién ha dicho —y hecho algo—, para impedir y castigar las recurrentes amenazas de muerte contra periodistas; para impedir y castigar a los responsables de las amenazas de muerte lanzadas —por ejemplo— contra los editores de la revista Play Boy. ¿Dónde están —por ejemplo— las autoridades federales, estatales y municipales, para castigar a los violentos que, cotidianamente —hasta sumar más de 200 casos—, han causado daños, violentado y hasta han lanzado bombas molotov contra Soriana?

En efecto, es probable que ni Obrador ni Monreal y menos Zambrano, sean responsables de ordenar la violencia. Pero es cierto —y está a la vista de todos— que durante años, y en la campaña presidencial, sembraron odio, división y confrontación.

Más aun, está probado que en los últimos 35 días, AMLO, Monreal y Zambrano repartieron entre su clientela, miles de garrotes de odio, intolerancia y confrontación, al extremo de que —para muchos de sus fieles— no sólo “es normal” la violencia desatada contra periodistas, medios y empresas, sino que —en el extremo del fascista— los agredidos se merecen las agresiones. ¿Por qué? Por pensar diferente, cuestionar a AMLO y no tragarse sus mentiras.

¿Quién, señores Calderón, Peña Nieto, Ebrard, Mancera..?, será el guapo que castigue a los violentos que apuestan a desestabilizar?