TUVIA KRAWCHIK, RABINO DEL CENTRO COMUNITARIO NIDJEI ISRAEL

Comentario de Perashat Ekev

Antes que nada, para responder esta pregunta, es imperante mencionar el Principio Número Once, de los Trece Principios de la Fe Judaica conforme a Mamónides, conocido como el Ramba”m, principios que de hecho se encuentran después del rezo de la mañana en muchos Sidurim (libros de oración):

“(Aní maamín beEmuná Shelemá – אני מאמין באמונה שלמה), Yo sé con pleno conocimiento, que el Creador, Bendito es Su Nombre, retribuye bien a los que cuidan Sus preceptos, y castiga (maanish) a los que transgreden Sus preceptos.”

Cabe mencionar aquí, que las palabras “Aní maamín beEmuná shelemá”, que por lo general suelen traducir, “Yo creo con fe completa”, aquí se optó por traducir, “Yo sé con pleno conocimiento”, ya que muchas veces en español el verbo creer connota un cierto porcentaje de duda, o falta de plena certeza, idea que no define lo que manifiesta este principio de la fe. Pues no es lo mismo decir, “yo creo”, a decir, “yo sé”.

Siendo que quedó respondida la pregunta de si Hashem castiga (maanish), conforme a este principio, aun prevalece la siguiente cuestión:

¿Por qué en el Tana”j nunca aparece que Hashem castiga (“maanish”)?

Por supuesto, sí aparece que Hashem retribuye y le confiere a cada persona lo que le merece; y este concepto se repite en el Tana”j, múltiples veces. Pero el verbo Leenosh, castigar, nunca aparece con respecto a Hashem.

Si buscamos en todo el Tana”j, (en toda la Biblia) el verbo “Anash”, ya sea en forma de verbo (“Leenosh” = castigar), o en forma de sustantivo (“Ónesh” o Anishá”), encontraremos que Hashem no aparece conjugándolo. De hecho el concepto aparece doce veces en el Tana”j, las cuales generalmente se refieren al proceder de tribunales de jueces de carne y hueso.

Y existe otra cuestión relacionada con esta interrogante:

¿Por qué el Tana”j nunca menciona explícitamente al Olam Haba (al mundo venidero? No hablo de alusiones o insinuaciones acerca del mundo venidero, que ciertamente sí las hay, sino palabras explícitas. Prácticamente el único lugar que habla literalmente del tema, está en Kohélet 12:7 (Ecleasiastés):

“Veharúaj Tashuv el HaE-lohim asher netaná”,

“Y el espíritu regresará a Di-s, quien es quien lo dio”.

Pienso que conceptos que nos podrían ayudar a entender esta cuestión se encuentra en Perashat Ekev, la Perashá de la semana:

Ekev es una conjunción; significa “por cuanto”, “a consecuencia de”; ciertamente comparte las mismas consonantes (“ain” “kuf” “bet” – ע. ק. ב.) que el sustantivo talón, “Akev”; y obviamente, esta semejanza no es casualidad, a lo que viene Rashí a explicarnos, que esta palabra akev, talón o calcañal, alude a aquellas mitzvot o preceptos que uno erróneamente suele considerar no lo suficientemente importantes, y pasa por encima de ellas pisándolas con el talón.

¿Pero qué tiene que ver semánticamente la conjunción “por cuanto”, con el talón? ¿Ékev con Akev? La connotación de estos conceptos denota pasos, pisadas, consecuencia, eslabones en un proceso. La etimología de la palabra

Ekev nos da la respuesta a nuestra pregunta inicial, la palabra clave no precisamente castigo, sino consecuencia. Las retribuciones de las cuales nos habla la Torá, no son exactamente castigos, sino que son consecuencia de nuestros propios actos. Y esto se repite muchas veces en la Torá, pero sobre todo en nuestra Parashá, Ékev: “y será por cuanto escuchareis… que Hashem te bendecirá…”, y también, aun más recalcadamente, aparece el concepto en el segundo párrafo del Shemá, el “Vehayá im Shamoa Tishmeún”, el cual también figura en nuestra Perashá de la semana:

“Y será que si aceptar aceptaréis Mis preceptos… que habrá lluvia en vuestra tierras…; cuídense, no vaya a ser que sean seducidos vuestros corazones… y no habrá lluvia…”

El Pirkeí Avot nos urge a no ser de los siervos que sirven al amo esperando un premio; al servir a Hashem, por el deseo de servirlo en sí, por el amor a Él, y no por el deseo de estar en un Gan Eden, hace al servicio a Di-s algo legítimo y elevado; y la retribución, tanto en este mundo como en el otro, simplemente será una consecuencia.

En conclusión, las retribuciones, buenas o malas, son consecuencia de nuestros propios actos; si nosotros le damos a nuestra vida, a nuestro tiempo y a nuestros recursos, un propósito celestial, les estamos dando una buena justificación de ser, y de tenerlos en nuestra posesión, de ahí la razón de la lluvia, que representa el sustento, la abundancia, y hasta la vida en sí. Mas si no los canalizamos hacia el objetivo correcto, nosotros mismos estamos cerrando la llave; es una consecuencia, no un castigo.

Quiera Hashem que no nos falte nada para poder servirlo como debe ser, “besimjá ubetuv levav merov kol”, “con alegría, con corazón contento, con abundancia de todo”. Venomar Amén.