LEON OPALIN PARA ENLACE JUDÍO

Después de narrar los acontecimientos sobre algunos viajes que realice en diferentes etapas de mi vida, retomo las Crónicas Intrascendentes en la parte que cronológicamente referí a hechos de mi persona cuando tenía una fábrica de trajes de hombre y asistía al Itam, en donde estudiaba la carrera de Economía. Una situación de ese período que recuerdo y que se asemeja con las actuales protestas juveniles del denominado movimiento Yo Soy 132, que rechaza el triunfo de Enrique Peña Nieto como Presidente Electo de México y a la manipulación de la opinión pública por parte de Televisa, fue la revuelta juvenil mundial y en México que se registró en 1968, y, a diferencia del Yo Soy 132, capturado por los esbirros del intransigente y corrupto “líder´´del PRD, Andrés Manuel López Obrador, representó un autentico movimiento de protesta social. Sorprendió en aquel entonces, que los alumnos del Itam, institución educativa con un Consejo de Administración integrado por representantes de grandes empresas y bancos, participáramos en una megamarcha en la Ciudad de México, que afortunadamente no cobró victimas. De manera apasionada y alegre, fui a la marcha con un pequeño contingente de alumnos del Itam en la que gritamos consignas antigubernamentales. La Dirección y el Consejo del Itam no prohibieron nuestra participación en ese evento, seguramente por que consideraron que serviría de desfogue de nuestras inquietudes.

No obstante, estando un día trabajando en la fábrica, escuche un alboroto en la cercana calle de Madero, fui a ver que sucedía, y, entonces, observé que un gran número de jóvenes corrían hacia el Zócalo en donde se había convocado a un gran mitin del Movimiento del 68; caminé dos cuadras con la multitud, sin embargo, de repente, en contra corriente, corrían huyendo muchas personas perseguidas por soldados que disparaban a mansalva sobre ellos; me alejé rápidamente, tomando conciencia de la violenta represión que se había desatado y que finalmente causó miles de muertos, sobre todo de jóvenes. En las protestas, justas o injustas, siempre existen individuos que sirven de carne de cañón para políticos y líderes sociales.

El Gobierno del Presidente Luis Echeverría (1970-1976), integró a los principales líderes estudiantiles rebeldes en su administración; de alguna forma, ello significó un triunfo para los jóvenes, sin embargo, estos últimos en poco tiempo se adaptaron a las reglas de corrupción e injusticia que habían caracterizado a los gobiernos que se erigieron a raíz de la Revolución de 1910. La alternancia del partido en el poder en el 2000 y hasta el 2012, no cambio las reglas del juego, ni tampoco el surgimiento de PRD en 1989 de las propias filas del PRI. Por el contrario, ahora los gobernantes y políticos son más corruptos e insensibles a las demandas de la población. La crisis económica, política y social que vive México en el presente, agravada por la violencia que ha generado el crimen organizado, no es producto del azar.

En 1968, cuando tenia 28 años, concluí mi carrera profesional. Mi generación de Economía del Itam, tenía escasamente 20 personas, fuimos a celebrar la conclusión de estudios a la Plaza de Garibaldi, en uno de los restaurantes de esa zona que eran amenizados por mariachis. Fueron cinco pesados años de estudio que tuve que combinar con el trabajo de la fábrica que era de gran responsabilidad. Los miembros de la generación tuvimos una cena de gala con nuestros familiares y amigos en el Hotel Sheraton del Paseo de la Reforma, en aquel entonces de moda en eventos de graduación. Nuestro padrino de generación fue quien había sido rector del Itam y posteriormente Secretario de Hacienda.

Al terminar la carrera me dedique de medio tiempo a elaborar mi tesis; mi madre me asistía en la fábrica para que pudiera hacerla. Escogí como tema de tesis “ La Experiencia Agrícola Colectiva en el Kibutz en Israel y su Posible Implantación en el Estado de Morelos´´. Una parte importante del contenido de la tesis derivó de mi experiencia personal en Israel que detallé en las primeras Crónicas. Ocho meses después del inicio de la tesis la terminé y fui aprobado por unanimidad en mi examen profesional que presente en agosto de 1969; mi padre falleció un mes antes del examen.

Mi esposa estudiaba psicológica en la UNAM; me imaginó que por su influencia empecé a ir con un psicoanalista que también la trataba a ella. En los sesentas, existía la idea de quien recurría al psicoanálisis era una persona `media loca´, de manera de que no resultaba conveniente que la gente expresara que estaba en tratamiento. El psicoanálisis, fue un suceso importante en vida, me ayudó a crear un “insight´´para manejar problemas, que como todo ser humano tenía, no necesariamente para resolverlos. El proceso psicoanalítico es duro, empero, si hay empatía con el terapeuta y este es verdaderamente profesional, se logra descubrir cualidades que la persona ignora que tiene, y que no aprovecha legítimamente. Asistí cinco años a las sesiones de psicoanálisis, primero dos veces a la semana, y después, una; lo deje a los pocos meses de que había fallecido mi esposa, convencido de que ya tenía elementos para manejar por mi cuentas situaciones existenciales que todos nos plantemos. El psicoanálisis fue un instrumento de gran ayuda para mi equilibrio emocional cuando murió mi esposa.

Mi esposa y yo éramos una pareja abierta a la vida y decidimos enviar a nuestros pequeños hijos a un jardín de niños de una escuela activa por el rumbo de Coyoacán, de las dos que existían en la República. A pesar de que este sistema tenía sus primeras experiencia en el país, resultó muy atractivo para nuestra convicciones y siempre participamos gustosos con los padres y profesores en diferentes actividades de la escuela junto con nuestros hijos. El ambiente era de camaradería, no obstante, no todos los padres entendían cabalmente de lo que significaba una escuela activa; simplemente, enviaban a sus hijos a la misma, por que estaba próxima a su casa.

La escuela activa al final de los sesentas y principios de los setentas estaba desligada de la realidad social, de ahí el fracaso del Alma Mater de la escuela activa de Summer Hill, en Europa, una especie de internado paradisiaco, que cuando los jóvenes alumnos salieron del, y, se enfrentaron a la cruda realidad de la vida, no pudieron manejarse frente a esta y algunos se suicidaron.

Cuando mi esposa murió, por recomendación de un matrimonio de psicoanalistas que enviaban a sus hijos a la escuela activa, saque a mis hijos de esta, ya que consideramos que era conveniente que los inscribiera en una escuela tradicional en la que existieran marcos de disciplina que los orientara para la vida. La educación con libertad extrema puede inducir al fracaso.