JANA BERIS/ EL UNIVERSAL.MX

11 de agosto 2012— “Si fuera iraní, en las próximas 12 semanas estaría preocupado”. Estas declaraciones formuladas hace pocos días por el ex jefe del Mossad, servicio de espionaje exterior de Israel, Efraim Halevy, se han convertido en símbolo del debate público en Israel sobre lo que algunos aquí ya llaman “el dilema entre la bomba o el bombardeo”.

Al desarrollarse infructuosamente hasta ahora las negociaciones entre la República Islámica de Irán y las potencias occidentales, sin que se halle fórmula alguna que detenga el programa nuclear iraní, aumenta en Israel la ansiedad.

El primer ministro Benjamin Netanyahu aclara que “Irán no cree que hablamos en serio”. Su ministro de Defensa, Ehud Barak, agrega que “va quedando poco tiempo” y la impresión que deja la cúpula de gobierno es que si no se toma una decisión concreta sobre un ataque, Irán llegará a tener poderío atómico.

Para los israelíes, ese desenlace, en un país gobernado por los ayatolas y cuyos líderes máximos llaman a la destrucción del Estado judío, es una combinación inaceptable, una amenaza existencial.

En medio del complejo mosaico de discusiones al respecto, las declaraciones de Halevy causaron un estruendo especial, ya que dieron la sensación de un cronograma claro o al menos mucho más cercano de lo que se piensa en general.

El ex jefe del Mossad aclaró después que no se refería a nada específico, que él por cierto ya no está hace años en su cargo y que por ende no tiene la información actualizada sobre lo que está ocurriendo hoy.

Pero a él se le sumó el ex jefe del Servicio de Inteligencia, el general retirado Aharon Zeevi Farkash, quien opinó que el ataque podría concretarse en los próximos meses.

Tanto la opinión pública israelí como el liderazgo de Irán saben perfectamente que, en efecto, ni Halevy ni Farkash ocupan ahora ningún cargo por el cual tengan información confidencial actualizada.

Sin embargo, son considerados profesionales serios y creíbles, por lo cual a su análisis, aunque lo hagan en base a los mismos elementos que tiene hoy cualquier ciudadano común, se le presta especial atención.

De por medio está la percepción generalizada en Israel de que Irán no busca en las negociaciones más que ganar tiempo, sin intención alguna de transar.

El doctor Efraim Asculai, del Instituto de Estudios de Seguridad Nacional, experto en el tema nuclear que trabajó en la Agencia Internacional de Energía Atómica en Viena, está convencido al respecto. “Las negociaciones no llevarán a nada, como no lo han hecho todas las vueltas anteriores”, dice a EL UNIVERSAL. “Irán sólo quiere ganar tiempo; el problema es que, en cierta medida, también Estados Unidos quiere hacerlo, ya que está claro que no pensará siquiera en atacar a Irán antes de las elecciones de noviembre”.

Pero el agravante no es sólo que la diplomacia no esté funcionando —y hay discusión acerca de la efectividad de las sanciones— sino los datos en el terreno, en lo relacionado al plan nuclear.

Según Asculai, “Irán ya tiene todo lo necesario para conseguir armas atómicas y lo que falta es que tomen la decisión de hacerlo, lo cual les llevaría entre tres meses y un año”.

Detalla: Irán ya tiene cerca de cinco toneladas de uranio enriquecido a 3.5%, lo cual equivale al 70% del trabajo requerido, o sea cantidad suficiente para entre 4 y 5 bombas; tiene unos 150 kilos de uranio enriquecido al 20% (que es equivalente al 90% del trabajo, ya que el enriquecimiento a nivel militar, de más del 90%, es lo más sencillo y el proceso más corto); tiene una diversidad de aparatos necesarios para el proceso, el mecanismo detonador y otros elementos cuya explicación resultaría demasiado técnica.

Este experto israelí sostiene que el principal motivo de preocupación es que todo indica que el objetivo de Irán no es el que proclaman sus representantes, para uso civil y científico, sino militar. A su criterio, no hay duda que en la instalación de Fordu, cerca de la ciudad sagrada de Qom —secreta hasta hace un tiempo— todo está destinado al enriquecimiento a nivel militar, de más de 90%.

“Si no, ¿para qué esconden todo en la montaña, subterráneo? ¿Y para qué necesitan las 3 mil centrifugas que pueden introducir allí si en Natanz tienen lugar para 54 mil y todavía no están completas? Es ilógico desde todo punto de vista, también económico, algo clave hoy para Irán. Pero no dan el brazo a torcer”.

Claro que de fondo está la gran pregunta acerca de si realmente la ecuación es “bomba o bombardeo”. O sea ¿es seguro acaso que si se bombardea las instalaciones nucleares no habrá bomba?

Lo que es imposible afirmar por ahora es si las recurrentes advertencias de Israel a Irán son el reflejo de un plan que podría llegar a concretarse o simplemente una pieza clave en la guerra de nervios. Halevy y otros dejan en claro que el tono de Netanyahu y Barak es serio y creíble, que no están jugando. Sólo ellos dos saben la verdad.

Pero mientras la opinión pública israelí, expertos a distintos niveles , políticos y ex jerarcas militares continúan debatiendo abiertamente las ventajas y desventajas de un eventual ataque militar contra las instalaciones nucleares de Irán, Netanyahu y Barak ya se habrían decidido a concretar el ataque, inclusive antes de las elecciones presidenciales en Estados Unidos, según la afirmación del periódico israelí Yediot Ahronot.