EL CORREO.COM

Piense en lo peor que podría hacerle a un invitado que está siendo entrevistado supuestamente en directo en un canal de televisión. ¿Sacar sus trapos sucios? ¿Insultar a sus parientes? En Egipto, los productores de un programa de bromas con cámara oculta que se emite durante el Ramadán han pensado que la peor jugarreta que podían gastarle a sus participantes era decirles que estaban siendo entrevistados por una televisión israelí.

La respuesta de los invitados -furia, gritos, insultos e incluso puñetazos- demuestra que estaban en lo cierto. El programa que emite Al-Nahar es una pequeña pero elocuente muestra de que el sentimiento antiisraelí aún corre fuerte por las venas del país.

Uno de los invitados, el actor Ayman Qandil ‘Tuhami’, al que una supuesta espectadora compinchada con los realizadores llama para reprenderle por participar en un canal israelí, la emprende a golpes con la presentadora y uno de los productores, arroja las sillas del plató y se echa la mano al cinturón, donde lleva una pistola. Qandil, como el resto de participantes, pensaba que el programa, ‘Juicio tras la práctica’, se grababa para un canal alemán.

Otro, Mahmud Abdel Gafar, también actor, agarra por el pelo a uno de los conductores del programa mientras le grita: «¿De dónde eres? ¿Quién eres? ¡Eres un judío!». La presentadora, después de desvelarle que se trataba de una broma, reconoce que ha disfrutado del programa con Abdel Gafar y le espeta: «No sabía que podía haber tanto patriotismo».

El sentimiento antiisraelí y el antisemitismo de muchos egipcios, una sensibilidad enraizada en cuatro guerras contra el vecino hebreo y en la solidaridad con el pueblo palestino, no son nuevos y tampoco entienden de clases sociales o culturales, política o religión. «Ha sido manipulado y utilizado por el régimen anterior, que lo permitía o suprimía cuando le interesaba. Ahora está por ver qué pasará con el nuevo gobierno», explica Naila Hamdy, profesora de Comunicación de Masas de la Universidad Americana de El Cairo.

Por ahora, los cambios no han llegado. Esta semana, después del atentado terrorista que acabó con la vida de 16 soldados egipcios en el Sinaí, uno de los informativos del canal estatal Nile TV entrevistó por teléfono a un comentarista hebreo para dar su punto de vista sobre el asunto. Ayal Alima, de Radio Israelí, estuvo poco más de un minuto en el aire, y opinó que ambos ejércitos deberían aumentar la cooperación. Su intervención ha causado auténtica furia entre muchos periodistas egipcios, que piden la dimisión del ministro de Información, el hermano musulmán Salah Abdel Maqsud.

«El mezquino judío»

Según explicaba el diario ‘Al-Ahram’, existe una regla del sindicato de prensa que impide mostrar voces del país hebreo en los medios de comunicación. Sin embargo, como señala la profesora Hamdy, los medios de comunicación están experimentando cambios. «Aunque quedan muchos periodistas con ideas antiguas, también hay otros profesionales más progresistas que quieren un cambio de mentalidad», afirma.

El influjo de canales internacionales de noticias como Al-Yasira que, aunque ofrece contenidos muchas veces desde un punto de vista árabe, siempre cuenta con comentaristas israelíes, empieza a sentirse en los profesionales egipcios. Pero la tarea será ardua y los estereotipos difíciles de combatir.

Otro de los éxitos de la televisión egipcia durante el Ramadán, el momento de más audiencia de todo el año, es la serie de humor ‘La brigada de Naji Atalah’, que tiene como protagonista al actor de comedia más famoso de todo el mundo árabe, Adel Imam. Si artistas y periodistas saben que cualquier vínculo con Israel puede acabar con sus carreras, también son conscientes de que atizar al vecino significa ganar apoyos.

Puede que Imam estuviera bajo sospecha por respaldar a Hosni Mubarak durante la revolución, pero con esta serie, en la que interpreta a un diplomático destinado a la Embajada egipcia en Tel Aviv que planea robar un banco israelí, el cómico podría redimirse ante los espectadores. El canal MBC que lo retransmite anuncia que contiene «los mejores chistes sobre el mezquino judío» y, efectivamente, los muestra como tacaños y mentirosos.

Aunque Egipto e Israel firmaron un acuerdo de paz en 1979, el sentimiento de muchos egipcios es diferente, como aseguraba el actor Ayman Qandil antes de liarse a puñetazos y patadas con todo lo que encontraba a su paso: «La paz se decidió entre los Gobiernos, pero nosotros, el pueblo, tenemos una opinión diferente».