Artículo de junio de 2012

RECOPILADO POR JOSÉ KAMINER TAUBER

El Rabino Zalman Serebryanski, un Jasid ya de cierta edad, originario de Rusia y decano del Colegio Rabínico de Lubavitch de Melbourne, Australia, llevó a una muchacha a ver al Rabino Jaim Gutnick. “Por favor, ayude a esta muchacha a convertirse”, le pidió.

El Rabino Gutnick escuchó la historia de la muchacha. Vivía en Balaclava, y desde muy chica había sentido una fuerte atracción por el judaísmo. Siempre que oía relatos sobre el Holocausto se conmovía profundamente. Había estado leyendo y estudiando sobre judaísmo durante mucho tiempo, y ahora quería convertirse.

Jaim Gutnick quedó conmovido por la sinceridad de la muchacha. Aun así, no quería llevar a cabo la conversión. Ella aún vivía en casa de sus padres no judíos. ¿Podría practicar el judaísmo en casa de sus padres? ¿Continuaría su interés a medida que maduraba y se convertía en adulta? Dado que él no podía responder esas interrogantes, decidió dejar que el tiempo siguiera su curso. Pensó: cuando fuera mayor, si seguía interesada, entonces podría convertirse.

La negativa de Gutnick hundió a la muchacha en una profunda depresión, hasta el punto en que hubo que internarla en un hospital. El anciano Rabino Zalman, conmovido por la profundidad de los sentimientos de la joven continuó visitándola de tiempo en tiempo.

Después de varias semanas, llamó al Rabino Gutnick, hablándole de la situación de la muchacha y preguntándole si tal vez podría cambiar de opinión, debido a la fuerza de los sentimientos de la joven. Gutnick respondió que las razones que lo habían disuadido de llevar a cabo la conversión seguían siendo válidas. Aun así, prometió escribir al Rebe de Lubavitch describiendo la situación. Si el Rebe aconsejaba facilitar la conversión, él se sentiría feliz de llevarla a cabo. El Rabino Zalman dijo a la joven que se estaba consultando al Rebe, e inmediatamente su salud mejoró.

El Rabino Gutnick no recibió una respuesta inmediata, pero más tarde, el Rebe envía una carta preguntando: “¿qué está ocurriendo con la muchacha judía de Balaclava?”. El Rabino Gutnick se sorprendió. Tanto la joven como el Rabino Zalman habían dejado claro que su familia era anglicana. Ambos fueron a confrontar a la madre de la muchacha. La madre insistía en que era anglicana, pero como la sinceridad de los dos Rabinos la impresionó, cedió y contó su historia. Había sido criada en un hogar judío ortodoxo en Inglaterra. De joven, se había rebelado contra sus padres y abandonado totalmente la vida judía, casándose con un gentil y radicándose en Australia. Desde entonces no había pensado ni una sola vez en el judaísmo. Pero amaba a su hija y no se opondría si elegía vivir como judía.

Una vez resuelto que la joven era judía, los Rabinos Serebrianski y Gutnick la ayudaron a sentirse como en casa en la comunidad Lubavitch de Melbourne. La joven siguió haciendo progresos en su compromiso judío y hoy es maestra en una escuela de Lubavitch.

El Rabino Gutnick tenía aún una pregunta: ¿cómo supo el Rebe que la muchacha era judía? En su siguiente iejidut (audiencia con el Rebe) reunió la jutzpá suficiente para preguntárselo.

El Rebe respondió que, por sugerencia del Rabino Zalman, la joven también le había escrito una carta. Una carta así, declaró el Rebe, “sólo podía haber sido escrita por una muchacha judía”.