CON INFORMACIÓN DE AJN

El Gobierno de Sudáfrica prohibió poner la etiqueta “Made in Israel” en los productos procedentes de las colonias judías en los territorios ocupados de Cisjordania y el Golán. Ahora son etiquetadas con la leyenda “Territorios Ocupados por Israel” como lugar de origen.

El alcalde de Maalé Adumim, Benny Kashriel envió una carta a la canciller sudafricana, Maite Nkoana-Mashabane, y al embajador Ismail Coovadia en la cual les señaló que, en última instancia, la decisión de Pretoria de negarse a etiquetar como “Hecho en Israel” los productos producidos en las comunidades de los territorios en disputa perjudica a los más de 2.500 palestinos que se ganan la vida en las fábricas del parque industrial que se encuentra bajo su jurisdicción.

Las fábricas proveen “un ingreso respetable y estamos en términos de buena vecindad con ellos”, destacó.

Kashriel advirtió que “cualquier daño a estas empresas provocará su cierre y el despido de los trabajadores palestinos”, pero también que podría desatarse un boicot contra los productos palestinos, lo cual infligiría “un daño económico al comercio de las ciudades palestinas”.

En virtud de ello, el funcionario instó al gobierno sudafricano a posponer y reconsiderar su decisión, que “causará un daño irreversible a la población de Maale Adumim, en general, y a los palestinos, en particular”.

En nuestra entrevista exclusiva en video, realizada en Israel (parte del cual se hizo en un coche en movimiento) Benny y Sara explican su visión de la ciudad y cómo funciona la convivencia entre trabajadores palestinos e israelíes en esta ciudad.

Sara opina que la solución consiste en tejer relaciones personales entre ambas poblaciones, porque “hay gente buena y mala en ambos lados”. Expresa que, en Maale Adumim, los palestinos ganan el mismo salario que un israelí. “Lo que quieren es darle una vida digna a sus familias. “Los problema son creados por los gobiernos”.

“Los árabes pueden circular por todo Israel, pueden sentarse en los restaurantes, ir a espectáculos… Ojalá pudiéramos hacerlo en ciudades palestinas como Ramallah” suspira Sara.