Artículo de junio de 2012

PETER KATZ PARA ENLACE JUDÍO

En épocas donde todavía migrábamos en el desierto, sin saber que nuestro destino iba a ser Egipto y la esclavitud. Al principio los judíos eran solamente unas cuantas familias descendientes de Avram, después Abraham Avinu. Se celebraba la costumbre a veces más importante que el matrimonio, la de los Tnayim.

Se celebraba solemnemente un contrato entre dos familias, en el que convenían y aceptaban con su firma, que los novios iban a contraer matrimonio.

Cada familia expresaba su acuerdo de que se celebrara la unión y declaraban formalmente, en forma escrita, lo que cada familia aportara a la futura pareja.

Muchas veces este contrato se celebraba entre una familia que tenía una hija menor, aun no apta para poder tener hijos y un hombre mayor, que estaba dispuesto a esperar, hasta que la niña creciera, para después casarse con ella.

Con la celebración de este contrato, la mujer, aunque niña todavía, estaba “reservada” para contraer matrimonio con el varón de la otra familia. Los dos padres firmaban el contrato. A veces el padre de la menor, recibía algo de “kesef” a cuenta.

Cada familia, cada “Tzad” declaraba su acuerdo a que se realizara, posteriormente, la unión de acuerdo a la Ley de Moises. Todavía no se fija la fecha de la Jupa. Hasta que la niña se convierta en mujer lista para casarse y poder concebir.
Las aportaciones pueden ser en “Kesef”, dinero efectivo, o en especie.

Por ejemplo una de las familias declara que aportara veinticuatro carneros, dos camellos, una tienda de campaña y un ajuar de joyería en oro puro para la novia. Cuando el hombre pretendiente era mayor, acepta esperar hasta que la niña crezca. Sea casable, y fértil, en edad de procrear. La mayor parte de la dote es aportada por el hombre mayor y en algunos casos los padres de la menor podían disponer de parte de la dote.

Más tarde son ellos los que convienen en la fecha adecuada y aceptable para los dos “Tzadim”, para que se celebre el matrimonio.

Vista esta costumbre desde un punto de vista sociológico, se trata de darle una protección a la novia durante el noviazgo. Si algo sucede en la relación entre ambos o bien el novio se desdice de su compromiso, la mujer esta protegida con su parte de la “dote”, aportada por la familia del novio.

Mucho más tarde, cuando los judíos ya estaban establecidos en Judea, en tiempos rabinicos, nace la costumbre de romper uno o varios platos de barro o cerámica para significar la alegría de esta ocasión.
Una parte de nuestro pueblo todavía practica esta costumbre. Es una costumbre, un “Minjag”, no es una ley “Din”.