LA RAZÓN.ES

30 de Agosto 2012.-En un nuevo desafío a la comunidad internacional y en un ejercicio de cínica desfachatez, el presidente sirio, Bachar al Asad, ofreció una entrevista exclusiva a la televisión siria Al Dunia, emitida anoche por esta cadena privada pro régimen. En ella, Asad asegura estar en su palacio presidencial en Damasco y se muestra tranquilo, como si su país no estuviera sumido en una sangrienta guerra civil. Es la primera vez que el dictador habla públicamente, largo y tendido, en varios meses y, a pesar de la degeneración de la situación en Siria, siguió mostrándose confiado y manteniendo su versión de los hechos. «Esta no es la primavera árabe, ni una revolución, es puro terrorismo y una conspiración», aseguró Asad.

El presidente sirio afirma que sus fuerzas están ganando la batalla, «progresando», pero admite que la lucha sobre el terreno no es fácil, por ello es necesario más tiempo para vencer, porque Siria «está luchando una guerra regional y global».

Asad atacó en varias ocasiones a los países que están «conspirando» contra su régimen, como los países árabes, a los que acusó de financiar a los rebeldes (en referencia a Arabia Saudí y Qatar), y responsabilizó directamente a Turquía del derramamiento de sangre que está teniendo lugar en Siria.

Asad también desestimó la posibilidad de que se creen zonas seguras o de exclusión aérea en Siria, tal y como la comunidad internacional se ha planteado desde el principio de la revuelta hace casi un año y medio, sin alcanzar un acuerdo. El presidente sirio sabe que existen obstáculos políticos y logísticos, asegurando que es poco «realista» hablar de ello.

Zonas de seguridad

Turquía pedirá precisamente hoy a las Naciones Unidas que establezca zonas seguras en el interior de Siria para los refugiados que huyen de la guerra y que están cruzando la frontera en cantidades cada vez más insostenibles para los países vecinos. Francia ha pujado por esta opción en los últimos días, pero las demás potencias occidentales aún no están convencidas.

El presidente Asad también sabe que las divisiones internas en la oposición Siria juegan a su favor. En sus declaraciones volvía a hablar de reformas y reiteraba una invitación al diálogo nacional, con «todas las fuerzas políticas y sociales que están preocupadas por la situación en Siria», imposible después de la muerte de unas 20.000 personas, según los grupos opositores.

Asad defendía una vez más la actuación de las fuerzas de seguridad y del Ejército sirio, acusado de crímenes de guerra y de matar a los civiles. «Su papel es proteger al pueblo, y lo han intentado», aseguró Asad, quien añadió que su labor es «heroica» y que deben evitar pérdidas humanas en sus combates en el interior de las ciudades.

Preguntado por los desertores, el líder sirio negó que esté controlando a su gente y prohibiéndoles abandonar el país, es más, según Asad el Gobierno está facilitando su salida porque las deserciones representan «un mecanismo de auto limpieza» de las instituciones del Estado.

Una vez más, Bachar al Asad ha descrito a los rebeldes como salvajes y ha dicho que éstos están demostrando que «quieren destruir el país». El presidente sirio, cada vez con menos apoyos fuera del país, hizo pocas referencias a la población civil, que es la que está sufriendo más la violencia, aunque volvió a repetir que «el futuro del pueblo sirio está en sus manos».