LETRAS LIBRES

Moisés Naím, uno de los columnistas más leídos de Iberoamérica, es también autor de más de diez libros sobre economía y política internacional, entre ellos el best seller Ilícito. Cómo traficantes, contrabandistas y piratas están cambiando el mundo. También fue, durante catorce años, el director de la revista Foreign Policy, una de las publicaciones más influyentes del mundo. Ahora preside el consejo directivo de varias organizaciones y think tanks internacionales, es senior associatedel Carnegie Endowment y conduce desde Washington un programa semanal de televisión sobre temas globales, Efecto Naím, que se transmite en Estados Unidos y Latinoamérica a través de la cadena NTN24 (DirecTV). Naím, quien fue ministro de Industria y Comercio de Venezuela, sigue muy de cerca el acontecer de su país.

Por primera vez en muchos años, la oposición venezolana parece estar en mejor forma que en el pasado. ¿Cuál es su evaluación de las fuerzas que se oponen a Chávez y su proyecto?

La nueva oposición venezolana ha sido heroica, democrática, profundamente pacífica y muy honesta en sus procederes. Todo esto nos ha llevado a muchos a hablar de una nueva y muy diferente etapa en la evolución de las fuerzas políticas y sociales que se enfrentan al presidente Chávez. Aunque aún tienen cierta influencia actores heredados de la llamada “vieja política”, del bipartidismo anterior a la “era Chávez”, es obvio que la oposición muestra ahora rasgos novedosos: su cúpula y su candidato presidencial son jóvenes, su imagen no está asociada con el pasado y es imposible endosarle responsabilidades por la terrible situación que vive mi país.

La oposición venezolana, insisto, es extraordinariamente pacífica, democrática y transparente y, además, desde el punto de vista social, su propuesta es muy progresiva y tiene chance de alcanzar el poder. Los temas de su campaña, apuntados a lo social, y el modo hasta ahora exitoso en que ha navegado en un ambiente electoral claramente hostil al libre juego democrático, caracterizado por el brutal ventajismo del gobierno y todo tipo de violencia –física, judicial, mediática, económica–, añade puntos a esa valoración. Sin embargo, hay otros factores, algunos evidentes y otros menos, que también influirán sobre el desenlace de las próximas elecciones.

¿Cuáles son esos factores?

El más obvio y el que más peso tiene es, desde luego, la enfermedad del presidente Chávez, una “enfermedad secreta”, de evolución imponderable. El secreto en torno a su enfermedad y la incertidumbre que implica para todos, incluso para el chavismo, confieren un cariz único a esta campaña. Pero hay otros factores que van a ser muy importantes y son menos obvios. Hay actores políticos que no serán pasivos espectadores de las elecciones y para quienes un eventual cambio de régimen es un riesgo catastrófico. El más conocido de estos actores es Cuba, pero otros países de Centroamérica y el Caribe, potencias como China o Rusia o países como Argentina, Brasil, Bolivia, Ecuador, Irán o Bielorrusia, son protagonistas para los cuales el resultado de las elecciones venezolanas es materia de interés nacional. Reviste la máxima prioridad de los líderes políticos y militares de estos países y de sus familiares y amigos que lucran personalmente con los enormes negocios que hacen con Venezuela.

Es también de sobra conocido que el narcotráfico, así como todo tipo de redes criminales internacionales, se han establecido en Venezuela gracias al favorable ambiente que encuentran para sus actividades. Y en el caso de ciertas redes de narcotraficantes, hay sobradas evidencias de que este ambiente favorable se potencia gracias a la complicidad activa de altos personajes del gobierno o sus allegados. Esto no lo afirmo yo, sino que está ampliamente documentado por organismos y tribunales internacionales independientes y respetados. Suponer que esos actores no están utilizando sus capacidades, experiencias, recursos, contactos e influencias para moldear en lo posible una situación tan críticamente importante para ellos es, a mi juicio, muy ingenuo. Hay una amplia madeja internacional de redes criminales para la cual la salida de Chávez del poder es una gran amenaza.

Comencemos por la enfermedad de Chávez.

Al margen de su evolución clínica, de si Chávez puede fallecer o no antes de las elecciones del 7 de octubre, cosa que nadie sabe, su enfermedad lleva de modo natural a preguntarse qué harían los herederos de Chávez en caso de que él se vea incapacitado por razones de salud. Chávez es el equivalente al fundador de una empresa familiar que tiene varios posibles herederos pero que no está dispuesto a hacer testamento ni nombrar a un sucesor. Cada uno de los herederos se siente con el derecho, la capacidad y, en algunos casos, quizá hasta en el deber de ser el sucesor de Chávez, aunque esto implique un fuerte choque con sus rivales. Todos juegan a la armonía en público mientras tiran a matar en privado. En estas rivalidades, cada quien encuentra fuertes incentivos para excluir a los demás y quedarse con el poder sin compartirlo. Sabemos que, en situaciones como esta, la colaboración y la armonía son fáciles de mostrar con gestos y retórica, pero muy difíciles de mantener en la práctica. Las traiciones y el conflicto entre los herederos serán la norma hasta que no aparezca un vencedor con más poder que los demás y someta o elimine a sus rivales. Las pugnas dentro del chavismo serán brutales y largas.