EDUARDO HADJES NAVARRO

Sin lugar a dudas, a esta altura de la historia del conflicto israelí-palestino, ya nada debiera extrañarnos de la actitud y decisiones de Mahmoud Abbas. Ahora, salta a la palestra noticiosa, solicitando a las Naciones Unidas, ser aceptado como observador de “estado no miembro” de dicho organismo.

Antes de extendernos sobre esta noticia, leída en El Mercurio, página A10 del domingo 9 de Septiembre, repasemos muy sucintamente, quien es Abbas y a qué representa. De esta manera, espero, podremos comprender de mejor forma y sin falsas deformaciones, la magnitud del absurdo que solicita.

Mahmoud Abbas es el “presidente democrático” vitalicio de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), cargo heredado de Yaser Arafat, a la muerte de éste. Aquí no entraremos a analizar de qué murió este terrorista seudo pacifista, ya que desde el día mismo de su fallecimiento, el misterio ha sido su principal característica. Recordemos que esto aconteció en un hospital francés y, por prohibición tanto de la familia como de la ANP, no se permitió informar al respecto, siendo el principal rumor, que falleció por sida. Ahora, resulta que se está exhumando el cadáver, para investigar un posible envenenamiento, lógicamente atribuido a Israel, antes de iniciar las investigaciones.

Cuando el resultado libere a los israelíes de su muerte, el diagnóstico será ignorado y, así, una vez más, sólo quedará en la mente del mundo, la idea que los “sionistas” estuvieron comprometidos en la muerte de tan “insigne estadista”.

En la década de los sesenta, empieza a aparecer el concepto de “palestino” entre los árabes que vivían en la ex Palestina, dividida en dos estados, por resolución de la ONU, en noviembre de 1947. El Estado de Israel, que fue proclamado inmediatamente después del retiro del último soldado inglés, en Mayo de 1948 y un Estado Palestino, que no se formó por la oposición categórica de la Liga Árabe, la cual invadió todo lo que pudo, en los mismos instantes que se creaba el Estado hebreo.

Los árabes que arrancaron de los territorios que fueron quedando en poder del insipiente ejército israelí, pasaron a ser, hasta la actualidad y a perpetuidad, “refugiados” hoy con el apellido “palestinos” lo cual, en sus inicios, no le gustaba a los ocupantes de lo que debió ser su propia nación, los gobiernos jordano y egipcio. En sus inicios, los primeros justificaban su actitud, manifestando que ellos eran los legítimos representantes de los palestinos, lo que era verdad ya que dicho reino fue creado ilegalmente por el Imperio Británico, en los 5/6 del territorio en que asumió el Mandato, por disposición de la Liga de las Naciones, luego de finalizada la Primera gran Guerra, con la expresa instrucción de crear en dichos territorios, una nación hebrea.

Muchos de estos árabes, se refugiaron en Jordania y, de tanto escuchar que ellos debían sentirse en “su tierra”, se lo tomaron en serio, lo que provocó la ira y el temor del Rey, lo que desencadenó la brutal matanza del nefasto “Septiembre Negro” en que 45.000 de estos refugiados, fueron masacrados por las tropas jordanas.

Muchos grupos de resistencia van surgiendo entre estos refugiados. En vez de dirigir sus odios en contra de sus verdaderos opresores, sus “hermanos árabes”, lo hacen en contra de Israel. Tal como sucede la mayoría de las veces, los cabecillas de estos grupos, no logran ponerse de acuerdo, debido a las propias ambiciones personales, que dominan sobre cualquier otra consideración. Surge en la Organización de Liberación Palestina (OLP) el liderazgo de un joven ingeniero, Yaser Arafat, el cual, por el simple método de eliminar a sus contrincantes, logra el poder indiscutido de la OLP primero y luego la del resto de movimientos similares, los que terminan por desaparecer.

Dado sus métodos terroristas, Arafat se las arregla para crear la ANP que tendrá un sesgo democrático, dejando los actos terroristas, a la OLP. A su muerte, lo hereda Abbas, el cual, en sus inicios, despierta grandes expectativas, ya que, aparentemente, está imbuido de ideas más democráticas que su antecesor y se supone que realmente desea lograr la paz con Israel. Los acontecimientos demuestran lo errado de tal idea.

Convencido Abbas que representa a todos los palestinos, llama a elecciones en la Franja de Gaza, siendo derrotados por otro grupo terrorista, Hamás.

Habiéndose retirado Israel unilateralmente de dichos territorios, los palestinos inician una guerra fraticida, triunfando ampliamente Hamás, al punto que los militantes de la OLP y la ANP, deben huir y refugiarse en Cisjordania.

Debemos destacar que desde el momento mismo de la retirada de Israel de Gaza, los terroristas palestinos se encargan de iniciar un permanente y nunca detenido hostigamiento del sur de Israel, disparando cohetes de los más variados calibres y poder de destrucción. Se calcula que los israelíes han debido soportar el lanzamiento de más de 13.000 cohetes desde esos instantes a la fecha. Sólo en lo que va de este año, Hamás y sus secuaces, han disparado 557 cohetes, cada vez con mayor poder de destrucción y de más largo alcance.

Creo que con estos antecedentes, estamos en condiciones de entrar a analizar el artículo de El Mercurio, recordando en primer lugar, que no hace mucho, Abbas trató de lograr el reconocimiento de la ONU como miembro pleno y con todos los derechos de un Estado independiente, olvidando que la ANP no lo es, Previo a la votación, el líder palestino aseguraba que tenía los votos necesarios para cumplir tan anacrónico respaldo. Sabiendo lo desvergonzado que es para mentir, al momento decisivo, quedó en evidencia la falacia de sus declaraciones.

Donde sí logró ser reconocida la ANP es en la UNESCO, pero eso no nos debe sorprender ni preocupar, ya que, pese a ser un organismo internacional, en la práctica ha demostrado su verdadera vocación que es demonizar, desacreditar y denostar, en todos los idiomas y formas posibles, sólo al Estado de Israel, el cual ha sido calificado con cuanto epíteto denigrante pueda existir, mientras que las más perversas dictaduras imperantes, gozan de su pleno respaldo, para actuar con tanta democracia y tolerancia como lo está haciendo en estos días, Basher al Assad en Siria.

“Vamos a ir a las Naciones Unidas (con la petición) el 27 de Septiembre” señala Abbas desde Ramalla, capital de Cisjordania, agregando que aspira a un Estado independiente con capital en Jerusalén Este.

Sencillito el Sr. Presidente. Todavía no logra un Estado y ya pretende usurparle a Israel parte de su capital.

Abbas se considera tan fuerte y poderoso, que desafía a Estados Unidos y no acepta esperar a después de las elecciones de dicho país, para seguir en sus tratativas. Tampoco cree necesario el lograr un acuerdo con Israel. Simplemente, él impone sus condiciones y o se le acepta todo o no se sienta a conversar. ¿Para qué se reuniría Israel con la ANP, si previo a ello, ya se hubiera firmado la sentencia de muerte del primero, al aceptar todo lo solicitado por los palestinos?

¿Sabías tú que la ANP ha declarado enfáticamente que para llegar a sentarse a conversar, entre otras cosas, Israel debería aceptar el retorno de los cuatro y medio millones de actuales refugiados palestinos en su territorio, ya que el futuro Estado Palestino por ningún motivo los recibirá?

Una de las razones que da Abbas para actuar de inmediato, es para calmar a su población de una serie de protestas ocasionadas por un alza de impuestos. ¿Quién sabía de estas protestas y cómo se le puede ocurrir alzar impuestos cuando es sabido que la parte más importante de lo recaudado va a dar a los bolsillos de sus dirigentes, al igual que parte de las cuantiosas donaciones extranjeras, que cada día fluyen en menor cantidad, justamente por el rechazo de los donantes a esta práctica?

También nos dice El Mercurio que Abbas quiere decirle al mundo “somos un Estado bajo ocupación”

Sobre la falacia de “ocupación” ya he escrito en reiteradas oportunidades sobre tal afirmación. Invito a mis lectores a recurrir a la serie de 7 artículos sobre los mitos creados por los palestinos, uno de los cuales es justamente lo de “territorios ocupados”. ANAJNU, cuando los publicó durante 7 semanas, fue agregando muy oportunamente, los comentarios anteriores y luego, durante un tiempo prudente, continuó difundiendo toda la serie.

A JAI, en Montevideo, cuando inicié el envío de mis comentarios, le mandé los 7 comentarios los cuales, creo no fueron publicados. Me permito sugerirles lo difundan ya que no han perdido actualidad y muchas cosas que hoy doy por sabidas, están explicadas oportunamente con lujo de detalles.

En todo caso, si nunca ha existido un Estado Palestino, ni antes ni ahora y, si Israel lo conquistó en guerras con Egipto y Jordania, sin ninguna participación palestina ¿De qué “territorios ocupados” están hablando?

Abbas se da nuevamente el lujo de “rechazar” que Israel construya en su propio territorio y finaliza manifestando su requerimiento de establecer su Estado acorde a las fronteras de 1967. ¿De qué fronteras está hablando, si en realidad se está refiriendo al lugar en que quedaron los ejércitos beligerantes (Israel, Jordania y Egipto) cuando la Liga Árabe logró que la ONU ordenara el alto al fuego, para evitar el desastre total de los ejércitos árabes ya mencionados? Hasta donde yo se, nunca en ningún conflicto bélico, el lugar en que se detuvo una batalla se constituyó en un antecedente histórico, para pretender establecerlo como frontera definitiva, especialmente cuando, en una nueva batalla, dichos límites desaparecieron en un nuevo enfrentamiento y, nuevamente, siendo éste, producto de la pretensión de los perdedores, por derrota al victorioso y, lo más absurdo de todo es que los palestinos, meros observadores en todas estas guerras, pretenden exigencias de triunfadores, en circunstancias en que sus protectores, fueron total y absolutamente derrotados.