JOAQUÍN LÓPEZ-DÓRIGA/MILENIO.COM

Ya ni me acuerdo hace cuántos años conocí a Adela Micha, pero son muchos y siempre trabajando. Así la he visto siempre, en su doble papel de trabajadora y madre omnipresente.

Adela hace su noticiario todas las noches en el Canal 9, transmite su programa de radio todas las tardes en Imagen, colabora en Excélsior, atiende su propia página y todavía se las arregla para hacer las entrevistas que solo a ella le salen.

Por eso, cuando el sábado me enteré por Carlos Marín de que al recibir en el Congreso de Veracruz, en Xalapa, un doctorado Honoris Causa por la Universidad Popular Veracruzana, le lanzaron unos huevos desde la complicidad del anonimato, me indigné, básicamente, porque no se lo merece y porque es una cobardía.

Entiendo que hay quienes están en desacuerdo con Televisa, pero lo que rechazo es esa violencia, que veo como una nueva escalada en el ambiente que desde 2006 se viene cultivando y su Ayatola exacerbando, incapaz de una crítica a esa violencia o de una expresión solidaria a quien, víctima, no forme parte de su corte.

También me llama la atención la reacción de un sector cercano a López Obrador, que atenuó diciendo que Adela lo había tomado con humor, o lo de huevos para Adela, balas contra otras mujeres, en un afán de atenuar la agresión, cuando en forma permanente hemos condenado los homicidios.

Cuando una turba hostigó, insultó y empujó a Carlos Marín en medio de la campaña electoral, apunté aquí: ¡qué sigue al escupitajo! ¿El hospital, el ataúd?

Hoy lo tengo que preguntar de nuevo: ¿qué es necesario para que Andrés Manuel López Obrador se pronuncie contra la violencia y el encono que ha cultivado? ¿Qué hacer para contener esa peligrosísima tendencia? No lo sé, pero sí tengo claro que es de tan alto riesgo, que no se puede ignorar.

Por lo demás, querida Adela, solo reiterarte: te lanzaron lo que les falta.