EXCELSIOR /

En Chihuahua, el gobernador sigue buscando cómo hacer para que las mujeres no accedan a sus derechos políticos, cambiando la Constitución de manera positiva, pero incompleta y en retroceso, violando derechos humanos. En Sinaloa, los diputados estorban la igualdad, legislando cuotas de 40%, pero haciendo maromas y reclamando que las mujeres tengan 2% para capacitación; en Puebla, sólo se escuchan las voces de las activistas, pero quienes tienen poder para cambiar la desigualdad imperante no se atreven a buscar cómo abrirles la puerta. En Veracruz, ni noticias hay…

¿Dónde están los hombres solidarios, porque en esas tierras no los vemos actuar para deshacer tanta desigualdad? ¿Las mujeres “con poder” están de vacaciones? ¿Tendremos que preguntarnos, como Juana Castro: ¿Quién hablará de nosotras cuando estemos muertas?

Porque de eso, millones de mujeres mexicanas dan cuenta puntual. ¿Sabemos acaso algo de Delina Zebadúa Palencia? Mujer generosa y digna, que cumplió, mejor que muchas, el dictado del “deber ser” femenino.

Dicen quienes supieron de su paso por las calles de Comitán, Chiapas, que “es una de las muchas víctimas de la injusticia que produce la nefasta práctica de los comitecos, como lo es la de “Engrandecer a pocos que empequeñece a muchos”, pues en Comitán, Chiapas, sólo se le rinden honores, ¡de sobra!, a dos personajes: el doctor Belisario Domínguez y doña Rosario Castellanos; y a pesar de que ya han pasado más de 100 años de su fallecimiento, ¡nadie, absolutamente nadie, se ha dignado acordarse de Delina que, según se dice, fue la persona que se convirtió en “La Enfermera del Pueblo Comiteco”, que convirtió su casa en un hospital gratuito donde ella servía a la gente pobre de toda esta región!”

Una de tantisísimas mujeres que han hecho posible el que los hombres brillen y sean recordados, dedicando su vida a lo que ellos deciden, pero sin que la memoria de nadie las alcance. Ni una palabra sobre ella hay a cada mención de quien fuera su marido, Belisario Domínguez.

A pesar de todo, debemos seguir intentando “adelantar el reloj de la historia” que con la histórica sentencia del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación logró que se adelantaran unos 50 años el arribo de mujeres en cantidad suficiente para influir en los destinos de la patria, desde el Congreso federal.

Pero en las entidades federativas estamos urgidas de voces y talentos que no permitan que la discriminación siga manteniendo al país en la pantanosa desigualdad. Como dijo María de Maetzu: “Toda mujer que piensa debe colaborar en la obra de la cultura humana, por lo que me avergonzaría no ser feminista”.

En algunos estados de la República estamos como las mujeres inglesas de la época de William Blake (mediados de 1800): privadas de todos los derechos civiles y políticos y constreñidas por una moral sexual que nos encadena. Dos siglos de atraso, 200 años de injusticia, muchos y tormentosos momentos de sufrir inútilmente.

Pondremos un anuncio buscando hombres solidarios y mujeres que demuestren fortaleza suficiente para trastocar tanta desigualdad, porque estamos seguras de que existen, pero les falta sólo un empujoncito para actuar.