SAMUEL SCHMIDT/ LA PALABRA.COM

Una frase muy afortunada y muy citada de Orwell es que “todos los cerdos son iguales, pero hay unos más iguales que otros”, que viene muy al caso con los sucesos recientes de la violencia en México, donde en contra de la lógica democrática de que todos somos iguales ante la ley, en el mundo del crimen predomina la tesis de Orwell.

Son 150,000 los asesinados en lo que va del sexenio, pero el gobierno no tiene la misma actitud respecto a todos ellos, ni por supuesto la misma eficiencia en la investigación de esos crímenes.

En el asesinato del joven Moreira, hijo del ex gobernador y sobrino del gobernador actual de Coahuila, ni tardo ni perezoso, Calderón salió a la palestra y con voz firme y con autoridad, como si fuera presidente, dio instrucciones muy precisas para que las autoridades dieran con los culpables, cosa que de forma inusual hicieron en solamente unos días. Tanta eficiencia y disciplina a la voz presidencial abruman. Al parecer no era difícil, siguieron la pista de quien era la última persona visitada por la víctima y encontraron que el crimen salió de la policía, detuvieron a mucha gente y tal vez alguno confesó, ahora falta la acción judicial. Todo mundo ha denunciado los cruces entre el crimen organizado con y sin uniforme, en Coahuila mismo se habla sobre la desaparición de esa línea –tenue por cierto- entre los carteles y los cuerpos policiacos, aunque los últimos que parecen enterarse del Vox populi son los políticos.

En el caso del “supuesto” acribillamiento del líder de los Zetas, Heriberto Lascano “el Lasca”, el presidente
Calderón, después de alabar a la Marina por matar a alguien que no conocían, enmudeció. Para el interés nacional es más importante conocer los detalles de la posible muerte de un capo mayor, que el asesinato de un joven de la élite, ¿por qué entonces el silencio presidencial?

Quedan varias dudas:

1) ¿Por qué la Marina lo mató? Si la Marina no estaba en un operativo especial, ¿ahora patrullan calles cumpliendo funciones de policía?

2) ¿Qué tipo de protocolo siguieron? Si no tenían refuerzo de inteligencia, y se encontraron a alguien sospechoso, ¿por qué lo mataron?, ¿por qué no lo llevaron a la morgue?, ¿por qué tardaron tanto en dar el resultado de la necropsia?

3) ¿Quién lo rescató de la funeraria?, ¿quién sabía donde estaba? Esta información normalmente la tiene la policía. ¿Serian policías los del comando de rescate? Ahí hay una pista para encontrar el cuerpo, si es que existe.

Cuando la información no fluye de manera adecuada y los que informan dan más lugar a suspicacia que a credulidad, se abre la desconfianza y con ella los rumores, especulaciones y elaboraciones fantasiosas, ya se especula si el “Lasca” se convirtió en testigo protegido.

4) ¿Por qué el gobierno no entrega datos duros que permitan corroborar la identidad del cadáver perdido? Por ejemplo las huellas que debe tener el ejército del militar venido a capo del crimen.

Muchos analistas dan datos duros sobre el crimen organizado sugiriendo que la información se las dio alguien del gobierno.

5) ¿Por qué el gobierno no sale públicamente a informar en qué condiciones se encuentran los carteles?, en lugar que nos enteremos por los análisis de las fuerzas de inteligencia de países como Australia, que se han visto inundados por droga manejada por los carteles mexicanos.

Al PAN se le salió el tema de las manos, llevan años especulando qué hacer, mientras las víctimas crecen desmedidamente (muertos, desplazados, despojados).

El gobierno quiere hacernos creer que los criminales son igual de torpes que ellos. Los políticos están convencidos que si eliminan a uno de sus enemigos todo su poder desaparece, pero no parecen entender que los criminales han creado a sus propias élites, que han enviado a sus hijos a la escuela, que se han rodeados de expertos.

6) ¿Acaso cree el gobierno que desaparecido “el Lasca” desaparece el poder de su grupo, que los líderes que vienen detrás caerán en el pasmo por la muerte del jefe?

La reacción rápida de los criminales –rescate del cuerpo- hace ver que su fuerza es de dimensiones sorprendentes y sus aliados muy poderosos, al grado que han descartado los controles que el gobierno intentó establecer estos últimos años.

7) ¿Acaso el gobierno pretende que creamos la versión de que el asesinato de “el Lasca” está desconectado de otros momentos y sucesos de violencia que registra el país?

No se trata de que la respuesta de estas preguntas sea crucial para el país, pero si se trata de que seguir manejando temas fundamentales con torpeza solamente agrava las cosas. Paz dice que el mexicano es mentiroso y este gobierno se lleva las palmas.