ENTREVISTA

SAMUEL SCHMIDT PARA ENLACE JUDÍO

Cuándo George Orwell publicó 1984 la fecha parecía muy lejana, pero más lejana parecía la posibilidad que el gobierno pudiera espiar a los ciudadanos hasta conocer todo de ellos. Aunque décadas después la televisión intentó banalizar al gran hermano, la denuncia original tenía un enorme mérito.

El Big Brother parecía producto de la imaginación de un gran escritor que ya había denunciado con toda energía el totalitarismo nazi y stalinista, pero en realidad era el llamado de atención sobre la existencia de sistemas totalitarios que generan parte de su poder en la promoción del espionaje y la delación entre ciudadanos.

Aunque muchos recuerdan solamente esa frase famosa en Animal Farm, “Todos los cerdos son iguales, pero unos son más iguales que otros”, había que pensar que era la síntesis de la denuncia al gran carnicero de la historia: Josef Stalin, para lo que había que tener un gran valor porque mandaba asesinar a sus opositores para demostrar que podía hacerlo, por lo menos es el caso de Trotsky.

Posiblemente Orwell estudió el caso de José Fouche, que construyó su poder en base al espionaje al que sometió a los políticos franceses, y con el poder que le dio manejar la información terminó destruyendo a Napoleón. Difícilmente podemos concluir que sus acciones las hizo para mejorar al régimen francés. Y este es un elemento que permea a la política y la intromisión de los gobiernos en la vida de la gente. Espían a sus enemigos con el avieso fin de consolidar su poder, lo que tarde o temprano se revertirá contra la gente en general.

Hemos empezado a descubrir con horror el nivel hasta el que llegan los gobiernos para enterarse de la vida de la gente, sin que eso genere una mejoría en las condiciones de vida o de calidad democrática. Gracias a personajes como Edward Snowden, conocemos hasta qué punto el gobierno de Estados Unidos, espió a sus ciudadanos y a los líderes de otros países. Los políticos nos tratan de convencer de lo correcto que es espiar a otros gobiernos, sin distinción de que sean aliados o no. Supongamos que la desconfianza como principio es correcta, ¿en qué mejora las relaciones internacionales que los políticos se espíen entre sí?

Lo que les cuesta más trabajo a los políticos es argumentar a favor del espionaje doméstico, porque al aplicarse de forma indiscriminada, asumen que TODOS son enemigos en potencia; pero ¿enemigos de qué o de quién? ¿En que mejoraron la convivencia social al espiar a todos?

La persecución contra los que han destapado la cloaca hace ver que hicieron pública una actitud anti social de gran envergadura. Chelsea Manning ha sido condenada a 35 años de prisión, Julian Assange lleva casi dos años asilado (encarcelado) en la embajada de Ecuador en Londres, porque de salir, corre el riesgo de ser condenado a muerte en Estados Unidos, Snowden está refugiado en Rusia, con el peligro de ser enviado a Estados Unidos donde puede ser condenado a muerte. Están acusados de traición, pero ¿a quién traicionaron? ¿A los políticos que violentan la privacidad de los ciudadanos que son inocentes de acciones contra la nación? Por haber destapado esos actos perversos de los gobiernos merecen un monumento y no una condena, y mucho menos estar encarcelados, porque una embajada es una cárcel, aunque lo mantenga vivo.

México no se queda atrás en estos juegos perversos. Ya nos hemos acostumbrado a que se publiquen grabaciones de pláticas telefónicas entre personajes, ellos de inmediato reclaman la violación de su privacidad, pero no son inocentes, porque seguramente tienen en su poder grabaciones para usarlas contra sus enemigos, que no son enemigos de la nación.

Ahora nos enteramos que el gobierno ha desarrollado un fuerte apetito por espiar a la gente. La Jornada reporta que en “los cinco primeros meses del presente año (2014) la intervención de comunicaciones telefónicas por parte de autoridades de la Procuraduría General de la República (PGR), del Centro de Investigación y Seguridad Nacional (Cisen), de la Policía Federal (PF) y de otros organismos de inteligencia del gobierno mexicano llegaron a 525 (hasta el pasado 26 de mayo)”. Merecemos saber quién fue espiado, por qué lo fue, y que han hecho con esa información. Si guardamos silencio ante estas denuncias, estaremos tolerando al espionaje y dándoles libertad para que sigan agrediendo a la sociedad.

En contra de lo que dicen los gobiernos, no siempre el espionaje a la ciudadanía sirve para hacer avanzar los intereses sociales, y en ocasiones ni siquiera los intereses políticos de toda la sociedad, porque con frecuencia, los intereses de los políticos dañan más de lo que ayudan.