BARRY RUBIN/RADIO JAI

Esto implica la especulación, pero los políticos tienen que pensar los escenarios más probables para poder planificar a futuro.

No obstante, permítanme comenzar con un chiste. Un asteroide cae en el océano, provocando una gigantesca marea, tan poderosa que en una hora toda la Tierra será cubierta por el agua.

Las cadenas de televisión entrevistan a una serie de políticos, presuntos sabios y figuras religiosas para que le hablen a la población condenada. Entre ellos un rabino señala: “Todo lo que puedo decir es que tienen una hora para aprender a respirar bajo el agua”.

Esa es la misión de Israel, para sobrevivir a un segundo mandato de Obama, elegido por los votantes norteamericanos – incluyendo una gran mayoría de judíos norteamericanos.

La primera determinación que el primer ministro Biniamín Netanyahu tomará es enviar un cálido mensaje de felicitaciones al presidente reelecto. Va a ser el presidente durante cuatro años, nos guste o no, y los líderes israelíes trabajarán duro para minimizar cualquier tipo de antagonismo. Al menos con Netanyahu fuertemente atrincherado, Obama comprenderá que no puede subvertir al gobierno israelí para conseguir que lo reemplace algún otro primer ministro que le sea más de su agrado (es decir, alguien dispuesto a hacer concesiones unilaterales para obtener nada a cambio).

El problema está dividido en cuatro temas

Así que con estas bases establecidas, aquí está el problema Obama de Israel dividido en cuatro temas:

1. El mantenimiento de las relaciones bilaterales

El gobierno de Israel debe garantizar la continuidad de la ayuda de EE.UU., incluida la asistencia para los sistemas antimisiles, el intercambio de inteligencia, y otras formas de cooperación. A menos que Obama decida jugárselo todo en una vendetta contra Israel; es probable que veamos este asunto como uno de baja prioridad. Todo lo que el presidente norteamericano tiene que hacer es nada.

En este caso, los contactos de Israel con el Congreso y el Departamento de Defensa serán fundamentales. Los demócratas en el Congreso tendrán que demostrar si en realidad todavía apoyan a Israel – y una mayoría de ellos lo hace – al unirse a los republicanos en el respaldo a la continuidad de la ayuda y la cooperación. El Departamento de Defensa tiene en general buenas relaciones con Israel y también se beneficia de sus avances tecnológicos.

Existen perspectivas reales de que se mantengan las relaciones bilaterales en su nivel actual.

Puede esperarse que Obama maltrate a Netanyahu y diga cosas que malinterpretan completamente a Israel e insultan sus intereses; pero cuando se es un país de 7,5 millones de personas aliado a una superpotencia, sus líderes no tienen otra alternativa que soportar esa conducta, siempre y cuando se mantenga en el nivel verbal.

2. Impedir que Obama dañe la situación de Israel con respecto a los palestinos

Obama tendrá que decidir si pondrá el énfasis en el “proceso de paz” en el conflicto israelí-palestino, lo que implica una presión sobre Israel para que haga concesiones, mientras la Autoridad Palestina (AP) no cumple sus compromisos y no hace concesiones. Podría decidir hacerlo basándose en sus predisposiciones ideológicas.

Sin embargo, hay cierta evidencia de que Obama no se comportará de esta manera. Su fracaso en el establecimiento de la paz es la única derrota que jamás ha reconocido. Está al tanto de que es difícil y la administración sabe casi con certeza – aunque nunca lo admitirá públicamente – que lo que Mitt Romney dijo es cierto. La Autoridad Palestina no quiere llegar a un acuerdo de paz con Israel.

Por otra parte, se han producido avances interesantes en cuanto a la principal motivación estratégica de la idea de que un acuerdo de paz es necesario lo más pronto posible y que para ello se precisa presionar a Israel.

Este factor es generalmente llamado “conexión” (linkage) – el concepto de que vapulear a Israel y conceder a los palestinos un Estado tan pronto como sea posible resolverá todos los problemas de Estados Unidos en el Oriente Medio. Una vez logrado esto, los musulmanes y los árabes amarán a Estados Unidos y – lo más importante en la mente de un hombre – a Obama.

Lo importante aquí no es sólo que esta conexión no funciona, sino que esta realidad nunca antes había sido tan evidente. ¿Con el antinorteamericanismo y la crisis que viene en todas las direcciones – Irán, Siria, Egipto, Libia, etc. -, seguirá considerando Obama que vapulear a Israel es una panacea?

No hay duda de que durante su primer mandato, sobre todo en sus dos primeros años, Obama realmente creyó en eso e intentó muy ineptamente instituir dicha estrategia. Sin embargo, sabe que no funcionó. En cualquier caso, si se enfrenta con esta situación, el gobierno israelí es completamente capaz de cooperar, accediendo en cuestiones de relativamente poca importancia, para ganar tiempo, y esencialmente desafiando a la AP a que se sincere. Al final, no pasará nada.

Ciertamente existen peligros de un segundo mandato de Obama en relación a los dos primeros puntos, pero el segundo par de temas es real y verdaderamente peligroso.

3. ¿Cómo manejará Obama la situación regional árabe y las amenazas de las fuerzas islamistas revolucionarias que ha contribuido a desatar e incluso a colocar en el poder?

A mi juicio, el peligro principal que enfrenta Israel no es Irán, sino Egipto.

Existe ahora en El Cairo un régimen radical, que quiere borrar a Israel del mapa, y está dispuesto a ayudar en ese proyecto a Hamas – que gobierna la Franja de Gaza -; y hasta podría llegar a implicarse directamente en ello.

Durante el segundo mandato de Obama, Israel podría enfrentar ataques esporádicos desde la Franja de Gaza contra los que periódicamente tendría que tomar represalias. Obama va a permanecer al margen de esta cuestión, lo que no es bueno, pero es manejable. La dificultad real es si Hamas lanza un ataque a gran escala como lo hizo a finales de 2008.

Pero esta vez tendrá cierto nivel de apoyo egipcio. Esa ayuda podría tomar muchas formas: Los cuarteles generales de Hamas, los depósitos de armas y otras instalaciones podrían ser trasladadas al territorio egipcio para que Israel no pueda tocarlos; el flujo masivo de armas, armas y dinero, a través de la frontera, financiado en parte por los Hermanos Musulmanes, que gobiernan en El Cairo; la afluencia de voluntarios egipcios para luchar junto a Hamas, cuyas muertes darían lugar a clamores de venganza en el país del Nilo, y otras medidas similares.

Egipto podría permitir una escalada de violencia

Más allá de esto, Egipto podría escalar la violencia permitiendo – aún negando toda responsabilidad – ataques terroristas transfronterizos contra Israel. Los intentos de ataques transfronterizos ya son rutina y el gobierno egipcio no hace nada para reprimir a los grupos involucrados. No es inconcebible que a partir de las demandas masivas de los salafistas y las fuerzas de los Hermanos Musulmanes, el entusiasmo revolucionario del régimen, y la histeria ideológica, Egipto podría terminar involucrado en una guerra contra Israel. Esto podría suceder si resultara necesario el envío de fuerzas militares israelíes a la Franja de Gaza, como ocurrió en 2009.

El ejército egipcio ha dejado de ser un baluarte en contra de aquello porque su liderazgo ha sido desmantelado, un colapso producido en parte gracias a la política de Obama.

Israel no puede depender de que Estados Unidos presione suficientemente fuerte para que se cumpla el tratado o para disuadir a Egipto. En consecuencia, el Estado hebreo tendrá que estar listo para pelear solo una guerra pequeña – o algo más grande-. Si un régimen dominado por los Hermanos Musulmanes llega al poder en Siria, se sumaría a eso. El único punto positivo es que los países árabes se mantendrán al margen. Tal vez incluso Hezbollah podría contentarse con el disparo de algunos cohetes simbólicos en vez de que el Líbano sea aplanado en una “guerra sunita”.

De hecho, por primera vez en casi cuarenta años – bajo Obama -, Israel no podrá depender de la ayuda de EE.UU. o de la protección contra cualquier amenaza o agresión árabe. El Estado judío deberá tener que cuidarse por sí mismo. Pero la cuestión clave es: ¿enviará Obama armas – tal vez presionado por el Congreso y la opinión pública, inclusive si no enfrenta elecciones – o jugará un papel neutral y simplemente no hará nada, mientras persigue inútiles esfuerzos diplomáticos?

4. IránEn pocas palabras, no hay manera de que Obama ataque a Irán o apoye un ataque israelí; no importa lo que Teherán haga. Los esfuerzos de las sanciones estadounidenses seguirán al mismo tiempo que Irán pone el pie en el acelerador para tratar de conseguir de armas nucleares. Israel acometerá contra las instalaciones iraníes si lo considera necesario para la supervivencia nacional; pero aumentarán los obstáculos de lo que constituyen las razones aceptables para atacar.

Israel no podría tampoco depender de la ayuda de EE.UU. en la posguerra. Por el contrario, Obama podría indignarse y culpar a Jerusalén por los ataques terroristas contra los estadounidenses, el aumento de los precios del petróleo y otros problemas resultantes. Después de todo, ya no enfrenta la reelección – puede domesticar a los demócratas pro-israelíes con algunas migajas, y no le importará lo que digan los sondeos de opinión pública.

Si es necesario, Israel tendrá que correr ese riesgo. Pero ¿cómo se define lo que es “necesario”?

Así que la reelección de Obama será un grave problema para Israel, no una catástrofe o un fin del Estado. Pero por primera vez en cuatro décadas, todo líder israelí comprenderá que el país no puede depender de Estados Unidos como protector. De hecho, se puede contar con que la administración Obama empeorará las cosas.