LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

Al concluir la gestión del Presidente Felipe Calderón (FC) es preciso tener presente, que si bien la economía mundial enfrentó en el 2009 la peor crisis que registró en los últimos 80 años, su administración logró preservar la estabilidad económica que le heredó su predecesor; no obstante, se considera que ésta ha sido insuficiente para superar el limitado avance que experimentó la actividad productiva en los pasados seis años, así como los elevados niveles de desempleo y sub empleo y de la economía informal, de pobreza y marginación que vive más de la mitad de la población; debilitamiento de la clase media, amén del ensanchamiento de los rezagos educativos, de salud y en materia de infraestructura. Asimismo, el endeudamiento público creció significativamente, persistió la impunidad en la impartición de justicia y poco se avanzó en la transparencia y rendición de cuentas en el ejercicio del gasto público, y en el combate a la corrupción.

Por otra parte, es sumamente preocupante el recrudecimiento de la violencia desatada por el crimen organizado, el cual ha extendido su infiltración en diferentes niveles del gobierno, en los partidos políticos, en las autoridades policiales y en el mismo Ejército. La violencia ha dejado más de 70,000 muertos en el último sexenio y ha generado un importante costo económico para la población, que el INEGI calcula en 212,000 millones de pesos tan sólo en el 2011, 1.4% del PIB. Igualmente se han incrementado notablemente los presupuestos del gasto militar y el de seguridad pública; en el 2006, al inicio de la administración de FC, el presupuesto de Defensa Nacional fue de alrededor de 26,000 millones de pesos, comparado con 55,000 millones en el 2012; el de la Secretaría de Marina pasó de 1,679 millones a 19,680, en ese periodo; los de la Procuraduría General de la República y de la Secretaría de Seguridad Pública, de 10,000 millones de pesos cada una, hasta 15,000 millones y más de 40,000 millones, en cada caso.

A pesar del significativo monto de recursos destinados al combate del crimen organizado, existe la percepción de que los logros han sido limitados, ante la superioridad de equipo, armamento y recursos financieros y de las estrategias instrumentadas por los carteles delictivos frente a las fuerzas del orden público; estas últimas, el Ejército, la Marina, policías federales, estatales y municipales “han actuado sin coordinación suficiente, y en sus filas hay claros indicios de corrupción y de alianza con diversas bandas del crimen organizado”. FC ha desoído la demanda de diferentes sectores de modificar su estrategia contra la delincuencia, de aquí que deje como herencia un ambiente de impunidad, violencia extrema e ingobernabilidad en una vasta porción del territorio nacional.

La expansión de las bandas criminales ha creado una profunda zozobra entre la población de México; en la Primera Encuesta Nacional de Calidad e Impacto Gubernamental se consigna que casi 70.0% de los entrevistados opinó que el principal problema que los aqueja es la inseguridad; ésta ha inhibido el desempeño de las empresas y causado deterioro de la imagen externa de México, con frecuencia se le califica de país inseguro, lo que afecta negativamente la atracción de Inversión Extranjera Directa y de los flujos turísticos.

En este ámbito, resulta inaudito que FC en su participación en la pasada Asamblea General de la ONU, en septiembre del 2012, exhortara a sus miembros a que siguieran el ejemplo de México en su lucha contra la delincuencia organizada; la ONU respondió que ese organismo no tenía atribuciones para combatir Leyes Nacionales.

Analistas políticos consideran que FC mostró una actitud que no propició el diálogo con el Congreso, de aquí que por un sexenio más se difirieran reformas estructurales fundamentales para el desarrollo de México; asimismo, la relación con el Poder Judicial de la Federación “fue difícil, complicada, y a veces, hasta de confrontación”. También fue evidente su afán de dominar a su partido, lo que creó divisionismo en el mismo y junto con la erosión de las condiciones económicas, políticas y sociales en la República, fue un factor importante para el regreso del PRI al Poder.

Por otra parte, FC es criticado por que le faltó firmeza para frenar la inestabilidad política que ha creado Andrés Manuel López Obrador (AMLO) en México, con acciones que se pueden calificar de subversivas. La megalomanía de AMLO se ha fortalecido ante la repetida frustración que experimenta por no haber triunfado en los pasados comicios presidenciales, reflejándose en acciones cada vez más violentas. ¿Continuará AMLO apropiándose de recursos públicos, como lo ha hecho en los últimos doce años para apoyar su tercera campaña presidencial?

Al final de cuentas se puede evaluar a FC como un “buen administrador de problemas”, no un promotor del desarrollo de México.