EXCELSIOR

4 de noviembre.- Michelle Obama es una mujer muy culta, pero también sensible que ha ayudado a la gente humilde, una académica que siempre se interesó en el tema social.

4 de noviembre 2012- La abogada que se casó con un joven que tenía grandes sueños y se convirtió en el primer Presidente negro de la historia de Estados Unidos, comenzó teniendo un papel discreto como primera dama, pero se ha convertido en una figura política querida y fundamental.

Lamentablemente toda vía no tiene ninguna trayectoria ayudando a la gente de habla hispana.

“No he visto ningún registro de que Michelle los haya ayudado. Absolutamente nada”, dijo Caridad García Manns, la primera latina en ser elegida miembro de la Bolsa Mercantil de Chicago, la bolsa de valores, derivados más grande del mundo.

La mexicana, que al igual que la primera dama creció en un barrio modesto del sur de Chicago y que con estudio, trabajo y mucho esfuerzo alcanzó un lugar prominente en esa ciudad, dijo a Excélsior que fue testigo de cómo la señora Obama transformó la vida de una persona que trabaja en el edificio diseñado por el legendario arquitecto Ludwig Mies van der Rohe donde vive con su familia.

“Se llama Daniel y un día me dice: Escribí a Obama pero no me contesta, entonces le voy a escribir a su esposa a ver si ella sí me contesta. Insistió e insistió hasta que la contactó y le mandó una carta contándole toda su historia. Ella lo ayudó a traer a su señora de Eritrea y ahora tienen tres hijos aquí”, dijo.

Daniel había conocido a su mujer cuando fue a visitar a su madre en Eritrea. García Manns relató que su trabajo como presidenta de la correduría de valores Traders Group le permitió trabajar en alguna ocasión para el despacho de abogados Sidley & Austin de Chicago, donde Michelle conoció al actual presidente Barack Obama, pero no tuvo la oportunidad de conocer personalmente a la actual primera dama.

Aunque la vida profesional de ambas las puso en contacto directo y cotidiano con el alcalde de Chicago, Richard Daley, García Manns nunca coincidió con Michelle, que de soltera llevó el apellido Robinson. Tampoco en el ámbito social.

Las divisiones y malos entendidos entre latinos y afroestadunidenses obstaculizaba el acercamiento de las dos minorías demográficas que en el 2050 transformarán a Estados Unidos en una de las naciones más ricas en diversidad cultural y racial. Desde muy joven García Manns, de apariencia caucásica, se integró a la gente blanca de la bolsa de Chicago donde le fue asignada la tarea de educar a empresarios y gobernantes en el uso de los valores financieros, sin tener que cavilar en temas como las razas.

Michelle Robinson sí tuvo que pensar en ello. Su tatarabuelo, Jim Robinson, fue esclavo. A los 21 años Michelle, de 1.83 metros de estatura se llevó la primera plana del Daily Princetonian, el diario de la elitista universidad de Princeton, en un desfile de modas para ayudar a las víctimas del hambre en Etiopía. La foto de aquella edición muestra a Michelle luciendo un vestido de noche.

Este 30 de octubre el diario electrónico The Blaze publicó el artículo A detailed look at Obama’s radical college past…and we’re not talking about Barak en el que muestra fotos de la joven Michelle Robinson apoyando el movimiento por la defensa de los derechos civiles que inmortalizó al reverendo Martin Luther King, al presidente John F. Kennedy y a su hermano el senador Robert Kennedy, tres mártires de la intolerancia del siglo pasado.

Curiosamente Michelle nació el 17 de enero de 1964, a seis meses de la promulgación de la Ley de los Derechos Civiles promulgada el 2 de julio de ese mismo año.

Conoce a Barack

Luego de graduarse con honores de las universidades de Princeton como socióloga y de Harvard como abogada, Michelle eligió trabajar para la firma de abogados Sidley & Austin, donde se encontraría con el hombre que cambiaría su destino y marcaría una nueva era, a más de 230 años de historia de la fundación de Estados Unidos con el triunfo de Obama el 4 de noviembre de 2008.

En su colección Perfiles de Grandes Líderes, la editorial New Word City relata que la joven abogada no se sentía muy entusiasmada con los casos de propiedad intelectual y marcas que llevaba, y que a pesar del salario “impresionante” que recibía y de estar en vías de convertirse en socia del bufete, acariciaba la idea de cambiar de trabajo. Sin embargo no lo hizo.

“En el verano de 1989, se le pidió que orientara a un asociado de verano llamado Barack Obama”, dice el libro How Michelle Obama Leads de dicha colección. En el perfil de la primera dama escrito para la revista The New Yorker, Lauren Collins dice que los colegas de Michelle le advirtieron que el abogado “era guapo”. Pero Obama no sólo resultó atractivo, sino también atrevido.

“Creo que debemos salir juntos”, le dijo Obama a su jefa. Collins relata que la pareja –que contrajo matrimonio en octubre de 1992– estableció una relación complicidad en los asuntos de campaña como sucedió rumbo al discurso decisivo que pronunció en la Convención Nacional Demócrata de 2004.

“La historia que a los Obama les gusta contar, y a sus cronistas repetir, es que Michelle jaló a Barack a un lado justo antes de que Obama entrara en escena, para advertirle: “¡Nomás no la riegues, mano!”.

A partir de ese momento Michelle se convirtió en alguien a quien podía mirar para establecer una relación de índole telepática. “Era claro que estaba buscando su reacción”, señala Collins. Sin embargo, en opinión de García Manns, el histórico triunfo electoral de 2008 traería consigo pruebas formidables derivadas de la crisis hipotecaria.

“Dijeron que iban a sacar a toda a esa gente que causó el problema. Obama pudo porque él es el presidente y porque en ese momento todos estaban muy enojados y lo habrían apoyado, pero no tomó esa oportunidad. Tal vez quiso esperar porque así son los académicos, él todavía sigue hablando como académico”, agregó García Manns.

En su opinión esta vez Michelle no pudo ejercer la influencia positiva que le brindó en 2004, ni pudo ayudarlo a aprovechar ese momento tan crucial, no tanto por falta de carácter sino falta de la madurez y el conocimiento que exige una economía de primer mundo.

Situación que no resta méritos a la popularidad de la primera dama por su manera de ser esencialmente honesta. Un personaje capaz de decir lo que piensa y sobrevivir para contarlo, a pesar de que en su momento genere controversia o incluso se convierta en materia de coleccionistas como Lisa Rogak que editó una compilación de sus frases bajo el título Michelle Obama in her own words (Perseus, 2009).

“Este país sufre de un déficit de empatía”, dijo a la emisión All Things Considered de National Pulic Radio, el 9 de julio de 2007. Pero también dijo otras cosas mucho más fuertes.

Se resistía a la Casa Blanca

Hace cuatro años Michelle Obama era reticente a mudarse a la Casa Blanca porque quería quedarse en su hogar de Chicago hasta que sus dos hijas, Malia, ahora de 14 años, y Sasha, de 11, terminaran el año escolar.
Pero poco después del triunfo electoral de su marido, la jefa de hogar se fue entusiasmando con darle una definición diferente al papel de Primera Dama.

Michelle, que utiliza con frecuencia Twitter, aparece en televisión, habla con amor de su esposo y de sus niñas, se ha convertido en una imagen común en las tapas de revistas femeninas y políticas, donde destacan tanto su elegancia como su poder de conexión con las masas.

En los últimos cinco meses Michelle Obama ha sido una figura clave en la campaña del Presidente, capaz de convencer a los estadunidenses desencantados de que confíen por otros cuatro años la Presidencia a su marido. En la recta final de la campaña, la primera dama realizó al menos 95 giras alrededor del país.

Y desde principios de 2010, Michelle ha liderado la lucha contra la obesidad infantil con su movimiento Let’s Move (A moverse), multiplicando las apariciones en la televisión.