ROSALÍA SÁNCHEZ/EL MUNDO.ES

Es la primera dimisión que se produce en Alemania después del escándalo denominado NSU, la célula terrorista que actuó impunemente durante más de una década y que cometió al menos 10 asesinatos xenófobos con la más absoluta impunidad. La jefa de los servicios secretos del Land de Berlín, Claudia Schmidt, se vio finalmente obligada, este martes, a presentar su dimisión, tras demostrarse que su departamento destruyó sistemáticamente documentación y pruebas que hubieran servido para detectar e imputar a los miembros del grupo ‘Sangre y Honor’, vinculado al menos con uno de los integrantes del comando asesino ‘Clandestinidad Nacionalsocialista’.

Después de que un incendio permitiese descubrir por casualidad la actividad de esta célula terrorista en noviembre de 2011 y durante el juicio a la única superviviente, Beate Zschäpe , ha quedado en evidencia que una red aún desconocida de contactos daba apoyo y protección a los asesinos y se han levantado sospechas sobre la verdadera actividad de agentes de los servicios de inteligencia infiltrados en grupos neonazis, que más que espionaje parecían ocuparse en la organización de los delitos.

Un portavoz de la Oficina de Protección de la Constitución, central de los servicios internos de inteligencia alemanes, había confirmado esta misma semana la desaparición de actas “trituradas” de los archivos de Berlín a lo largo del año 2010, una obstaculización a la labor de la Justicia que permitió a los asesinos seguir actuando con tranquilidad.

“Disolver el servicio secreto interior, luchar contra el racismo” es el lema que numerosas protestas antifascistas han paseado por las calles de ciudades alemanas durante el último año, después de que la canciller Angela Merkel calificase como “una vergüenza para Alemania” los datos que se iban conociendo a medida que avanzaba la investigación.

Schmidt no ha dado detalles expresos sobre su responsabilidad directa, pero es evidente que el departamento que dirigía se ocupó de borrar las huellas que iba dejando tras de sí Sangre y Honor, una red internacional de extrema derecha que nación en Gran Bretaña en los 80 y que difunde la ideología neonazi a través de grupos de música y organizaciones juveniles. En su carta de dimisión reconoce un “error lamentable”. El ministro de Interior del Land de Berlín. Frank Henkel, dijo ayer que “esta dimisión deja el camino libre para un nuevo comienzo”.

Después de la salida de Schmidt, que llevaba en el cargo desde 2001, será más difícil que siga ocultándose información relevante durante el juicio a Beate Zschäpe, de 37 años, contra la que la Fiscalía Federal ha presentado cargos y que lleva en prisión preventiva desde el 8 de noviembre de 2011. Se le imputa pertenencia a grupo terrorista y autoría en los asesinatos de ocho pequeños comerciantes turcos, otro griego y una agente de la policía alemana.

Pero la trascendencia del juicio no reside en la culpabilidad de Zschäpe, la última de la banda tras el suicidio de sus compañeros Uwe Böhnhard y Uwe Mundlos, sino en la posibilidad de desvelar la red de contactos en los que se apoyaban para cometer sus crímenes. Solamente cuatro presuntos cómplices serán juzgados por ahora, allí donde el fiscal habla de “una extensa red de apoyo por toda la geografía alemana”.

En su momento, la policía no relacionó los crímenes como obra de una misma banda, sino que los atribuyó a ajustes de cuentas entre inmigrantes e incluso se sospechó de los familiares de las víctimas, a pesar de que la NSU empleó siempre la misma pistola, una Ceska 83 de calibre 7,65, por lo que hay una sospecha generalizada de connivencia o encubrimiento de ciertos estamentos policiales.