C. MARTÍNEZ/INFORMACIÓN.ES

Once meses en Auschwitz y cinco en otros dos campos de concentración marcaron su vida. Hasta el punto de que ahora Ida Grinspan (París, 1929) se dedica a contar lo que vivió para que no se repita. Hoy lo hará en la Facultad de Filosofía de la UA, a las 19 horas, dentro del ciclo La Shoá. Desde la memoria y la literatura.

Su intervención lleva por título “Auschwitz, 70 años después”.

¿Qué ha pasado en este tiempo?

Que tras setenta años todavía se siga hablando de la Shoá -Holocausto en hebreo- y sobre todo que desde hace 20 años el tema se ha actualizado. Hablo de Francia, antes no era muy cómodo hablar de la posición que había mantenido; se hablaba de la resistencia pero no de la deportación de judíos, ya que Francia era la que deportaba a sus ciudadanos.

¿Hablar de su experiencia le ha ayudado a superarla?

No ha sido para nada una terapia. Al principio la gente me preguntaba pero no le interesaba. La primera vez que volví a Auschwitz fue en el 88 porque me lo pidieron y fue difícil, pero no empecé a contar mi testimonio en los colegios hasta el 92.

En España tenemos un conflicto con el tema de la Memoria Histórica sobre recuperar ese pasado o pasar página y olvidar.

Recuperar la memoria es muy útil porque es necesario que los jóvenes sepan lo que ha pasado. Aunque haya todavía una herida es importante que los jóvenes sepan lo que sucedió y que se recupere ese pasado histórico.

Pero recordar no implica que los errores no vayan a volver a cometerse. De hecho, los genocidios siguen existiendo.

Totalmente. Una memoria no borra otra. Lo que sucedió en Yugoslavia no se entiende, es una cuestión muy amplia.

Pero siempre son decisiones políticas y nunca es un pueblo el que decide libremente ir a la guerra, son los políticos los que llevan a todo un pueblo a la guerra.

¿Qué piensa cuando salen imágenes de guerras o testimonios como los que vemos estos días en Siria o en Malí?
Para mí son imágenes que no quiero recordar, no puedo…

¿El poder corrompe y hace perder el norte a muchas personas que se otorgan poder para decidir quién vive y quién no?

Sí, el poder es el que corrompe a las personas y actualmente mucha gente sigue peleando para alcanzar ese poder. Si pensamos en el Holocausto, el partido nazi es una ideología, un adoctrinamiento en el que pensaban que la raza alemana era superior.

¿Cómo es posible que todavía haya grupos neonazis en el mundo y con gente tan joven?

Es un racismo llevado al extremo. No soportan a las personas que son distintos a ellos. Todos los conflictos son consecuencia del racismo, y el antisemitismo no es más que eso. Cuando habló para los alumnos espero que entiendan que hay una única raza que es la raza humana.

Precisamente ahora debido a la crisis y a determinadas circunstancias sociales el racismo y los partidos xenófobos crecen.

El ejemplo está en Alemania porque lo que sucedió fue también a partir de una crisis. En situaciones así se coge a personas como cabezas de turco y se establecen todavía más diferencias para crear una identidad nacional. Por eso hay que vigilar mucho este aspecto.

¿Y cuál es su opinión sobre el conflicto entre Israel y Palestina?
Espero que llegue un momento en que haya un estado palestino que pueda convivir con un estado israelí, pero hay extremos… es terrible. El problema está en los extremos. Desde el 48, que se creó el estado israelí, se inició esta guerra. Los radicalismos, los extremos son los culpables.

¿Y es optimista?
Ni optimista ni pesimista. Espero. Confío en la sabiduría de los hombres. Espero como siempre he esperado, pero todavía no hemos salido de ahí. Lo que es terrible es que siempre son los más débiles los afectados. Lo importante en cualquier conflicto, no solo en el de Israel y Palestina, es el diálogo. La guerra no puede seguir así, lleva demasiado tiempo y se debería encontrar un final.