Artículo de septiembre de 2012

MARK ACHAR PARA ENLACE JUDÍO

¿Qué pasa hoy en día con la Comunidad? ¿Qué esta pasando con los jóvenes?

Son las preguntas que todos se están haciendo en este momento. Es cierto, los jóvenes ya son extraños, ya no son “nuestra juventud” idealizada cuando se empezó con un sueño de crear una comunidad de convivencia, de igualdad, de crecimiento. Una juventud donde uno ve por el otro, donde nuestra educación, siendo privada, debería de enseñarles no sólo lo mejor, sino también lo esencial para crecer juntos, no hundirnos juntos, o de plano separarnos.

Pero éste no es el resultado, ¿o si?

No se puede ocultar más: tenemos un problema grave de identidad. No somos los idealistas que deberíamos de ser. No somos incluyentes, sino todo lo contrario. No somos la imagen de la virtud que nuestros abuelos tenían en mente. Y no somos responsables de la Comunidad que nos formó, ¿o sí?

Después de analizar el problema, todos tienen una opinión como usualmente pasa en esta Comunidad. “¡Es un problema de valores!” dirían algunas, y aunque en parte es cierto, realmente tenemos que llegar al núcleo del problema: ¿Quién debería de haber impartido estos valores? ¿Deberían de haber sido parte de la educación escolar? ¿Deberían de haber sido parte de la educación impartida en casa por los padres? ¿Es un problema de los medios de comunicación? o ¿es un problema de la existencia del internet?

La realidad, es que el mundo siempre ha sido caótico, por lo que culpar al medio ambiente por todo lo que pasa con nuestras familias y nuestra juventud, sería nada más liberar la responsabilidad que cada uno tuvimos en el proceso, tanto como padres, maestros, hermanos, o inclusive judíos.

Realmente no hemos estado atentos. Nuestras familias se han encargado de darles un ambiente cómodo en el que cualquier turbulencia no le haga ni cosquillas a nuestra familia, lo cual no está mal, obviamente queremos proteger a nuestras familias. Pero no sobreprotegerlas, mientras no hablemos con ellas, ni les demos el respaldo que necesitan.

El Talmud dice: “Dios hace sufrir a los que ama”. Entonces si nos ama, ¿porque nos haría sufrir? Porque sin sufrimiento no existe la verdadera victoria. Si no hay nada que arriesgar entonces las consecuencias de nuestros actos son irrelevantes. El verdadero problema es que nos hemos enfocado en proteger a los que amamos, que hemos hecho efímeras las consecuencias de sus actos, logrando anular su forma de vivir.

No hemos dejado que la juventud se esfuerce por lo que quiere. Se le da todo a la palma de la mano, ¿esperando que entiendan el valor de las cosas?

Ésta es una realidad que se vive no solo en las casas, sino también en las escuelas, en donde los maestros no reprueban a sus alumnos, a sabiendas de que el miedo no es con la dirección, sino con los padres sobreprotectores de los muchachos. Haciendo que la base de nuestra educación sea completamente corrupta.

Toma todos éstos elementos en un mismo recipiente y agrégale un toque de personas confundidas con un poco de poder comunitario tratando de hacer un bien común y te toparás con una crisis de identidad.

Pero lo que no entiendo, es como puede pasar esto si nosotros, ¡¡Somos el Pueblo Milenario de la Conciencia!!

Y he aquí el problema de la identidad, todos somos parte, desde las instituciones educativas formales, hasta las tnuot. Desde los Halevís hasta los Yidish. Desde los padres, hasta los maestros.

Muy fácil sería ignorarlo y salir de la comunidad como si no tuviéramos parte de la responsabilidad, como si fuéramos algo que no pertenece y simplemente fingir demencia.
Pero tristemente no puedo hacer eso.

No puedo hacerme a un lado y evitar el problema, no puedo ir hacia adelante con mi vida y dejar que la Comunidad que me crió como un libre pensador, caiga por el desinterés de la mayoría, y no puedo dar un paso hacia atrás y fingir que las cosas siguen iguales. Como Confucio muy bien sabía antes de la era común, nunca nada se queda estático, todo cambia y evoluciona.

Esto es un llamado a los jóvenes, para realizar el trabajo que nuestros padres realizaron, pero nosotros no entendimos. Es un llamado a los maestros, para poder enseñar con Libertad, Igualdad y Fraternidad. Es un llamado para los padres, para que recuerden como ser joven significaba estar confundido. Y finalmente es un llamado para la Comunidad, para que realmente le den valor a nuestro legado y nuestro futuro, convertirnos en seres humanos de excelencia, incluyentes, cultos, apasionados, pero más que nada, judíos.