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La Autoridad de Antigüedades Israelí anunció el martes el lanzamiento de una obra magna con la que, sin duda, se va a hacer historia y cuya realización llevará años: la digitalización de los treinta mil pedazos que componen los rollos del Mar Muerto, los textos bíblicos más antigüos encontrados hasta ahora.

Los manuscritos serán expuestos a partir de ahora en una biblioteca online, en fotografías de alta definición e información complementaria sobre cada texto. De momento hay mil fotografías de mil fragmentos, por lo que el equipo que ha organizado este proyecto no espera completarlo hasta dentro de varios años.

«Nuestro objetivo es principalmente la preservación de estos textos milenarios, que se están deteriorando a un ritmo alarmante, a pesar de todos nuestros esfuerzos. No hay que olvidar que estos textos tienen 2.000 años», comentó a ABC Pnina Shor, directora de la unidad dentro de la Autoridad de Antigüedades dedicada a la preservación de estos rollos.

El proyecto para digitalizar los 90 rollos, que están ahora expuestos en el Museo de Israel en Jerusalén, comenzó hace cinco años, explicó Shor. «Sí, así es, pero el verdadero trabajo no comenzó hasta hace dos, cuando conseguimos los fondos necesarios. Comenzamos a tomar las fotografías y a escanear hace dos años, una vez que encontramos la tecnología necesaria para no dañar los rollos», añadió.

Las fotos, que retratan cada fragmento 28 veces en 12 longitudes de onda lumínicas, tienen tal resolución que es posible observar hasta letras que fueron borradas o manchones de tinta. Para obtener semejante precisión, el equipo israelí recurrió a tecnología usada por la NASA y se trajo hasta Israel a uno de los físicos que la desarrolló, de la universidad estadounidense John Hopkins. «Él usa una luz de LED para las fotografías, por lo que los textos no se dañan», aseguró Shor.

El grupo también espera poder descifrar el que probablemente sea el puzzle más antiguo de la historia. Cuando se encontraron los rollos en Qunram, en el Mar Muerto, en los años 60, los investigadores y científicos que ordenaron los treinta mil fragmentos, se equivocaron en algunas partes. «En aquélla época no se tenía la tecnología de ahora, y además esto debe ser un esfuerzo común de todos, así que cualquier persona que visite la página podrá intentar colocar cada fragmento donde cree que corresponde, ayudándonos a desentrañar este rompecabezas milenario», dijo Shor, planteando un reto a los internautas.