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martes 08 de octubre de 2024

2012 y el mundo: focos e imágenes

MAURICIO MESCHOULAM/ EL UNIVERSAL


En este fin de año no todo el planeta tiene demasiado qué celebrar. Cambia el calendario, la fecha, nuestro registro. Pero no los procesos que se vienen gestando. 2012 no fue un año sencillo. Un poco lo sabíamos, pero la realidad nos sigue rebasando. Lo mismo en Siria, en Libia o Nigeria, que en nuestro propio país, caso que merece un texto aparte. Este no es un resumen de lo sucedido en 2012, ni todas las regiones del globo pueden ser aquí abarcadas. Son sólo focos, luces, alertas, imágenes. Señales que siguen y seguirán vigentes.

Marcado por la continuidad en la crisis europea y cerrando con la amenaza del precipicio fiscal en Estados Unidos, el año no presentó aún un mejor entorno para las juventudes desempleadas y faltas de esperanza. En diversos países, los jóvenes siguieron tomando las plazas, reclamando las repercusiones directas de los ajustes y los manejos de las finanzas públicas, manifiestos en la incapacidad de satisfacer sus necesidades y sus sueños de un futuro mejor.

Si bien la reelección de Obama deja tranquilo a más de uno, la realidad es que los problemas financieros y políticos que la superpotencia enfrenta han limitado su capacidad de maniobra y su presencia global. Esto, durante el 2012, fue leído por muchos como un relativo abandono de Estados Unidos del plano internacional, lo que arroja oportunidades para algunos y necesidades para otros. En ese contexto, 2012 fue prolífico en carreras armamentistas y exhibiciones de músculos. En parte por temor; en parte para afirmarse y disuadir a adversarios y enemigos.

El vacío que se percibe por la ausencia relativa de Washington no comienza en 2012, pero se intensificó. Algunos actores usan esto en su favor en sitios como Libia, donde el caos latente se consolida: grupos de poder, milicias, tráfico de armamento y un entorno que facilita el ataque al consulado estadounidense en Bengasi, hoy sabemos, debido a que los recursos escasos del Departamento de Estado produjeron un boquete en la seguridad de su personal.

En Siria, la guerra civil no sólo termina con miles de vidas en el año, sino que intensifica la tragedia humana con ya cientos de miles de refugiados. 2012 vio también la internacionalización de ese conflicto, tanto por la intervención directa e indirecta de actores regionales y globales, como por la traslación de los enfrentamientos hacia Turquía, Líbano e Israel. Estados Unidos, en ese plano, opta por mantener un papel semimarginal, permitiendo que sean sus aliados quienes paguen los mayores costos por fortalecer la rebelión, pero con la consecuente generación de un caos que ya Putin predice: el vacío que vendrá cuando Assad caiga.

La “primavera árabe”, vemos, lejos de cumplir con las promesas de cambio y libertades, exhibe su cara negativa. 2012 fue para Egipto el año en que el parlamento fue disuelto por los militares golpistas sin que la posterior —democráticamente electa— presidencia haya querido o podido restaurarlo. En cambio, Morsi se autoadjudica poderes que enardecen a las masas y los islamistas aprueban una conservadora constitución, situación que culmina en violencia, una vez más, en las calles de El Cairo.

La ausencia relativa de Washington también se notó en una nueva explosión del conflicto palestino-israelí en Gaza, sí, atemperado por esfuerzos diplomáticos tardíos, pero recordando al mundo lo que sucede cuando los conflictos “intratables” como éste son simplemente abandonados a su suerte sin intervención diplomática multilateral.

Esta anarquía que caracteriza al sistema internacional, ahora incentivada por la ausencia relativa de la superpotencia, se mostró también en Asia con una carrera armamentista sin precedentes, pruebas con misiles, y la expansión geopolítica de China, que está produciendo una fría colisión con su añejo enemigo: Japón.

Así termina el año, y así comienza el siguiente. Focos que no se apagan. Nuevos focos que se encienden. De modo que cuando comamos las uvas y bebamos la champaña, recordemos con John Donne que no somos islas y que las campanas del 2012 no dejan de doblar con el amanecer del año que inicia.

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