MAURICIO MESCHOULAM/CONTRACORRIENTE.COM

Termina un año y comienza otro. Pero las cosas siguen el 1 de enero tal y como estaban el 31 de diciembre. El ejercicio de proyectar no es predecir el futuro de manera precisa, sino imaginar posibilidades partiendo de los únicos datos que tenemos, los presentes. Con esa base, vale la pena echar un vistazo a algunos temas internacionales que pueden marcar el año que comienza. Imposible abarcarlos todos en este espacio. Estas son solo algunas ideas.

2013 arranca con la temática fiscal en Estados Unidos. El acuerdo alcanzado, si bien evita el riesgo de una inmediata recesión, no resuelve el problema del grave déficit con que su gobierno opera. En las semanas y meses que siguen veremos una nueva discusión sobre la urgencia de incrementar la ya monumental deuda de la superpotencia para no caer en la insolvencia. Debido a ello, el Congreso exigirá medidas para reducir el gasto de la Casa Blanca, lo que implicará que EU siga experimentando un cada vez menor margen de maniobra en cuestiones internacionales. Esto seguirá mostrando impactos en diversas regiones del planeta.
Washington no tendrá alternativa sino priorizar sus recursos monetarios, humanos y de tiempo para cuestiones internacionales. Esto afectará por ejemplo, el desarrollo de la conflictiva con Irán. Obama hará todo lo que esté en sus manos para evitar una confrontación armada, generando por cierto, nuevos desencuentros con la dirigencia israelí. Muy probablemente, Irán seguirá progresando en su programa nuclear sin cruzar la línea roja marcada por Washington.

Es decir, Teherán se quedará a unos pasos, pero no armará la bomba atómica justamente para evitar el ser atacado, siendo que al mismo tiempo alcanzará una capacidad de disuasión sin precedentes. En tal caso, sería muy difícil (aunque no imposible) que Tel Aviv lanzase un ataque en solitario, y tendrá que conformarse con la estrategia de Obama de sanciones económicas y diplomáticas.

De igual modo, la salida de tropas estadounidenses de Afganistán obedece más a la necesidad de recortar el presupuesto, que a los intereses geopolíticos de la superpotencia. Los reportes militares reflejan que el gobierno afgano no se encuentra en capacidad de garantizar la seguridad de su país. Por tanto, en la medida en que los soldados de EU abandonen la región, se espera un sostenido incremento en la actividad militante y terrorista tanto en Afganistán como en Pakistán, dos de los tres países con más cantidad de ataques de esta índole en el mundo.

No se prevé que la situación en Europa mejore en este 2013. Por el contrario, se espera un bajísimo crecimiento para el continente y un incremento en el desempleo, con el consecuente aumento en la desocupación juvenil. Por ende, seguramente el 2013 será también un año de continuas manifestaciones y descontento social en diversos países.

En ese sentido, la llamada “Primavera Árabe” seguirá mostrando sus promesas incumplidas en casos paradigmáticos como Egipto. La acentuada crisis económica que se vislumbra para ese país, se sumará a las tensiones políticas generadas a raíz del ascenso de los islamistas y la persistencia de actores del antiguo régimen. Por consiguiente, también ahí seguiremos viendo a los jóvenes tomando las calles clamando por las metas que nunca consiguieron.

La siria dejó de ser primavera hace ya bastante tiempo. El conflicto en ese país pasó de ser una guerra civil interna a un verdadero choque de corte internacional. Por tanto, la potencial caída de Assad que deberá ocurrir en las próximas semanas o meses, tendría que ser producto de una estrategia negociada que incluya no sólo a actores internos, sino a países como Rusia, China e Irán, además de los aliados de Estados Unidos, si se desea evitar un caos potencial como sucedió en Libia. Sin embargo, en el caso sirio, difícilmente se podrá evitar un incremento en la actividad de grupos militantes y ataques terroristas, de manera cada vez más similar a lo que actualmente acontece en Irak.

En otros países de esa región, quizás salvo el caso tunecino, la capacidad de recuperación de las monarquías y los regímenes existentes ha opacado las voluntades de cambio de las juventudes, dejando la narrativa primaveral a los relatos de una historia llena más de buenos deseos que de transformaciones estructurales.

En Asia, el desorden generado por la relativa disminución de la influencia internacional estadounidense continuará durante el 2013. La carrera armamentista en esta región se acentuará durante el año, con episodios de exhibiciones de músculos y más pruebas con misiles, además de la adquisición de cada vez más sofisticado arsenal por parte de los diversos actores. China seguirá mostrando su voluntad expansiva y probablemente ello le generará nuevos choques con sus vecinos, empezando por Japón. En 2013 veremos una notable actividad política para evitar una confrontación directa entre estas dos potencias pero esa zona no se encuentra exenta de riesgos ya que China seguirá tomando ventaja del decrecimiento del poder relativo de EU, y Japón, en consecuencia, seguirá fortaleciendo su capacidad naval.

Hay más temas y otras regiones de las que habrá que hablar en su momento. Por lo pronto, 2013 llega como un nuevo año plagado de retos. Y esto no es porque el calendario cambie de página, sino por la herencia del año que se marcha. Vale la pena reflexionar en ello.