JAGUIT SEVER PARA ENLACE JUDÍO

Jaguit Sever nos cuenta la historia de su madre, Lili Alhanaty, también conocida como Liliana Schmidt (que fue su nombre de soltera), quien sobrevivió al Holocausto.

La familia Schmidt estaba compuesta por seis miembros: Shimón, el padre; Teresa Rebeca, la madre; cuatro hijos  Egon, Vanda, Max y  Lili, cuyas edades fluctuaban entre los once y los diecisiete años. Esta familia judía vivía en un pequeño pueblo italiano llamado Fiume, dentro de un pequeño departamento ubicado en la calle Galileo Galilei. En Fiume se lograba llevar una vida tranquila, hasta que el 8 de septiembre de 1943, se empezó a entender y a sentir la persecución sólo por el echo de ser judío.

Un día, Lili fue a visitar a su gran amiga y vio fuera de su departamento el sello nazi que declaraba que esa casa era abitada por judíos y por ende confiscada. Fue así como Lili cayó en realidad: tenían que escapar.

Ante la terrible situación de peligro a la que se enfrentaba la familia Schmidt, decidieron huir todos a diferentes lugares con el objetivo de no ser encontrados por los militares nazis. De tal suerte, Vanda acabó en Israel, mientras que Max, Egon y su padre, decidieron huir inicialmente a Florencia, Lili y Teresa -su madre- decidieron huir a un pequeño pueblo llamado San Danielle por recomendación de Monseñor Capuccio, el Obispo local quien les dio una carta de recomendación. Al llegar a  San Danielle, Monseñor Pizzoni las recibió y les dio consejos para que lograran escapar a los terribles sucesos que daban lugar en la Italia de 1943.

Teresa, la madre de Lili, cayó terriblemente enferma y, dada la persecución, no podían ni medicarla ni hospitalizarla hasta que Pizzoni, logra internarla en un hospital. Pizzoni estaba con Teresa todo el día para garantizar que las monjas del hospital no se acercaran a la enferma mujer y no le recitaran ningún rezo cristiano. Lamentablemente, luego de luchar algún tiempo, Teresa muere.

Lili está por primera vez realmente sola enfrentándose a un acosamiento feroz del frente alemán. Monseñor Pizzoni registra la acta de defunción de Teresa como católica con la esperanza de que Lili pudiera pasar desapercibida. Lili huye nuevamente, porque el Consejo podría tomarla bajo custodia por ser huérfana y descubrir su origen judío. Esta vez, no sabía a donde ir y pensó que la mejor opción sería llegar a Florencia para alcanzar a su padre y su hermano, pero no llegó a Florencia, sino que regresó a Fiume, donde logró entrar a un monasterio como estudiante, ahí permaneció hasta el fin de la guerra en 1945.

En el monasterio, Lili y otras dos chicas eran las únicas judías. La pequeña Liliana había cambiado terriblemente, era una niña callada, con ojos tristes y solitarios, duros y amargos. La guerra terminó, Lili comenta:

“Era un sueño hecho realidad. En septiembre de 1943, en silencio y temblando de miedo, vimos el ejercito alemán entrar a nuestra ciudad. Y en abril de 1945, en silencio y con gran alegría vimos cuando se fueron.”

Liliana se emocionó ante la idea e emigrar a Israel ya que su hermana vivía ahí y podría estar con ella. Llegó a Trieste, se quedó con la familia de un soldado que conoció en el monasterio. En Trieste, le informaron que su padre y su hermano habían sido atrapados por los alemanes cuando cruzaban la frontera con Suiza, esta última información impactó fuertemente en Liliana, no podía sino lamentar todo lo que había sucedido, pero aún tenía una promesa en mente: enterrar a su madre en un cementerio judío.

Finalmente, Liliana llegó a Florencia. Yumbo, un amigo de Lili, la llevó a la escuela de Florencia donde la chica descubrió una foto de su hermano y gritó: “¡Éste es Max, mi hermano! Juntos Lili y Yumbo fueron a la casa de la familia donde Max había estado de visita muchas veces, ahí le enseñaron una carta reciente que estaba firmada como Max Schmidt ¡Max y su padre debían estar vivos!

Así es como Lili decide hacer “Aliyá” para alcanzar a Max. En 1945 Lili y Max se reencuentran y consiguen armar una vida rota. Posteriormente se reúne también con su hermana y su padre, parecía como un rompecabezas en el que faltaban tantas piezas. Pudieron recontactar, reconstruirse, y ahí, en ese proceso, recuperaron sus vidas.

Liliana, logró enterrar a su madre como judía y en un cementerio judío. Además, cuando el Monseñor Pizzoni cumplió 90 años, Liliana lo visitó solamente para agradecerle el apoyo que recibió de él, pues fue gracias a este apoyo que ella logró sobrevivir, él entre lágrimas, no pudo más sino llorar y congratularse de haber ayudado a salvar la vida de esta joven. Pizzoni murió al año siguiente,