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ABC.ES

07 de febrero 2013.-El presidente interino de Túnez, Moncef Marzuki, dijo que el asesinato del dirigente opositor Choukri Belaid «es parte de un complot lanzado contra Túnez para amenazar su seguridad y su estabilidad y sumir al país en problemas».

En declaraciones a la prensa a su llegada al aeropuerto de Túnez desde Estrasburgo, Marzuki ha subrayado que «los últimos ataques contra mausoleos forman también parte de este complot, con el que las personas implicadas pretenden sembrar la duda en los tunecinos».

En este sentido, ha recalcado su confianza en las fuerzas de seguridad y en su capacidad para detener a los responsables, al tiempo que ha solicitado a la clase política que dé muestras de paciencia e inteligencia para salir de esta situación, según ha informado la agencia estatal tunecina de noticias, TAP. La muerte del líder opositor ha provocado una serie de manifestaciones en la capital tunecina, Túnez, y en la localidad de Sidi Bouzid, la cuna de la primera revolución de la Primavera Árabe que puso fin al régimen liderado por Zine el Abidine Ben Alí el 14 de enero de 2011.

Un Gobierno de tecnocratas
El primer ministro tunecino, Hamadi Yabali, prometió ayer la formación de un nuevo Gobierno Nacional integrado por tecnócratas independientes, en medio de la ola de indignación y protestas desatada por el asesinato del líder opositor de izquierda Chukri Bel Aid.

En un discurso a la nación pronunciado pocas horas después del asesinato de Bel Aid, Yabali aseguró que la misión del nuevo Ejecutivo será limitada a «dirigir los asuntos del país hasta la celebración de unas elecciones en el menor tiempo posible», con el objetivo de salir “de esta situación excepcional” cuanto antes.

Yabali afirmó que se formará «un gobierno nacional de capacidades que no pertenezca a ningún partido» y, aunque no ofreció fechas ni dio nombres sobre el Ejecutivo de tecnócratas, indicó que todos los ministerios serán cambiados.

Este gabinete, subrayó, se deberá caracterizar por su “neutralidad de todos los partidos”. También adelantó que el jefe del Gobierno y los ministros no se presentarán a las elecciones, las cuales contarán con una amplia supervisión internacional.

El asesinato de Bel Aid, que murió tiroteado esta mañana cuando salía de su casa, desató la indignación de la oposición política y de los ciudadanos.

En Túnez capital y en ciudades como Gafsa, Sfax, Susa, Monastir, Siliana, El Kef, Sidi Busid, Kebili y Medenin, miles de manifestantes se concentraron de manera espontánea para condenar el fallecimiento de Bel Aid, dirigente del Partido de los Patriotas Demócratas Unificados (PPDU), que había comenzado su carrera política en la clandestinidad.

En la capital, la Policía disolvió con contundencia a los miles de ciudadanos que confluyeron en la céntrica avenida Habib Burguiba, frente al Ministerio del Interior, al grito de “Ali Laridi (ministro de Interior), vete”, y “Gobierno, vete”.

Paralelamente, los principales partidos de la oposición, reunidos en torno a la alianza liderada por la formación del ex primer ministro tunecino Beyi Caid Essebsi, “Nidá Tunis”, y a la plataforma de izquierda Frente Popular por los Objetivos de la Revolución, en la que estaba integrado el partido de Bel Aid, anunciaron su retirada temporal de la Asamblea Nacional Constituyente.

Además, pidieron la dimisión del Gobierno, del primer ministro y de los presidentes del país y del Parlamento.

En una rueda de prensa encabezada por Hama Hamami, líder del Partido de los Obreros Comunistas de Túnez (POCT), principal agrupación del Frente Popular, la oposición llamó a una huelga general coincidiendo con el funeral de Bel Aid.

La oposición responsabiliza al Gobierno y a Rachid Ganuchi, máximo líder de Al Nahda, principal partido de la alianza gobernante, de este asesinato, tras varios meses de intermitentes oleadas de violencia contra líderes políticos y sindicales, así como artistas y periodistas.

En declaraciones a Efe, Hamami responsabilizó al Gobierno del asesinato de Bel Aid por no haber “querido escuchar las advertencias lanzadas por la oposición desde hace un mes”.

Los líderes de la oposición culpan a las Ligas de Protección de la Revolución (LPR), compuestas por salafistas y simpatizantes de Al Nahda, de estar detrás de estos ataques, que comenzaron poco después del triunfo del levantamiento que el 14 de enero de 2011 derrocó al dictador Zin el Abidín Ben Ali.

También Al Nahda condenó el ataque e instó a la calma y la unidad de todas las fuerzas políticas.

“Hay que llamar a la calma y a la unidad nacional para detener la violencia política y a favor del interés general”, dijo a Efe el portavoz de este partido de corriente islámica, Faisal Naser.

En un comunicado, Al Nahda declaró que el ataque fue perpetrado contra “la seguridad y la estabilidad del país”.

El partido gubernamental responsabilizó de lo ocurrido a “grupos conspiradores”, que no citó, y llamó a los cuerpos de seguridad a “emplearse a fondo para detener a los responsables y presentarlos ante la justicia”.

Asimismo, instó a todos los partidos, activistas y ciudadanos “a la solidaridad y a la unión, a no bajar la guardia y a no dar oportunidades a aquellos que quieren golpear la paz social, la convivencia pacífica entre los tunecinos y empujar al país hacia la violencia”.

El asesinato del líder político, con grandes simpatías en las zonas obreras del país, coincidió con un momento de profunda crisis entre las formaciones de la alianza gobernante, constituida por Al Nahda, el Congreso por la República (CPR) y el Takatol.

Hace tres días, el CPR del presidente interino tunecino, Monsef Marzuki, amenazó con abandonar el Gobierno si no se satisfacían una serie de demandas políticas, entre ellas la dimisión de los ministros de Justicia y Exteriores, y dio un plazo de una semana a Al Nahda para que respondiera a su solicitud.

El ultimátum del CPR se sumaba a las protestas del Takatol, liderado por Mustafa Ben Yafaar, presidente de la Asamblea Legislativa, que hace una semana también amenazó con romper la alianza si no se producía un relevo a la cabeza de ambos ministerios.