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LEÓN OPALIN APARA ENLACE JUDÍO

La Primavera Árabe que se definió como una ola de protestas populares iniciadas hace dos años en varias naciones del Norte de África y el Medio Oriente, orientadas a hacer desaparecer a viejas dictaduras para establecer sistemas democráticos que favorecieran a que sus pueblos se integrarán a la modernidad, a fin de que los nuevos gobiernos que surgieran promovieran el desarrollo de sus economías para alcanzar un mayor bienestar de la gente, aparentemente no tuvo éxito.

En las nuevas estructuras políticas de los países que experimentaron las revueltas: Túnez, Libia y Egipto, principalmente, cobra relevancia la imposición de los principios de la Ley Islámica, la Saharia, que por su rigidez y anacronismo, ha causado inconformidad en la ciudadanía, la cual se está revelando a través de violentas protestas públicas; con ello se ha acentuado la inestabilidad social. Los gobiernos afectados por el descontento generalizado han reaccionado reprimiendo duramente a los protestantes. En este ámbito, en Túnez, se disolvió el gobierno de los islamitas a principio de febrero “en un intento por calmar los reclamos de la población por el asesinato de un líder opositor”.

En Egipto el presidente Mohamed Morsi (MM), quien sustituyó al Dictador Mobarak el año pasado, como buen fundamentalista islámico, ha enfrentado disturbios de quienes se oponen a que la Saharia sea la Ley fundamental del país, y los que le reprochan que conduzca el gobierno de manera dictatorial. Al final de enero pasado MM declaró el estado de emergencia en varias ciudades de Egipto en las que se han registrado violentas manifestaciones de descontento y que han provocado decenas de muertos y centenares de heridos. MM ha amenazado con “tomar otras medidas excepcionales” si se reanudan los enfrentamientos entre policías y manifestantes: “velaré por el bien de Egipto; es mi deber”.

Por su parte, el comandante en jefe del ejército y ministro de Defensa, el General Abdel Fata´el Sisi, ha mencionado “la posibilidad de un colapso del Estado si continúa la grave crisis que enfrenta Egipto”; igualmente reconoció que las fuerzas armadas se enfrentan a un serio dilema: como evitar confrontaciones con los ciudadanos y respetar su derecho a la protesta y al mismo tiempo cuidar los puntos vitales del país, como el estratégico Canal de Suez. De cara a la anarquía que prevalece en Egipto, por la incapacidad de la clase política para gobernar, y que ha derivado en una creciente desobediencia civil, existe el riesgo de que mediante un golpe de Estado, el ejército retome el poder, el cual de hecho ha mantenido a pesar de la caída del expresidente Mubarak hace más de un año.

El caos que se observa en Egipto ha repercutido negativamente en su economía; entre otros impactos desfavorables, el turismo extranjero que visita ese país ha declinado 30.0% en los dos últimos años y la pobreza se ha agudizado lo que es muy grave dado que la mitad de la población tiene un ingreso de dos dólares por día.

Por otro lado, las relaciones entre Egipto e Israel se han hecho tensas desde el ascenso de MM a la Presidencia. Previo a la llegada de MM al poder, este había expresado que Egipto debería dejar sin efecto el Tratado de Paz que firmó con Israel en 1979 y que fue la base para el establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Asimismo, Occidente ha manifestado preocupación por la visita que realizó el Presidente de Irán, Mahamud Ahmedineyad (MA) a el Cairo el 5 de febrero pasado para asistir a una Cumbre de países islámicos. Cabe destacar que Egipto e Irán no tienen relaciones diplomáticas desde 1979, cuando este último país las rompió para protestar contra los Tratados de Paz firmados entre Egipto e Israel. En el presente, Irán busca acercarse al régimen islamita de MM, en virtud de que su principal aliado en la región, Siria, se ha debilitado por la guerra civil que registra desde hace casi dos años.

Egipto ha sido un importante aliado de EUA en el Medio Oriente, de aquí que este último país lo haya compensado con una ayuda de 1,300 millones de dólares al año; por ello MM se ha mostrado “prudente” en su relación con Irán; no obstante, Irán no cejará en su esfuerzo de atraer a Egipto, con una población de alrededor de 82 millones de personas, a su esfera política con el propósito de recuperar parte de la hegemonía regional que ha perdido por el conflicto bélico de Siria, y a la vez, romper con el aislamiento internacional que vive, producto de las sanciones económicas y políticas que le aplicado Occidente por su programa nuclear con fines militares.