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RABINO BERGMAN/ITONGADOL

Como en la antigua Persia, hoy se repite la milenaria historia.

El rey de Persia Ajashverosh tenía un perverso y poderoso ministro, Hamán, que sorteó el día en que los judíos debían ser exterminados de su reino, ya que no se arrodillaban frente a él, ni rendían culto idolátrico.

Ese día en que la suerte fue echada —Purim—, el pueblo judío contó con la salvífica intervención del Bendito Mordejai y de la Reina Esther; que obraron ante el Rey para que cambiara su dictamen y se evitara así el exterminio de su pueblo.

Ese día, la tristeza se transformó en alegría, y la angustia en celebración.

Desde entonces, recordamos que en cada generación puede volver un Hamán, símbolo del mal.

Purim es la fiesta de la memoria, en la que el mal puede ser transformado en bien; y quienes tienen planes para dañarnos no logran prosperar en su intención.

En nuestros días, en el contexto internacional, Irán es Hamán, que niega la Shoá y pide eliminar a Medinat Israel.

En Argentina, Hamán es Timerman, ministro sin razón; que desde el abuso de poder firmó el punto final de la causa AMIA, intentando exterminarla; y atentó ética y moralmente contra las víctimas de la masacre, la memoria de la Shoá y contra la solidaridad que toda comunidad judía y la República Argentina tienen con Medinat Israel.

Se aproxima Taanit Esther, el Día de Ayuno, donde, a pedido de Mordejai, el pueblo entero ayunó y elevó su oración a los cielos para que la Reina Esther lograra con éxito salvar a nuestro pueblo.

Ayunaremos, entonces, el próximo jueves; y celebraremos Purim en la noche del sábado, según el Luaj, nuestro calendario ritual; esperando también un milagro cívico y político, como en aquel tiempo —ahora en nuestros días— para el próximo 27 de febrero, nuestro Purim argentino…

Bien sabemos en la actualidad quién es Hamán en la Argentina y cuál es su plan ya sellado, echando nuestra suerte, “Purim”, como argentinos. Su malvado designio está plasmado en el memorándum que quiere hacer acuerdo en un pacto con Irán, el Hamán internacional.

Solo nos falta saber si también en Argentina, una Reina, como fue en el pasado Esther, podrá salvarnos, retirando el acuerdo con Irán que quieren mandar a votar.

Ayunemos y recemos porque así sea.

Que podamos transformar el día en se aprestan los diputados a votar el perverso plan de Hamán en Argentina, para que no se pueda decretar el punto final internacional de la causa AMIA; y podamos convertir la traición y la mentira en un renovado compromiso por la Memoria, la Verdad y la Justicia.