Tzipi-Livni-Israel-Knesse-008

EL MUNDO.ES

20 de febrero 2013.-Un mes después de ganar los comicios en Israel, el líder conservador, Benjamin Netanyahu, ha dado el primer paso en el complejo camino para formar Gobierno. Y ha sido uno sorprendente. Se llama Tzipi Livni y hasta anoche era su gran rival en los últimos años.

Ex ministra de Exteriores y líder del partido centrista Hatnuah, será parte importante de la nueva coalición. Su margen de elección era escaso: más años de desierto político liderando una pequeña fuerza o volver con fuerza en la fría oposición al poder aunque sea bajo la batuta de su rival.

Según el acuerdo anunciado en una intervención conjunta anoche, será ministra de Justicia y liderará las negociaciones con los palestinos. Asimismo participará en el fórum más restringido del Gobierno. La reanudación del proceso de paz parece un escenario posible tras la formación del Gobierno israelí y la visita del presidente norteamericano Barack Obama a finales de marzo en Jerusalén y Ramala.

Tras recordar “las amenazas de Irán, Siria y Hizbulá”, Netanyahu afirmó que «Israel necesita un amplio Gobierno de unidad». El líder de Likud Beitenu ha confirmado que Livni llevará el peso de las negociaciones de paz. Tendrá la potestad para dialogar con el presidente palestino, Abu Mazen.

‘Acabar con el conflicto’

«Además de nuestro compromiso con la seguridad, debemos hacer todo el esfuerzo posible para reanudar el proceso de paz con los palestinos. Trabajaremos juntos para promover la visión de los dos Estados para dos pueblos de acuerdo al discurso de Bar Ilan», añadió Netanyahu en alusión a su intervención en el 2009 en la que por primera vez apoyó, con algunas condiciones, la creación de un Estado palestino. «Debemos acabar este conflicto una vez por todas», asegura.

Livni se defiende ante las numerosas críticas a la alianza con el líder de la derecha: «Hace dos meses y medio fundamos un movimiento y nos comprometimos a promover un acuerdo con los palestinos aunque no era rentable a nivel político. Nuestro compromiso hacia el proceso de paz nos ha llevado a este acuerdo».

Con una facción parlamentaria reducida a seis escaños, Livni no tenía otra opción siendo consciente de que será -ya lo es- objeto de la ira y la critica. Para sus votantes de centroizquierda, la boda con Bibi no es fácil de digerir. Durante la campaña electoral, Livni fue la más dura contra el que será su socio de Gobierno.

«Yo critiqué la actuación del Gobierno en los últimos cuatro años pero tras los comicios acordamos por el interés de Israel dejar todas las diferencias y discrepancias a un lado», justificó.

Alianza bien vista

Esta alianza beneficia básicamente a Netanyahu. Consigue el apoyo de un partido de centro izquierda y una dirigente muy bien vista en EEUU, la UE y Ramala. Livni mantiene buenas relaciones con Abu Mazen, algo que Netanyahu no puede ni seguramente podrá decir nunca

“Está muy metida en los detalles de las negociaciones por eso tiene un conocimiento extenso y una visión clara de una posible solución. El nombramiento de Livni será un signo positivo si obtiene un mandato pleno y los poderes necesarios», opina Nimr Hamad, asesor político de Abu Mazen, que reitera la exigencia del fin de la construcción en las colonias.

Netanyahu y Livni poseen 37 de los 120 escaños del Parlamento. El próximo en la coalición será seguramente Mofaz, líder del centrista Kadima que cuenta con sólo dos escaños. Dos semanas y media después de recibir el encargo del presidente Simón Peres y a menos de un mes de consumir el plazo establecido, Netanyahu navega en la duda.

Por un lado, no desea abandonar la tradicional alianza con los ultraortodoxos, socios sin ambiciones de relevarle y cómodos siempre y cuando reciban sus demandas como por ejemplo que sus estudiantes de las academias rabínicas no sean reclutados al Ejército.

Por otro, intenta romper la extraña pero no tan sorprendente alianza entre el líder centrista, Yair Lapìd (19 escaños) y el ultranacionalista Naftali Bennett (12 escaños) que, pese a sus claras diferencias en el conflicto con los palestinos, tienen en común muchas cosas: son nuevos, jóvenes, carismáticos, no caen de momento en las maniobras de expertos como Netanyahu y sobre todo coinciden en la petición de reclutar a los ultraortodoxos.