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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

El desbordamiento apoteósico de una parte significativa de la población venezolana en los diferentes actos relacionados con los funerales de su presidente Hugo Chávez (HCH), quien murió el pasado 5 de marzo, evidencia el carisma que tuvo el mandatario, el cual en gran medida deriva de su carácter populachero, que no han tenido otros líderes de la izquierda de Latinoamérica como Fidel Castro, Evo Morales, Rafael Correa y Daniel Ortega, y de los 300,000 millones de dólares que en catorce años de gobernar a Venezuela obtuvo del boom petrolero (el precio del crudo a la muerte de HCH fue diez veces superior a cuando asumió el poder en 1999) y que destinó a subsidiar a la economía de los pobres: alimentos, salud, vivienda, educación y energéticos, principalmente, que mitigaron la pobreza de la gente, empero, que al mismo tiempo, crearon una economía ficción, que con HCH y sin él, es insostenible ya.

Los ingresos que HCH destinó al apoyo de la actividad productiva propiciaron un déficit presupuestal del gobierno de alrededor de 20.0% del PIB, asimismo, los controles de precios establecidos a alimentos, medicinas y otros productos, han originado que “desaparecieran de las tiendas”; la escasez de bienes ha provocado su creciente importación, misma que pasó de 13,000 millones de dólares en el 2003 a 50,000 millones en el 2012. Cabe destacar que el gobierno no sólo adquirió mercancías esenciales en el exterior, también compró automóviles y aparatos electrodomésticos, que han sido vendidos por debajo de su costo real en sus redes de distribución.

Por otra parte, la tasa media anual de inflación en el periodo de gestión de HCH, medida a través de parámetros oficiales, fue de 25.0% y la población en situación de pobreza significa 40.0% del total. Tras un paro que golpeó severamente a las finanzas nacionales en el 2003, HCH estableció un control cambiario, vigente hoy día, que sobrevaluó el Bolívar, la moneda nacional, a pesar de las devaluaciones que el gobierno realizó; así la tasa de cambio entre el dólar y el Bolívar subió de 2.15 en el 2000 a 6.30 con la última devaluación del 8 de febrero pasado, sin embargo, en el mercado paralelo el dólar se cotiza entre 15 y 18 Bolívares.

La megalomanía que HCH desarrolló a través de su proyecto de una revolución Bolivariana en América Latina, estuvo fundamentada en la enorme riqueza petrolera de Venezuela, la mayor del mundo, estimada en 300,000 millones de barriles. En el 2003 HCH nacionalizó a la empresa Petroleos de Venezuela Sociedad Anonima (PDVSA) para tener el control directo de las divisas petroleras, lo que consolidó el control del Estado en el camino de HCH al socialismo Bolivariano. El 50.0% de los ingresos del gobierno provienen de PVSA. En este ámbito, la ineficiencia administrativa de PVSA y la falta de mantenimiento de sus instalaciones, llevaron a la declinación de la producción petrolera de 3.5 millones de barriles diarios en el 2000 a 2.9 millones en el 2012. La baja de la producción del crudo ha tenido un impacto relevante en el desempeño de la economía de Venezuela que depende de manera excesiva de la producción del mismo; 96.0% de las divisas que recibe el país se obtienen vía el petróleo; por lo demás, las políticas de subsidios los energéticos en el mercado interno y a algunos países “aliados”, han derivado en que PVSA deje de percibir 11,000 millones de dólares anuales. En este contexto, resulta paradójico que HCH considerara el Imperio, referido a EU, como el principal enemigo del socialismo Bolivariano, sin embargo, este sigue siendo el principal comprador foráneo del crudo de Venezuela, aunque ahora sus adquisiciones representan 50.0% del total de cuando HCH inició su mandato; así, HCH buscó nuevos socios comerciales, entre los principales, China, Rusia y Brasil. Con China obtuvo préstamos por 42,500 millones de dólares en el último lustro a cambio de petróleo, lo que junto con otros créditos que le han concedido diversas naciones han incrementado su deuda externa hasta 80,000 millones de dólares en el 2012, pasivo fuera de toda proporción al considerar que el valor del PIB de Venezuela sumó 312,000 millones de dólares ese año.

HCH no se preocupó de diversificar la actividad económica de Venezuela, lo que junto a la nacionalización forzada de grandes empresas siderúrgicas, cementeras, de telefonía y Bancarias y de pequeños productores de envases, sanitarios y tubería, desalentó el proceso de inversión de firmas nacionales y extranjeras en el país, con el consecuente debilitamiento de la economía en su conjunto, dejando un saldo de 20 arbitrajes internacionales por montos millonarios.

Para la mitad de la población de Venezuela HCH es el hombre que ha encarnado a la patria, y después de que le diagnosticaron que tenía cáncer en junio del 2011, se convirtió en un personaje mítico; no obstante, para la otra mitad de los Venezolanos HCH ha dejado una huella de dolor y amargura, por el régimen represivo y antidemocrático que ejerció a través de sus milicias armadas, que siempre intimidaron a los opositores; igualmente, de acuerdo a Amnistía Internacional, Venezuela es en el presente uno de los países más corruptos del mundo, ocupa el lugar 165 de una lista de 176. Simultáneamente Venezuela es valorada como la nación con mayor criminalidad a nivel internacional.

El delirio de grandeza de HCH lo llevó a modificar, a través de un referéndum en el 2009, las leyes para reelegirse indefinidamente y en vísperas de su deceso ordenó que su incondicional Vicepresidente Nicolás Maduro (NM), fuera su sucesor. NM ya asumió de manera interina la presidencia en tanto se realizan nuevas elecciones; empero, existen luchas internas en el chavismo por el poder. A la vez la oposición unificada designó nuevamente a Henrique Capriles como su candidato a la presidencia.

NM no tiene la altura mítica de HCH, no obstante, se beneficiaría, por lo menos en el corto plazo de la imagen de este último y podría ser el triunfador en los próximos comicios, siempre y cuando estos se lleven a cabo de manera pacífica.

En el marco de la crisis que experimenta Venezuela, el nuevo mandatario, sea chavista o no lo sea, tendrá que eliminar la economía ficción que ha vivido el país en los últimos 14 años, lo que determinará, en primer término, reducir el déficit fiscal, lo que conlleva la disminución del gasto social y la ayuda financiera en condiciones preferenciales a Cuba y a los países del Alba (Alianza Bolivariana para las Américas) y a Petrocaribe, restablecer el Estado de Derecho y recomponer la relación con el sector privado para alentarlo a que invierta.