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Mi nombre es Graciela Landgrave, estoy viviendo un asunto legal familiar que por sus características tan peculiares, dado el Holocausto, solamente un despacho o abogado judío pueda comprender en toda su dimensión los agravios humanos tan profundos cometidos contra mis padres, el dolor, estado de indefensión y búsqueda de justicia en la que estoy.

Somos cuatro hijas de padres en común. La mayor, estando muy enfermo nuestro padre hospitalizado, con un poder notarial, un día antes de su fallecimiento da de baja la empresa de nuestros padres. Fallece nuestro padre y al día siguiente su esposo la da de alta a su nombre. Aun estando casados nuestros padres bajo sociedad conyugal y con capitulaciones matrimoniales se adueñan de la parte correspondiente a nuestra madre.

Tratando de subsanar lo anterior se elige a otra hermana como albacea definitiva del Juicio Intesta-mentario de nuestro padre, que en 22 años no ha concluido ni siquiera la fase de inventarios ni ha rendido cuentas de nada a nuestra madre.

A su vez, ésta designa a otra como tutriz definitiva ya que nuestra madre, ha padecido y padece de enfermedad mental. El juicio de interdicción nunca se realiza con el debido proceso y la recluyen por 14 años en un psiquiátrico donde intento sacarla infructuosamente siempre obstaculizada por ellas.

Dentro del psiquiátrico pierde nuestra madre el “habla” sin que se nunca aclare el porqué, no existe en el juzgado historia clínica sobre su salud en 22 años. La tutriz nunca la cuida y lleva màs de tres años de no presentarla como ordena la ley con médicos psiquiatras, así como un sinfín de gravísimas irregularidades. Para ahorrar, durante años la llevaron básicamente a hospitales públicos teniendo mi madre fuertes ingresos por rentas.

Ni siquiera les ha interesado aclarar legalmente su derecho de identidad debido a que, por su mismo padecimiento mental, uso más de 10 nombres diferentes en su vida activa.

El año pasado le quitaron el alimento sólido argumentando un padecimiento en su deglución que casi le ocasionan la muerte, esta decisión tan trascendental, sin presentar ante el juzgado los estudios médicos que justificara una medida tan extrema. Tengo los videos donde nuestra madre de 89 años manifiesta una hambre atroz chupándose dos, tres y cuatro dedos juntos a la vez del hambre tan inhumana por falta de alimento, y el deterioro y pérdida de peso que le ocasionó esta medida. Argumentaron ante el juzgado que era una conducta “normal” en viejitos y que previsoramente tenían ya un paquete funerario listo para nuestra madre. Dicen atenderla y contar con un séquito de enfermeras y cuidadoras cuando también el año pasado se les cayó fuertísimo lastimándose un ojo y cara.

Llevo casi dos años, que únicamente me es permitido visitarla un dìa a la semana que aprovecho, para llevarle alimento altamente nutritivo que incluso han intentado prohibírmelo. La tutriz únicamente informa al juzgado una vez al año acerca de su salud.

Nuestra madre anciana irà a partir algún día, sin embargo tiene Derecho a que sea en Libertad, no de Hambre, con Dignidad y Respeto hacia su Humanidad.

La tutriz, albacea y la otra han venido saqueando el patrimonio de nuestra madre y por la cantidad de irregularidades todo se dirige a un asunto familiar-penal.

A lo largo de estos años he contratado diversos abogados que han cometido “errores” para entorpecer nuestro camino hacia la justicia y que mi madre este a mi lado. Debe existir dentro de la Comunidad Judia un abogado o despacho en Derecho Familiar y Penal, que quiera entablar compromiso moral, ético y laboral en nuestra defensa, le(s) solicito por favor ponerse en contacto conmigo para plantearle el caso. Los tiempos apremian.

De antemano reciba nuestro agradecimiento por su atención. Shalom.

Graciela Landgrave
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