La semana que viene ocurrirán dos cosas importantes en Israel: empezará -si no hay sorpresas- a ejercer el nuevo gobierno, surgido de las elecciones del 22 de enero, y el presidente de Estados Unidos estará casi 48 horas en el país. Esto es lo que hay que saber sobre los dos hechos.

Sobre el gobierno

1. Netanyahu no quería. El primer ministro, Benjamin Netanyahu, casi agotó las seis semanas que tenía para negociar un acuerdo de gobierno. Retrasar es un modo de presionar y negociar. Pero este acuerdo no era el favorito del primer ministro.

Netanyahu quería a los ultraortodoxos en el gobierno. Son más manejables: aceptan casi todo a cambio de mantener su estatus. Para eso debía dejar fuera a Yair Lapid, el partido más centrista. Pero no pudo. Lapid y Bennett, del partido más conservador y cercano a los colonos, hicieron un acuerdo previo para solo entrar en el gobierno juntos. Netanyahu intentó separarles pero no pudo.

.

2. Dos políticos con ínfulas. Netanyahu no quería este acuerdo porque será un gobierno menos cohesionado -con lo que será más fácil que haya elecciones antes: “El próximo mandato será uno de los más difíciles de la historia”, ha dicho- y habrá además dos políticos con aspiraciones serias de ser primer ministro: Lapid y Bennett.

En las últimas elecciones, no había duda de quién iba a ser el nuevo primer ministro. Nadie tenía el nivel de Netanyahu. Los dos únicos candidatos alternativos reales eran Lapid y Bennett, pero eran novatos. En las próximas elecciones ya no lo serán. Pero Netanyahu ha sido lo bastante astuto como para conservar para su partido (o coalición con Yisrael Beiteinu) los ministerios más sensibles e importantes: Defensa y Exteriores.

Lapid será ministro de Economía y Bennett de Comercio. El hueso lo tiene Lapid. Uno de los eslóganes de su campaña era “¿Dónde está el dinero?” Ahora deberá encontrarlo, y rápido. Puede que su imagen quede tocada si no logra cuadrar cuentas y dejar un país más sólido. Es un riesgo mayor. Ha habido 17 ministros de Exteriores en Israel, y 7 han llegado a primer ministro. Solo un ministro de Economía hizo el mismo camino.

3. Es un gobierno preocupado por Israel. La mejora económica israelí era el lema de Lapid. El segundo era sobre los ultraortodoxos. La mayoría de israelíes muy religioso se dedican solo a estudiar, ni sirven en el ejército ni trabajan (viven de subsidios del estado que el nuevo gobierno quizá les recorta).

Puede lograr algo. Falta por ver los detalles de las nuevas leyes que obliguen a servir en el ejército y a trabajar a los ultraortodoxos, que ya han avisado que harán oposición de verdad. Es solo la tercera vez que se quedan fuera del gobierno desde 1977. Será importante.

4. Pocos cambios con palestinos e Irán. El único partido del gobierno de Israel que cree que hay que avanzar en la paz con los palestinos es el más pequeño: el de Tzipi Livni. Quiere negociar. No parece que vaya a ir muy lejos sin el apoyo del resto.

El ministro de Vivienda será, parece, Uri Ariel, un colono. Su prioridad no será como es lógico congelar o evacuar asentamientos; más bien lo contrario. Los palestinos deberán esperar mejores épocas. Pero  aquícuentan una teoría interesante de por qué los asentamientos pueden verse perjudicados en el futuro: si les hacen servir, les retocan la educación y los subsidios, los ultraortodoxos se enfadarán.

Su venganza podría ser acercarse a la izquierda, que sería por otro lado lógico porque son los israelíes más pobres. De ahí a dejar de apoyar asentamientos, queda menos. No parece que vaya a courrir algo así en una legislatura.

Con Irán tampoco parece que el ataque vaya a ser ahora más inminente, aunque será el gran tema de la visita de Obama.

Sobre Obama

5. Un viaje obligado. Obama fue en 2009 al Cairo a hablar de reconciliación con los árabes y musulmanes, de lo que ha quedado poco. Ahora, en el primer viaje de su segundo mandato, prueba otro camino: afianzar al aliado tradicional, Israel. En El Cairo Obama habló de los derechos de los palestinos, pero reconoció que la alianza de Estados Unidos con Israel era “irrompible” y que negar el Holocausto era ridículo y deshonesto.

Para los israelíes no fue suficiente por un motivo simple. Parecía que tenían derecho a formar un estado en Israel porque el Holocausto había sido cruel con ellos. No es exacto: la razón que quieren oír es que tienen derecho a aquella tierra porque estuvieron allí.

6. Los movimientos de Obama. Es espectacular cómo cada movimiento de Obama en Israel a partir del miércoles estará lleno desentido. Obama, como presidente, no visitará el Muro de las Lamentaciones -como Clinton y Bush-, pero sí que irá al Museo de Israel a ver los rollos del Mar Muerto, una evidencia de la relación histórica de los judíos con la tierra de Israel. Será un modo de subsanar aquella afrenta.

Obama se reunirá las mismas horas por separado con Netanyahu y Abbas -cinco y media-, pero volverá a ver a Netanyahu al final en una cena con el presidente Shimon Peres. Excepto la visita a Abbas y a la Iglesia de la Natividad en Belén, Obama estará en Israel. Verá también una batería de la Cúpula de Hierro -financiada por Estados Unidos-, el obligado Museo del Holocausto y una muestra de innovaciones tecnológicas israelíes, para demostrar al mundo que Israel no es solo historia y conflicto.

7. El favor del espía. Jonathan Pollard es un espía americano que pasó información clasificada a Israel. Está en la cárcel desde 1987 en Estados Unidos con cadena perpetua. En Israel quieren verle en libertad. Lo han pedido a varios presidentes americanos. Todos han dicho que no. Obama también ha dicho que no. Pero le siguen pidiendo ese gesto de buena voluntad. Israel concedió la ciudadanía a Pollard y renunció a la americana. Si fuera liberado, sería deportado.

8. El sentido de la visita. Los asuntos a tratar serán, por este orden, Irán, Siria y Palestina. Obama no quiere levantar ninguna expectativa sobre un hipotético proceso de paz que no tiene opciones de fructificar. Pero hablará del asunto. Como al resto de presidentes, le darán largas. Aunque algún día, y para ver eso en parte viajo a Israel, habrá que tomar decisiones. No parece que vaya a ser ahora. La preocupación israelí principal está más lejos: en Irán sobre todo y en Siria, en parte. Si sale algo más, será de rebote.

Fuente: ObamaWorld