MAY SAMRA PARA ENLACE JUDÍO

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Al entrar a la Embajada, una instalación recuerda que, como lo dijera su primer ministro hoy, “Israel sigue aquí gracias a sus caídos”, los soldados que pagan, día a día, con su vida, el atrevimiento del Pueblo Judío de negarse al exterminio y optar por defenderse. Tres rifles detienen un casco, en el que arde una llama en recuerdo de quienes se sacrificaron por el Estado judío.

El recinto es oscuro. Las ventanas han sido cubiertas de papel negro. En nuestras solapas,etiquetas relativas al evento. “Recordamos a todos” dice un cartel.

Primero, un largo larguísimo, minuto de silencio. Luego el Yizkor, el Kaddish y el El Male Rajamim, todas plegarias para elevar el alma de los difuntos. Los rezos judios son sencillos: demasiado, creo yo, ante la tristeza y la congoja de una pérdida. Una corona luctuosa completa el cuadro.

Rodica Radian Gordon, la embajadora, recuerda a los caídos: sus sueños, sus vidas segadas. Los presentes están sumidos en sus pensamientos; cada uno pensando en algún pariente perdido como si fuera un soldado de Israel.

Yael Epelbaum, ciudadana israelí, recuerda a Amos, su hermano, caído en la operación Shalom Hagalil “Paz para Galilea”: “Nuestra casa era una casa llena de risas y juegos, llena de alegría. Cuando llegó la noticia (del fallecimiento de Amos), fue tan inesperada, que no podíamos creer lo acontecido. Nos decían “Cuiden a sus padres”, como si el dolor de nuestros padres no dejara lugar para nuestro luto”

Y ahonda en el tema:

“Cuando muere un soldado, es una familia entera que muere también un poco. De este acontecimiento, me quedó el miedo, el terrible miedo a la muerte ”

“Mi padre emigró a Israel en 1949. Lo hizo por seguir un ideal, porque creía que hacer Aliyá era un zejut (acto de fe). Nunca tuvo pasaporte porque nunca salió de Israel. Mi padre era un campesino y hacíamos largos paseos en la naturaleza. En uno de estos paseos, antes de que muriera, le pregunté si se había arrepentido de haber hecho Aliyá, porque, debido a eso, había perdido a un hijo. Me respondió que, si pudiera repetir lo hecho en su vida, él haría todo de la misma manera. Eso me hizo enojar.”

Salgo con una gran congoja y con este pensamiento: “Para existir, Israel tiene que ser fuerte: es su ejército, compuesto de toda su población, que asegura su supervivencia”.