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JACOB ISRAEL GARZÓN*

Soy judío no sólo porque lo soy de nacimiento, sino por haberlo afianzado, además de con la fe, con la razón. En primer lugar creo en Dios, un Dios universal y único. A veces mis amigos ateos lo ponen en cuestión, pero yo les argumento que los que conocen bien las matemáticas consideran y utilizan funciones como las derivadas o las integrales, porque son necesarias para el cálculo; la visión de Moisés fue precisamente deducir que el único garante de una moral social perenne era un Dios único y universal. Y esa fue también la visión de Spinoza, aunque el primero nos habló de un Dios revelado y el segundo de un Dios inmanente.

En segundo lugar me mantengo judío porque la moral social de Moisés incluye dos conceptos que otras religiones cercanas no conservan.

El primer concepto es que no existe sacralidad alguna en el poder, lo cual viniendo del mundo faraónico, en el tiempo de Moisés fue una revolución. Más que alcanzar la libertad saliendo de Egipto, lo que hicieron los judíos fue alcanzar la libertad al considerar que el poder no era sagrado.

El segundo concepto, que se deriva del primero es que si no existe sacralidad del poder, el sacrificio (el origen de la palabra ya incluye su carácter sacro) humano – propio o ajeno – está prohibido, en nombre de lo que sea.
Todo esto me hace estar cerca de una tradición interpretativa moralista, como la del rabino Hillel, quien le explicó a un gentil que inquiría cual era la esencia del judaísmo: “La esencia de la Torá es no hacer al prójimo lo que no quieres que a ti te hagan”.

Es muy importante recordar – en un mundo que parece resquebrajarse – que la moral nos obliga a compensar a los más débiles (física o económicamente), no sólo como un acto volitivo sino como una acción de justicia. Esta compensación debemos realizarla a nivel personal e institucional.

Y que no se piense que este tipo de compensación está dado: en nuestra maltrecha Europa, se levantó no hace muchos decenios – con el beneplácito de buena parte de la población y el silencio de muchos más – una ideología, el nazismo, que al querer hacer una sociedad de los fuertes y de los sanos, intentaba eliminar a los más débiles físicamente.
Estas son algunas de las razones por las que soy judío. Pero también – no puedo menos que mencionarlo – por amor y en recuerdo de mis padres, ya desaparecidos.

* Escritor y divulgador de la cultura judía en España. Fue presidente de la Comunidad Judía de Madrid desde 2001 a 2008 y desde 2003 preside la Federación de Comunidades Judías de España.

Fuente:elpais.com