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Desde su creación en el 2008, el Museo Universitario de Arte Contemporáneo, MUAC, se ha convertido en un referente en la escena del arte actual, donde lo mismo se habla de un nuevo paradigma en la creación artística y la construcción de conocimiento, que de la determinación de un espacio propicio para la experimentación y los límites del arte.

Es esta naturaleza plural la que permite que el MUAC se constituya como un espacio que incentiva la visión crítica del arte. Es en ese contexto que el recinto ha abierto sus puertas para albergar el trabajo de Yona Friedman (Hungría,1923), uno de los arquitectos y urbanistas más visionarios de los últimos años, cuyas creaciones e ideas se han convertido en la génesis e inspiración de urbanistas, arquitectos, diseñadores y sociólogos.

El trabajo de Friedman se condensa en la muestra “Arquitectura sin construcción”, exposición conformada por una serie de propuestas estructurales para un museo sin edificio, resultado de la búsqueda del creador por alcanzar una arquitectura que exprese la incertidumbre de la realidad y que se adapte a las necesidades de uso, entendiendo así a la construcción y al urbanismo como marcos para la vida y la creatividad humana. La premisa del autor señala que en la esfera del arte, al igual que en la arquitectura, una exhibición debe constituir mucho más que una recopilación de obras de arte para convertirse en la [re]presentación del mensaje de una civilización.

De acuerdo con la visión de Friedman, el contenido de las obras no llega de forma directa al espectador en tanto que es mediado y filtrado por los curadores, quienes deciden qué exhibir y cómo hacerlo. Según esta premisa, el público debería poder construir su propia exhibición, incluso más allá de los límites del museo, utilizando para ello estructuras irregulares e improvisadas para presentar los objetos que los sujetos elijan como merecedores de tal categoría.

Esta propuesta busca terminar con el protagonismo del edificio que en ocasiones se impone ante las exposiciones y para ello propone la idea de un “museo como ensamblaje”, con una estructura flexible que permita que las obras allí albergadas no necesiten la protección de un edificio. Friedman plantea una serie de módulos tridimensionales de aros de aluminio que funcionan como una estructura espacial en la que las obras pueden mostrarse, su nombre es Iconostasios en referencia a los retablos que soportaban las imágenes de los santos. Friedman reflexiona sobre el papel del museo y de la propia obra de arte. El espacio estructura la realidad, afirma.

Fuente:domingoeluniversal.mx