¿Alguno de los presentes ha leído “La Familia Moskat de Isaac Bashevis Singer?

KARIN MATARASSO

Pues, déjenme contarles que, después de una larga búsqueda de casi 5 años en librerías, bibliotecas y armarios desordenados, yo sí.

Tuve el honor de devorármelo hace unos meses después de que mi madre me enamoró de él con sus recuerdos.
Literalmente, la Familia Moskat era un libro inconseguible y permanentemente perdido o en préstamo dentro de las bibliotecas que se jactaban de tenerlo. Comenzaba a creer que se trataba de un libro fantasma.

La familia Moskat era, en principio, uno de esos libros en donde la historia no comenzaba en la primera página, sino en el reto de conseguirlo, soportando tanto las ganas de leerlo como todos los sentidos que traían consigo las memorias de mi madre alrededor de él:

“La familia Moskat es la familia Marcuschamer. Nuestra historia está escrita ahí, como la de los Cohen, los Zyman, los Toiber, qué lástima que ese libro no se consigue… “

Isaac Bashevis Singer, era uno de esos narradores criado entre tres lenguas muertas: hebreo, arameo e idish que él como pocos, pudo revivirlas, convirtiéndolas en personajes que caminan, viven, festejan y lloran mejor en idish.”

Imagínate que tu zeide leyó la familia Moskat por entregas, entre muchos otros cuentos que le llegaban en Di Shtime, el diario Idish de Nueva York, directo al banquito de la tienda, después de haber sido pasado por 5 juegos de manos, leído y releído por los bendecidos por la suscripción.

Sospecho que la emoción por la espera de esos cuentos que vivía mi abuelo era muy parecida a la que yo tenía por encontrar ese viejo libro. Que gracias a Amazon llegó a mis manos en 15 días, en versión paperback y en español.

Por fin, cada personaje de la familia estaba en mis manos, no en idish, no en un periódico, tampoco narrado a cuenta gotas pero sí, trayendo a la vida esa historia que mi abuelo y mi madre habían leído con tanta emoción.
Con el paso de las páginas llegué a pensar que seguramente en ese párrafo específico, el zeide se había detenido varias veces para masticar cada palabra y llevarla directo al corazón, conectándola con poderosos recuerdos de infancia.

Pero a qué quiero llegar con tanto rollo. Justamente a que más allá de que ese libro, haya llegado a mí en español, por Amazon o vía digital, la historia sigue siendo la misma y el discurso, más allá de las alteraciones semánticas o propias de la traducción era ése que había hecho llorar o desprenderse a carcajadas a mi Zeide.

Veámoslo desde otra perspectiva: Más allá de que los periódicos cambien a versiones digitales, los libros se lean en un ipad, Bach se escuche en un celular o Netflix haya matado la espera de los comerciales, los contenidos siempre serán lenguaje, siempre estarán cargados de sentido y sin ellos ningún medio o vía de transmisión tendría razón de ser.

Porque por más que creamos lo contrario, la palabra supera al medio, porque el lenguaje sigue siendo lo más cercano que tenemos para comprender al otro, porque un follow, un like o un hashtag no son más que voz y palabra recontextualizada.

En este sentido, twitter sin rigor periodístico se convertiría en un simple chismógrafo, reforma.com sin contenidos sería un portal de anuncios, Rayuela sin Cortazar no existiría porque ni siquiera la maga hubiera podido crearlo, pese a cualquier conjuro.

Sin duda, al tener presente que los mensajes siempre irán más allá del medio, hoy más que nunca, como periodistas y trabajadores de la información, debemos comprender como bien refiere Mike Yapp, Director de Google The Zoo que:
Los contenidos son líquidos y si narran una historia relevante, memorable y útil pueden amoldarse a cualquier estado, formato o recipiente. Sí, como el agua.

Ya no es suficiente comunicar un mensaje, una marca o una idea para que la gente sepa que ésta existe o que el poema suena bonito, sino para que la haga parte de su vida, la integre y esté dispuesta a perdonarla o defenderla.

Esta cualidad de los contenidos nos lleva también a creer en la idea de que la comunicación es mucho más que integración mediática, hoy, no podemos pensar sólo en redes sociales, o en la televisión como medio. No podemos simplificar nuestra idea de la era digital y restringir las posibilidades a una columna semanal, a un quiero estar en twitter o no tengo perfil en Facebook. La comunicación, principalmente de las marcas debe tratarse de una orquestación de factores en donde cada elemento juegue un rol significativo para contar historias o transmitir información de utilidad.

Por ejemplo, hoy la comunicación vía teléfonos celulares se centra cada vez menos en hablar y cada vez más en ser relevante a nivel contextual. También, estamos frente a una necesidad de analizar y comunicar los datos de forma distinta, en donde lo virtual es cada vez más social y se debate entre la personalización y la despersonalización.

Es claro que el mundo de hoy exige una estructura de comunicación permanentemente móvil, cuestionable y renovable, que permita compartir distintos puntos de vista de manera simultánea e inmediata.

Reflexionemos sobre cómo nuestro mundo, nuestra comunidad y nuestra visión se enfrentan a cambios constantes que no se detienen ni se detendrán nunca, y, por ende, mientras más dispuestos estemos a indagar, comprender y dejarnos sorprender, más pedazos del cuento podremos recuperar e interpretar para incorporarlos en el infinito de nuestras historias.

En este sentido sí se puede soñar con una tercera persona, generalmente lo hacemos, pero por más digitalizados que estemos, nunca podremos soñar POR una tercera persona porque ni la individualidad ni la palabra dejarán de definirnos como humanos.

Entonces, si están de acuerdo o no conmigo, demos paso al debate, poniendo en la mesa cinco grandes mitos de la tan repetida era digital:

1.Hoy, la gente no lee. La gente lee más que nunca pero muchas veces no sabe encontrar lo valioso entre tanta información.
2.El medio es el mensaje. No. El medio es el medio y el mensaje es el mensaje. Eso sí, ambos son parte de un discurso.
3.La gente prefiere las ediciones impresas en papel a las ediciones digitales de los periódicos. ¿En serio?
4.Todos somos igual de guapos que en nuestra foto de perfil de Facebook.
5.La familia Moskat de Isaac Bashevis Singer es un libro inconseguible.

*Esta ponencia se presento en el Primer Encuentro de Comunicación de las Comunidades Judías relizado el 9 de junio de 2013 en el Centro Deportivo Israelita.