Enlace-Judio-Robertito- el- niño- que- Israel- curó- y- ahora- cura- a- otros

Con apenas diez años llegó a un hospital de Israel con las esperanzas de ser curado de una leucemia y de un linfoma de Hodgkin que le estaban arrebatando la vida. Veinte años después, desde el mismo hospital donde fue curado lo llamaron para que se desempeñara como médico de su staff. “Lo que son las vueltas de la vida”, dijo entre risas Robertito Juárez, un joven doctor especializado en diagnóstico por imagen, que en 1993 mantuvo en vilo a la provincia con su historia y hoy se luce como médico en San Juan, el lugar que eligió para vivir.

Roberto llevaba una vida normal, iba al colegio y tenía los mismos intereses que cualquier niño de 9 años. Sin embargo, todo se interrumpió cuando en 1992 le descubrieron una leucemia y un linfoma, ambas patologías muy graves.

Los consultorios médicos pasaron a ser el aula del pequeño, que en todo momento supo los males que le aquejaban, pero que afrontó la enfermedad como un “rey”.

Un auto trasplante de médula ósea fue el tratamiento indicado. Lamentablemente, la operación no rindió los frutos esperados y sentados en una fría habitación los padres de Robertito recibieron la peor noticia: “Ya no hay esperanzas para su hijo, no hay nada más que hacer”, les dijo un médico.

Manolo, el papá de Roberto, no se dio por vencido ni aún escuchando el diagnóstico médico. Empezó a investigar en cuanto libro y embajada hubiera. Tras mucho revisar, logró encontrar un tratamiento alternativo en Israel. Con el nombre del médico anotado en un papelito, y una somera descripción de su apariencia física, Manolo lo fue a buscar al Aeropuerto el único día del mes que venía a Argentina para atender pacientes. Con todas las dificultades, en un momento histórico en el que Internet era de unos pocos, Manolo lo ubicó y logró interesar al profesional de la salud en el caso de su hijo.

Con las esperanzas renovadas, los padres de Roberto empezaron una nueva batalla, conseguir U$S250.000 para poder tratar al pequeño de 10 años en Israel. Manolo era empleado bancario en aquel momento y Licha, su mamá, docente jubilada. Los papás no tuvieron otra que acudir a los medios de comunicación. Diario de Cuyo y Canal 8 reflejaron la historia del pequeño, que conmovió hasta las lágrimas a toda la sociedad.

San Juan comenzó en 1993 una campaña solidaria sin precedentes: alcancías en todos los comercios, peñas con fines benéficos, venta de tortitas, semitas, estampitas, en la Peatonal. Todo lo imaginable se hizo en la provincia para conseguir la abultada suma de dinero.

“Se hizo de todo, mis viejos nunca bajaron los brazos. Yo vivía prácticamente como un niño normal porque los síntomas no eran tan extremos a pesar de la gravedad de mi cuadro. Nunca pensé que me iba a morir”, cuenta Roberto mientras revive detalle a detalle su caso, el caso que conmocionó a San Juan.

A pesar de los esfuerzos, no se llegó a juntar un cuarto de millón de dólares. Otra vez Manolo, el hombre que no se da por vencido nunca, fue protagonista de un acto de amor. “Como no llegábamos y se agotaba el tiempo, mi papá compró un pasaje a Buenos Aires, se fue con lo puesto nomás. Allá consiguió un traje prestado y medio que robó una credencial de periodista con la que entró a una conferencia de prensa que estaba dando el presidente Menem. Cuando los periodistas terminaron, mi viejo llamó al presidente. Ahí nomás los guardaespaldas se le tiraron encima, pensaban que era un atentado. Menem se devolvió y lo citó”, explicó Roberto visiblemente emocionado.

La reunión con el presidente fue tranquila. Manolo le contó que tenía un hijo enfermo y que le faltaba dinero para poder operarlo en Israel, el único lugar del mundo en donde existía un tratamiento para alguien con leucemia y un linfoma. Menem le dijo que la Nación iba a poner la plata y apenas una semana después, Roberto estaba a bordo de un avión con sus padres en busca de la cura definitiva a su enfermedad.

La operación rindió sus frutos, Robertito se curó. Pero el pos operatorio no fue tan sencillo, se tuvo que quedar a vivir un año en Israel. “Las dificultades del idioma no fueron un limitante para mí, me hice amigos de muchos argentinos, mis padres también, me gusta mucho Israel”, dijo el joven médico.

Todos los avances de la operación fueron dados a conocer por los medios de comunicación locales, que contaban con lujo de detalles en largas crónicas de cómo el niño sanjuanino había vencido al cáncer. Recién en 1998, con quince años, Roberto obtuvo el alta definitiva.

Cuando llegó la hora de elegir una profesión al egresar del colegio Don Bosco, el joven se inclinó por la medicina. Estudió en la Universidad Católica de Cuyo y en tiempo récord se recibió.

Él explica que siempre quiso ser doctor, que haber pasado por una enfermedad tan difícil tan chico, no fue un factor determinante a la hora de tomar la decisión, pero sí lo lleva a involucrarse más con los casos que ahora tiene que resolver en el consultorio del CEAC y del Instituto Provincial de Resonancia.

Eligió como especialidad el diagnóstico por imagen, que se estudia en Buenos Aires. En la provincia platense hizo dos posgrados. Se quedó un año trabajando allá, y aunque recibió propuestas del mismo hospital israelí que lo curó para trabajar en aquellas lejanas tierras, desistió y se vino a San Juan.

Hoy Robertito, aquel niño que mantuvo en vilo a la provincia con su difícil cuadro, es médico y promete devolver con amor y tesón lo que la sociedad hizo por él.

Fuente:tiempodesanjuan.com