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RAFA MARTÍN

El historiador de Harvard Ben Urwand publicará el próximo mes de octubre un libro en el que aborda la historia de colaboración entre Hollywood y el régimen de Adolf Hitler desde su llegada al poder hasta el estallido de la II Guerra Mundial. La obra, titulada The Collaboration: Hollywood’s Pact with Hitler, aborda las relaciones entre los estudios de Hollywood, la comunidad judía involucrada en el mundo del cine, y el departamento de comunicación y propaganda Nazi bajo la premisa de que los estudios no solo aceptaron la censura del Nazismo, sino que “cooperaron de manera activa y entusiasta con el esfuerzo de propaganda mundial del régimen”.

“Hollywood no solo colaboraba con la Alemania Nazi”, declaró Urwand al diario The New York Times. “También colaboraba con Adolf Hitler, persona y ser humano”.

El uso que Urwand hace de la palabra “colaboración” no ha gustado a otros historiadores cinematográficos como Thomas P. Doherty, quien considera que, en este contexto, el término “es poco menos que una difamación. Louis B. Mayer –jefe de la Metro– podría ser un codicioso, pero no un traidor”, apuntó.

Sin embargo, Urwand se defiende: “Yo no me he inventado la palabra ‘colaboración’; aparece regularmente en materiales de ambas partes. El jefe de la división alemana de la MGM”, apunta a The Guardian, habla de ‘colaboración satisfactoria entre ambas partes’”.

“Y es una colaboración”, añade, “en el sentido de que los ejecutivos de Hollywood y los oficiales Nazis estaban colaborando, y los Nazis tenían la última palabra: no querían perder su negocio. Los jefes de Hollywood creían que Hitler podría ganar la guerra y querían preservar su trabajo a través de la colaboración con los Nazis”.

Concretamente y según el historiador, tres estudios –MGM, Paramount y la 20th Century Fox– permanecieron en Alemania hasta mediados de los 40 y siguieron eliminando referencias a la población judía en sus films incluso en momentos en los que Hollywood estaba ya iniciando su campaña de propaganda bélica a favor de los aliados.

Los Nazis hicieron todo lo posible por impedir cualquier tipo de agitación entre los estudios con maniobras de presión como la perpetrada el día del estreno de Sin Novedad en el Frente en 1930, cuando –con el beneplácito de Joseph Goebbels, brazo propagandístico del régimen Nazi, varios soldados lanzaron bombas fétidas y soltaron ratones en el cine. El entonces jefe de Universal, Carl Laemmle (judío alemán estadounidense) aceptó realizar determinados cortes en el film.

Posteriormente, y como también explica Urwand, Laemmle en persona emitió centenares de visados a judíos atrapados en Europa para garantizar su llegada a Estados Unidos. Sin embargo, casi una veintena de películas destinadas a la audiencia estadounidense fueron “significativamente alteradas” para contentar a los oficiales Nazis presentes en EEUU, y “prácticamente eliminaron la presencia de los judíos en sus películas”.

“Podemos descartar la excusa de la ignorancia. Hollywood sabía exactamente qué estaba sucediendo en Alemania, no solo porque había sido obligado a despedir a sus ejecutivos de ventas internacionales de origen judío, y porque conocía la persecución de la que estaban siendo objeto los judíos en ese momento”, indica el historiador en el libro, a la venta en octubre de 2013 por unos 24 euros.

Fuente:lashorasperdidas.com