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LEÓN OPALÍN PARA ENLACE JUDÍO

La alegría de un abuelo

En un abrir y cerrar de ojos se pasa la vida. Esto viene a colación porque la última semana de junio fui a las graduaciones de mi nieta mayor, que terminó la preparatoria en el Colegio Sefaradí, ella tiene 19 años, y de mi nieto de 15 años que concluyó la secundaria en la Escuela Manuel Muñiz.

La ceremonia de graduación de mi nieta se llevó a cabo en el templo de la Comunidad Sefaradí. Los graduados, a pesar de que pretendían ser adultos que estaban por iniciar una carrera profesional que definiría su vida, no podían borrar de sus caras la expresión de niños y niñas, sobre todo las chicas, que estaban maquilladas y con zapatos de tacones que elevaban de manera notoria su altura.

Un hecho interesante en la ceremonia fue la entrega de varias becas que concedieron las principales Universidades privadas de México a alumnos sobresalientes. Averigüé que estos últimos provienen de familias acomodadas; en este sentido, me parece bien que aunque los jóvenes tienen los recursos para financiar sus carreras, es justo que se premie a quien se esfuerza y se dedica con entusiasmo a estudiar, ello es una buena lección para alumnos que teniendo capacidades para obtener un reconocimiento vía una beca, no le echan ganas a la vida. Al mismo tiempo, pienso que los padres de los beneficiarios de las becas, deberían apoyar a otros alumnos que tienen dificultades económicas para financiar sus estudios profesionales.

En este contexto, cabe hacer notar que la mayoría de los jóvenes judíos que terminan la preparatoria se van a Israel, de Hajshará (aldea agrícola industrial colectiva) y otras instituciones donde trabajan, estudian, y además pasean por el país. La Hajshará es una valiosa experiencia para que los jóvenes socialicen, maduren y afiancen sus raíces judías.

A la Hajshará llegan jóvenes de todo el mundo; sin embargo, existen algunos kibutzim que están rechazando la estancia temporal de los jóvenes judíos provenientes de México, porque la conducta de un número importante de ellos no ha sido apropiada; realizan con apatía el trabajo, se embriagan, y en general, no muestran entusiasmo por estar en el kibutz.

Esta situación la documentó una joven participante en la Hajshará en un artículo que escribió para el sitio Enlace Judío.

Considero que las conductas de estos muchachos se deben a que sus valores no son sólidos; es común que los padres judíos de México sobreprotejan a sus hijos y los envíen a Israel con un buen “tambache de billetes”, que constituye un elemento detonador de estas conductas. Como padre siempre quise darles lo mejor a mis hijos, empero, admito, que los sobreprotegí, y ello al final no ayudó a su pleno desarrollo. En el caso particular de mi nieta, considero que aprovechará plenamente su estancia en Israel y la experiencia que tendrá será decisiva para su vida.

Por otro lado, un aspecto que me llamó la atención, es que en el Templo, que es un recinto de oración y celebración de ceremonias religiosas, como las bodas, se lleven a cabo actos que rayan en la algarabía de una feria, como fue el momento en que todos los graduados, gritando, arrojaron al aire sus birretes. Pienso que el Templo no es el sitio más apropiado para una graduación.

Asimismo, dentro del Templo hubo poca solemnidad. Había niños y adultos comiendo “papitas” y tomando agua; niños brincando, corriendo y gritando. Todos los templos tienen salones adjuntos para fiestas; he observado, que no sólo en actos como la graduación, sino en el rezo cotidiano, no existe el ambiente de solemnidad que merece ese espacio religioso, incluso es frecuente que los rabinos llamen la atención de los fieles para que no hagan ruido y se puedan efectuar los rezos “como Dios manda”. No soy un practicante asiduo, empero, respeto la religión.

En relación a la graduación de mi nieto esta se realizó en un pequeño salón del Centro Empresarial de Interlomas. El acto fue solemne; maestros, directivos y miembros del Consejo de Administración de la Escuela, dieron mensajes de fondo para los alumnos y sus padres. Los discursos fueron breves y la graduación terminó con la entrega de diplomas. Los pubertos que completaron la secundaria aún tienen un largo camino para definir qué es lo que quieren hacer en la vida; la orientación de los padres es fundamental en este proceso.

Mi nieto se incorporó al grupo de jóvenes de la Escuela Sefaradí que viajan a Israel de paseo por un mes. La oportunidad que los padres judíos dan a sus hijos de viajar con grupos de amigos y de que conozcan más sobre la cultura judía y el Estado de Israel, representa una valiosa acción a favor de sus hijos y de su Comunidad.