Asfixiados con gas, abatidos a balazos, obligados a trabajos forzados y al hambre. Así murieron seis millones de judíos a manos de los Nazis durante el Holocausto y tras el inicio de una feroz persecución que creó una herida profunda en el judaísmo mundial.

Usualmente, cuando hablamos del Holocausto, acudimos a los sobrevivientes, quienes con paciencia y cuidado se sientan a relatar su historia. En esta ocasión la pregunta fue diferente y giró en torno a pensar ¿qué pasó con los hijos y nietos de los sobrevivientes? ¿cuál es su sentir en cuando por fin se cae el velo y su padre o su zeide les cuenta que fue víctima de uno de los asesinatos más grandes de la humanidad? Estos son sus testimonios:

“Sí. Me habló la esposa de mi papá y me dijo que mi papá no había podido dormir y que era la primera vez que eso le pasaba y que tenía ya que hablar, entonces nos fuimos al típico Sanborns de Aguascalientes en ese entonces y yo como ya queriendo abrir el tema -tenía unos 26 años-  ya quería abrir el tema y le pregunté con una frase lapidaria “¿Por qué no te mataste?” así lo abrí. Entonces él me dijo porque quería transmitirle a la siguiente generación lo que había pasado: nadie lo podía creer”

Raquel Schlosser.

Hija de Salomón Schlosser, sobreviviente del Holocausto

“Básicamente nosotros no le poníamos la etiqueta de sobreviviente, simplemente fue ser hijo de una persona que no era del país, que tenía otras costumbres y poco a poco nos fuimos adaptando. Lo que es para mí hoy importante, es lograr la continuación del pueblo judío ya que gracias a que pudo sobrevivir en la guerra, nacimos nosotros y esperemos que ahí siga la descendencia ¿no? Por cada sobreviviente, hay mucha gente que hoy es parte importante del pueblo, el pueblo judío. Entonces, ese es un legado importante simplemente por la sensibilidad al saber que tiene uno una obligación de esta continuidad que ha sido frenada por muchas otras razones. Nosotros, los que seguimos, debemos tratar de inculcarlo a la generación actual y a las generaciones que siguen para fortalecernos como pueblo.

Samuel Schlosser

Hijo de Salomón Schlosser, sobreviviente del Holocausto 

, “Yo en mi cabeza, me lo imaginaba mucho peor de cómo lo vi. Tenía una imagen peor de lo que en verdad vi. Puso ese toque realista a todo lo que tenía en mi cabeza, a todo lo que ya sabía y pues antes de irme era un tema que no me gustaba mucho tratar,en películas, libros… Me costaba mucho y creo que a partir de que estuve ahí, ya no me es tan difícil […]. Creo que ya pasé por lo más fuerte que puede pasar mi generación con relación al tema, creo que ya pasé lo más difícil, entonces creo que me puedo involucrar más fácil sin salir afectada.

Majdanek fue diferente porque estando Auschwitz en la marcha de la vida, la parte difícil era estar pensando en mi zeide todo el tiempo y estar pensando en que él estuvo ahí, que estoy pisando los mismos pasos que él y que estoy pues pasando por – exactamente-  los mismos lugares por donde él pisó, donde tal vez se cayó, donde tal vez en un momento se lastimó, donde encontró algo tirado: pisé esos mismos lugares. Eso fue lo que más me impactó de Auschwitz.

Estando en Majdanek, sí creo que fue un alivio saber que mi zeide no pasó por ahí, porque Majdanek está intacto… Entonces sí es un impacto muy grande estar ahí porque en Auschwitz ya no queda casi nada, barrancas quedan muy pocas todo lo que hay ahí son montañas de ladrillos que sabes lo que era pero no lo estás viendo, en Majdanek lo ves, entras, está intacto de que alguien prende el switch y todo vuelve a funcionar […]. Lo que más me impactó de Majdanek fue la montaña de cenizas porque estaba bien dentro de lo que cabe toda la primera parte, […] pero llegar y ver una montaña de cenizas y esas cenizas eran personas y ¿cuánta ceniza puede salir de una sola persona? De una sola persona puede salir algo así (refiriéndose a un pequeño frasco)… Tienes una montaña que son como 2 o 3 metros de alto. Entonces eso fue lo que más me impactó a mi. Por eso Majdanek fue lo más fuerte para mi, no por otra cosa, por ese momento. Majdanek la sufrí más que en Auschwitz porque en Auschwitz estaba pensando en mi zeide y en Majdanek estaba pensando en todo lo demás, en la historia en sí.

[…] La maldad humana existe, está, no la puedes entender porque tú eres una persona cuerda y sana. No la puedes entender aunque trates. No puedes entender que los campos de concentración eran fábricas de cadáveres… No lo puedes entender ¿por qué? Porque tú no odias,  no puedes, simplemente no puedes entender cómo par aun nazi ir al campo era su día normal de trabajo, igual que mi papá se para en las mañanas y va a la oficina, el nazi se paraba en las mañanas, mataba gente, se bañaba y se regresaba a su casa con su familia, con sus hijos…. No lo puedes entender, aunque quieras, aunque trates. Puedes hacer lo que quieras… Nunca lo vas a entender. […]

No vale la pena ni enojarse. Tengo mucho enojo porque no se vale que mi zeide lo haya tenido que pasar eso. ¿Quién es quién para decidir que mi zeide tuvo que haber estado sufriendo en un campo, muriéndose de frío, de hambre, de todo? ¿Quién es quién para decir que mi zeide tuvo que haber sufrido tanto tiempo de su vida?  Me enoja que mi zeide haya tenido que pasar por eso. Me duele tener que haber perdido a tanta gente de mi familia que probablemente si los hubiera conocido, hubiera sido gente increíble. Me causa ira que por eso, por gente con ideas malévolas y gente ignorante, haya habido gente que sufrió. Me causa enojo, pero no es enojo porque de qué me sirve… para cuando yo nací ya había pasado hace mucho entonces no tiene sentido que esté enojada, nada más el dolor de que no se puede evitar y que cualquier persona que se hace llamar judía debe sentir de cierta forma.”

Daniela Bassini

Nieta de Salomón Schlosser, sobreviviente del Holocausto 

Es de esta manera como entendimos que Salomón Schlosser cumplió con su deseo: lograr que las generaciones posteriores entendieran lo que realmente pasó en la Alemania Nazi.