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ANA JEROZOLIMSKI
Las negociaciones de paz entre Israel y la Autoridad Nacional Palestina han sido reanudadas tras cuatro años sin diálogo formal entre las partes y uno de los elementos que Israel presenta como “logro” es que se haya vuelto a hablar sin aceptar condiciones previas presentadas por los palestinos.

Este resumen es un tanto relativo, porque claro está que Israel tuvo que tragar la amarga pastilla de aprobar la liberación de terroristas responsables de atentados, aunque formalmente eso fue una especie de gesto de “buena voluntad”  para con el Presidente Mahmud Abbas, mientras que a la mesa misma de conversaciones se vuelve, supuestamente, en blanco.

La realidad , sin embargo, es un tanto más compleja.

Uno de los grandes temas en la agenda bilateral es la exigencia palestina de crear su Estado independiente en las así llamadas –mal llamadas por cierto- “fronteras del 67”. Se refieren a Cisjordania y la Franja de Gaza, conquistados por Israel en junio de 1967, durante la guerra de los Seis Días, con Jerusalem oriental de capital. Jerusalem Este fue incorporada a la parte occidental que ya estaba en manos de Israel y declarada territorio sobreaño de Israel,  mientras que el resto, quedó en un estatuto jurídico indefinido, como territorios en disputa. No es casualidad que no se los haya anexado, a pesar del vínculo histórico con dicha tierra.

De la Franja de Gaza, cabe recordar, Israel se retiró en agosto y setiembre del 2005.

Mal llamadas fronteras del 67, decíamos, porque de hecho la línea en la que empezó la guerra de los Seis Días y desde las cuales Israel conquistó los territorios exigidos hoy por los palestinos, eran las líneas de armisticio de 1948.Las líneas en las que se detuvieron los combates en la guerra de independencia, eran las que fueron violadas por la nueva guerra contra Israel en 1967.

En el frente sur, donde se ocupó Gaza, no habría pasado nada, si Egipto no hubiera preparado el terreno para un ataque, lo mismo en el norte en los Altos del Golan con Siria .Y  por cierto al Este el Rey Hussein de Jordania no habría perdido Cisjordania (Judea y Samaria en términos bíblicos), si no hubiese creído las mentiras del Presidente egipcio Gamal Abdel Nasser sobre la inminente llegada árabe a Tel Aviv y si se hubiese abstenido de sumarse a la guerra contra Israel, lo cual no hizo aunque Israel le aseguró que si él no se incorpora a los combates, no se le atacaría.

Pero eso, ya es historia. Aunque es importante a nuestro criterio recordar los detalles a fin de que la realidad no sea tergiversada, ahora el gran desafío es mirar hacia adelante y encontrar la forma de solucionar el conflicto y tratar de lograr un auténtico acuerdo de paz.

El Estado palestino que eventualmente será creado, no es receta segura de  paz eterna para Israel.Así como Israel fue atacado en repetidas oportunidades cuando eran los árabes quienes tenían en sus manos los territorios en los que hoy que quieren erigir un país independiente, cabe suponer que los ataques no terminarán cuando ese Estado exista.

Pero difícilmente haya hoy políticos realistas y serios que crean que realmente podrá vivirse eternamente en la situación actual, sin alcanzar una fórmula de acuerdo que incluya la creación de un Estado palestino.

Gobiernos de centro izquierda , más centristas y más conservadores, han dado a entender o dicho explícitamente, que no se volverá a las fronteras “del 67” ya que habrá “intercambios de territorios”.El principio detrás de dicha idea, aceptado ya por los propios palestinos en la mesa de negociaciones anteriores aunque en discursos altisonantes sigan hablando de “retirada total”, es que a cambio del porcentaje de Cisjordania (Judea y Samaria) que quede en manos de Israel ya que allí está el grueso de los habitantes judíos en asentamientos, los palestinos recibirán territorios del Israel soberano, de modo que tengan continuidad territorial para su Estado.

 

El propio Primer Ministro actual Benjamin Netanyahu , al frente del gobierno anterior, tuvo la valentía de hacer un giro clave en su enfoque ideológico de siempre, al pronunciar en la universidad de Bar Ilan su famoso discurso “dos Estados para dos pueblos”. Tenía y sigue teniendo sus exigencias y claro está que lejos está de aceptar lo que hoy, para los palestinos, es el mínimo..¿Pero acaso alguien piensa que al hablar Netanyahu de “dos Estados”-y sigue hablando de ello- puede estar pensando en otra cosa que no sea retirada de territorios en los que hoy Israel se encuentra, para que allí se cree el Estado palestino?

Eso significa negociar en base a las líneas del 67, con cambios territoriales. No retirada a las líneas del 67 pero sí negociaciones en base a ellas, para determinar los cambios que habrá en la frontera, los intercambios de territorios y así ver dónde exactamente pasará la frontera entre Israel y el Estado de Palestina.

Creemos que Netanyahu podría quizás haberse ahorrado la difícil decisión de excarcelar a terroristas, si hubiese aceptado formalmente decir que negocia “en base a las líneas del 67”, que es de hecho lo que significa haber aceptado la fórmula de “dos Estados”.

Pero podemos hasta entender la renuncia –quizás sólo política, pero quizás también emocional-a proclamar algo de ese tipo.

El otrora canciller laborista Abba Eban llamó una vez a las fronteras “del 67” de “fronteras de Auschwitz”, dando a entender que podrían haber conducido al exterminio, que no eran fronteras defendibles. Las guerras en las que Israel fue atacado bajo la promesa de aniquilación, no pueden haber pasado sin dejar secuelas, por más que Israel sea hoy fuerte y tenga un ejército poderoso. No se levanta cada mañana viendo dónde golpear para adelantarse a los problemas…

Claro que una interpretación alternativa es que en algún lugar de la mente o el corazón, quizás Netanyahu todavía piense que podrá seguir adelante sin tener que renunciar a territorios que Israel hoy controla. Nos parece que no, que ya cruzó el Rubicon  al menos a nivel de comprensión política, por más que ello sin duda no le es fácil.

Su serio problema serán algunos socios de su coalición, que sí están convencidos que no hay que retirarse de ningún sitio, que no hay que aceptar nunca la creación de un Estado palestino y que Israel podrá vivir muy bien eternamente, como está, en paz y seguridad..Nosotros creemos que es imposible.

Pero evidentemente, esto no significa que todo dependa de Israel.En absoluto. Los palestinos rehusaron durante años volver a negociar y no está claro  que ahora estén dispuestos a actuar a la altura del momento. El Presidente Abbas proclamó repetidamente, con orgullo, que “no he renunciado a nada”…pues si sigue con esa tesitura, tampoco habrá acuerdo. Ambas partes deben hacer concesiones, ya que de lo contrario, no se llega a nada.

La gran pregunta es si Abbas está dispuesto a transar en sus exigencias máximas para llegar a un entendimiento con Israel, si se siente capaz de ello y si su pueblo está preparado para aceptarlo. Desde la Franja de Gaza, por lo pronto, Hamas alega que “Abbas no tiene mandato para representar al pueblo palestino”.

No es vaticinio de buenas noticias.

¿Y qué riesgos puede tomar Israel cuando nadie le asegura que en Cisjordania, quien ocupe su lugar luego de una retirada, no sea Hamas, que tomó la retirada israelí de Gaza como oportunidad para lanzar más cohetes en lugar de comienzo de una era de tranquilidad?

Pero no deseamos ser pájaros de mal agüero. Ojalá todo esto sean especulaciones propias de los difíciles comienzos. Las partes recién se sentaron a hablar. Quizás esta vez todos los escépticos estemos equivocados…y la paz esté emprendiendo su camino hacia Oriente Medio.

Ojalá.
Fuente: Uy Press