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En la Edad Media, a los judíos se les obligaba a vivir en ghetos o barrios especiales de la ciudad. Esta separación obligatoria de los judíos del resto de la ciudad existió en Italia y en Europa central durante los siglos XVI al XVIII. Actualmente la palabra “gheto” se refiere a cualquier barrio de la ciudad que esté ocupado fundamentalmente por grupos de gente de bajos ingresos. Los ghetos judíos más grandes de la Edad Media fueron los de Frankfort, Praga, Roma, Venecia y Dublín. Para justificar la segregación de los judíos, los gobernantes cristianos aducían el fundamento religioso de que la iglesia prohibía toda relación estrecha entre judíos y cristianos. Sin embargo, el efecto que surtieron los ghetos forzados fue la eliminación de la competencia de los artesanos y comerciantes judíos. Por lo general, los barrios judíos estaban muy atestados y eran insalubres, y los judíos que allí vivían eran fácilmente víctimas de epidemias e incendios. No obstante, en muchos de los ghetos se alcanzó una vida religiosa, social y cultural muy rica. El infame sistema de los ghetos lo reimplantaron los nazis a concentrarse en el gheto de Varsovia, y que combatieron gallardamente bajo enorme desventaja antes de caer destruida, es uno de los grandes ejemplos de valentía de la época moderna.