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Enlace Judío México | DANIEL PIPES

Un conflicto bélico es un asunto muy grave y cuyo principal imperativo consiste en desplegar los efectivos para ganar, en lugar de para castigar, y también para hacer alguna demostración, avalar una idea simbólica o presumir de la moralidad de uno. Pero esto último es justamente lo que lograrán varios países occidentales si responden al aparente uso de armas químicas por parte del Gobierno sirio contra civiles con ataques limitados contra menos de 50 enclaves durante una o dos jornadas. Lanzar brevemente proyectiles británicos y estadounidenses, entre otros, contra el régimen sin la disposición colindante a desplegar efectivos regulares sobre el terreno no depone al Gobierno ni cambia el curso del conflicto. Permitirá, sin embargo, que los occidentales se feliciten. También entraña riesgos. La famosa incompetencia de Bachar al Asad se traduce en que no se podrá anticipar su respuesta.

Los ataques occidentales, entre otras posibilidades, podrían conducir inadvertidamente al incremento de los ataques del régimen contra civiles, actos de violencia contra Israel, activación de células durmientes en países occidentales o una mayor dependencia de Teherán. Sobrevivir a los ataques también permite jactarse a Asad de haber derrotado a Estados Unidos. En otras palabras, el ataque inminente entraña escasos beneficios potenciales, pero reviste múltiples desventajas. Como tal, plasma idóneamente la fracasada política exterior de la Administración Obama.

Fuente: La Razón