ENLACE JUDÍO

imagen-leysonEn entrevista con Enlace Judío, Federico Catalano, Director de Vergara y Riba Editoras, nos habla del libro “El chico sobre la caja de madera” de León Leyson (en su versión en español), que se presentará este año en octubre y lucirá en la FIL Guadalajara 2013, de la cual Israel es país invitado.

Enlace Judío realizará una presentación de esta obra, a la cual los invitaremos con oportunidad.

Leon Leyson fue uno de las personas rescatadas por Oskar Schindler y aparece en su famosa lista, dramatizada por Steven Spielberg. Leyson, recientemente fallecido, tardó casi 70 años en contar su historia: un éxito agridulce ya que el autor y protagonista no podrá ser testigo de la publicación del emocionante relato que se publicará casi simultáneamente en inglés y español y promete ser un éxito editorial.

El dato curioso sale a la luz cuando el Sr. Catalano nos cuenta que León ocultó a todos, excepto a su esposa, el hecho de que había sobrevivido al Holocausto; fue la misma prensa la que lo delató cuando recibió a Oskar Schindler en un aeropuerto, quien lo reconociera de inmediato y lo interpelara por su nombre. Como primera iniciativa, contó a todos sus allegados lo que había sucedido durante este trágico momento de su historia, pero no se detuvo ahí; comenzó a dar cátedras y pláticas gratuitas e inició la redacción de “El chico sobre la caja de madera” que ya es esperado por el público.A lo largo de 50 maravillosas páginas, encontramos el relato de cómo un niño que fue detenido en un campo de concentración a los 10 años, encuentra una forma de seguir con su vida. Una verdadera historia de fortaleza y fe.

Federico Catalano comenta: “El hombre (León Leyson) logró terminar su vida como un ser humano”. Muestra intachable de cómo la fuerza de ese niño se proyectó hasta el hombre de 82 años, edad en la que falleció.

 

La historia

El nombre judío de Leyson era Leib Lejzon, que nació en 1929. El niño tenía 10 años cuando los alemanes invadieron Polonia y su familia se vio obligada a trasladarse desde Cracovia hasta el gueto judío de Podgórze, a las afueras de la ciudad. Allí sufrieron el acoso y las torturas pertinentes, y tenían muy poca comida.

Estaba convencido de que nunca saldría vivoLos Lejzon permanecieron a las afueras de Cracovia hasta que la persecución de los judíos se intensificó y estos fueron enviados a campos de concentración. El libro incluye las historias que narran cómo se escondían de los nazis, como aquella en que Leib estuvo sentado en la viga del tejado de un cobertizo durante dos días, mientras los tiros y los gritos se oían cada vez más altos.

En 1940 enviaron a la familia al campo de concentración de Plaszów, en Cracovia. Leyson se las arregló para reunirse con sus padres tras burlar la seguridad de uno de los guardias nazis, exponiéndose a un riesgo total que hacía peligrar su vida. El relato describe cómo pasó a través de las puertas como “la llegada al más íntimo círculo del infierno”, y añade que, cuando llegó, “estaba convencido de que nunca saldría vivo”.

El comandante del campo era Amon Goeth, famoso por su crueldad. En uno de esos momentos fugaces en que el destino le sonrió, Leib estaba en la enfermería, vendándose una pierna. Justo después de salir, se enteró de que, momentos después de que él cruzase el umbral, Goeth había disparado arbitrariamente a todos los pacientes.

Además, en el libro describe las condiciones de vida. Estaba tan cansado y tan hambriento que no podía preocuparse de los piojos que plagaban su pelo y su ropa, por el acoso de los guardas o por el mismo y repetitivo menú cada día: agua caliente con un poco de sal o pimienta y, quizás, un trozo de piel de patata.

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El comandante del campo curtió a latigazos al niño una vez, por capricho propio. Aquellos que eran torturados de este modo tenían que ir diciendo el número de cada uno de los 25 latigazos y, si contaban mal, el guardia volvía a empezar desde el principio. Le dejó incapaz de sentarse o tumbarse durante meses.

Schindler se las arregló para desbaratar el plan y transfirió fuera del área al oficial de las SS que estaba al mandoEn 1943, Schindler les reclutó a él y a su madre para que se unieran a su padre y su hermano en Cracovia. Fue durante el traslado nocturno cuando el niño conoció a Schindler. De él escribe que, a pesar de ser un nazi, “actuaba como si se preocupase por nosotros personalmente”. Leib era tan pequeño que, en la fábrica, debía subirse a una caja de madera para poder manejar la maquinaria: de ahí el título de sus memorias.

Leyson describe a un hombre que era “alto e importante, con una voz resonante”. Al principio le temía, pero después esperaba sus visitas. Cuando la fábrica se desplazó a Checoslovaquia, Schindler volvió a salvar a la familia, descartándoles de la fila que iba directa al campo de concentración donde se iba a llevar a cabo su aniquilación.

Finalmente, en abril de 1945, con la huida de los alemanes, se dieron órdenes de matar a todos los trabajadores judíos del campo de Brinlitz. Schindler se las arregló de nuevo para desbaratar el plan y transfirió fuera del área al oficial de las SS que estaba al mando. Liberó a los trabajadores, dándoles una botella de vodka y un rollo de tela a cada uno. Leyson emigró a EEUU en 1949, cuando tenía 20 años, cinco después de ser liberado en Checoslovaquia. Sirvió a la armada estadounidense en la guerra de Corea, en signo de gratitud para con el país que le había acogido. Después fue profesor en la Huntington Park High School de Los Ángeles durante 40 años.

Leyson tuvo la oportunidad de encontrarse de nuevo con Schindler, casi 20 años después del fin de la guerra. Le hacía ilusión volver a verle, pero no creía que fuera a reconocer a un veterano de la armada, casado, de 35 años. Sin embargo, Schindler enseguida lo escogió de entre el comité de bienvenida en el aeropuerto de Los Ángeles, y le dijo: “Sé quién eres. Eres el pequeño Leyson”.

Fragmentos de: El Confidencial